Cada mañana en los días que preceden a la primavera, Aivar Ruukel mira por la ventana de su habitación y ve que su estación del año favorita ha llegado.
Si tiene suerte y el tiempo está bueno, come un desayuno rápido, agarra un salvavidas y un remo de la tienda, y se precipita a sacar su haabjas, una canoa tradicional.
Desde su punto de observación en la embarcación, una red de rutas emerge a la vista y Ruukel rema hacia el bosque inundado, adentrándose en un mundo semihundido de campos anegados y canales.
El amanecer es la mejor hora para observar el delta y saltar en la canoa con la primera luz para volver a ver esta amplia zona de esponjosos lodazales y bosques convertidos en turberas.
"Recuerdo que mi padre me trajo acá cuando era niño y nunca lo olvidaré", dijo Ruukel, mirando hacia los bosques anegados.
"Los pájaros carpinteros repiqueteando en los árboles; las flores asomando por encima del agua; los sonidos y olores de la llegada de la nueva estación… qué dicha".
En casi todos los lugares, un parte meteorológico que predice fuertes lluvias anticipa un mal día, mientras que un parte que habla de peligrosas inundaciones no lo quiere oír nadie.
Excepto si eres un guía como Ruukel y vives en el Parque Nacional Soomaa, una turbera en el suroeste de Estonia conocida por inundaciones anuales que pueden alcanzar 8 kilómetros de anchura y 5 metros de altura.
Para decirlo de forma sencilla, esta es la llamada "quinta estación" de Estonia, un período volátil que llega después del invierno y poco antes de la primavera cada año.
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Nadie puede señalar exactamente qué día llegará, pero este fenómeno anual aparece sin fallar entre marzo y abril, trayendo inundaciones que redefinen el parque nacional como una cuenca anegada, con casas sumergidas, manzanos hundidos y pantanos elevados.
Es el triunfo del agua sobre la tierra y también de la voluntad del ser humano sobre la Madre Naturaleza.
"Cada año llega con nuevos desafíos", explicó Ruukel, que empieza su 27ª temporada como guía de canoa en la zona.
"Cuando llegan las inundaciones, tenemos que averiguar dónde podemos remar de forma segura, pero hay un riesgo inherente al navegar en agua tan fría y en movimiento. Hay que tener cuidado".
En la mañana de nuestro encuentro, también conocí a otro guía, cuya investigación de este fenómeno anual hizo que se ganara el apodo Mr. Flood (señor Inundación, en español).
Algis Martsoo fue pionero del "turismo de la quinta estación" en el suroeste de Estonia y desarrolló un mapa de detallados itinerarios en canoa en el Parque Nacional de Soomaa que serpentean las turberas a lo largo de unos 7 km.
Aparecen rutas navegables, dándole un aire de gigantesco circuito de eslalon a todo el lugar, que desparece cuando las aguas se van. Todos se vuelven obsesivos con el ciclo de vida de la quinta estación. Pero nadie más que Martsoo.
"La gente tiene mucha curiosidad por nuestra quinta estación", señaló Martsoo, que realizó su investigación doctoral en 2010 durante la estación de aguas más elevadas en Estonia en medio siglo, cuando el desbordamiento alcanzó una sorprendente altura de cinco metros.
"Se siente como ir en canoa por el Amazonas, y de repente remas por encima de una carretera que está unos metros por debajo de la superficie. Salvaje, ¿cierto?".
Martsoo tiene razón en pensar que la gente puede estar interesada en visitar esta tierra inundada.
En los últimos años, miles de estonios han descubierto las mágicas carreteras de agua de Soomaa y actualmente Mr. Flood y Ruukel dirigen Soomaa.com, una empresa de actividades al aire libre con una flota de 40 canoas de estilo canadiense para visitas de aventura y excursiones autoguiadas.
Como copropietario y fundador, Ruukel ha explorado el parque a lo largo y lo ancho, con paseos nocturnos en canoa en verano, observando en silencio cómo los castores construyen diques o caminando por el Kuresoo, la turbera más grande de Estonia.
Pero es la anticipación de la inundación y la emoción ante lo desconocido lo que continúa inspirándole.
A menudo, en un año normal, es testigo de aguas que se elevan tres metros, mientras que otras veces, él y Mr. Flood pueden remar a través de los prados inundados para ver grullas comunes, cisnes que anidan y perros mapaches varados en ramas de álamos, abedules y hayas.
La fauna más formidable del parque -linces, lobos y osos pardos- se va mucho antes de que lleguen las inundaciones.
Con sus atrofiados y esqueléticos árboles, el inquietante paisaje puede asustar al visitante, pero la quinta estación es, después de todo, el resultado de la combinación de factores inusuales.
Soomaa, que significa "tierra de turbas", está situado en una cuenca baja en las laderas occidentales de las Tierras Altas de Sakala y sus ríos no pueden contener la gran cantidad de nieve derretida que llega de las montañas con el deshielo tras el invierno.
Los ríos Navesti, Halliste, Raudna, Kopu, Toramaa y Lemmjogi convergen en Soomaa, pero solo el Navesti fluye hacia el mar Báltico.
La consecuencia de esto es la creación de la zona de inundación Riisa, una cuenca natural que cubre 175 km cuadrados y que se considera el terreno inundable más grande de Europa del norte.
Otro elemento que da forma al Parque Nacional Soomaa es la geología. En el pasado esto era un antiguo suelo marino creado hace 12.000 años durante la última Edad del Hielo, cuando el mar Báltico era el lago de hielo Báltico y Estonia occidental era una tierra helada.
Glaciares en retirada dejaron una gran depresión caracterizada por ciénagas sedimentarias, y actualmente Soomaa sigue siendo el sistema de turberas intacto más grande de Europa, en esencia una esponja natural gigante.
"En verano, el flujo de agua medio por segundo en Soomaa es de 5-10 metros cúbicos", apuntó Jana Põldnurk, jefa de Hidrología en la Agencia Estonia de Medio Ambiente, con quien hablé por Zoom.
"Pero en la quinta estación es 10 veces mayor y el torrente sube hasta 100 metros cúbicos por segundo. Añádale a eso el hecho de que un extraordinario 70% del exceso de agua anual se produce también en estas fechas y obtendrá unos datos sobrecogedores".
Pese a vivir en la capital de Estonia, Tallín, Põldnurk ha presenciado las inundaciones de Soomaa varias veces y supervisa el equipo que monitorea Riisa, la estación hidrológica más cercana río arriba en el parque.
Aquí, registros que se remontan casi 100 años muestran que las inundaciones más grandes de la historia se dieron en las décadas de 1930 y 1950.
Le pregunté cómo se sentía sobre las inundaciones, en concreto dado que una vez que se supera el nivel de agua de 1,5 metros, Soomaa empieza a llenarse como una bañera. Hay quien lo ve como algo peligroso. ¿Y ella?
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"Siempre hay una sensación de peligro, pero se compensa con la emoción", respondió Põldnurk.
"Una vez, recuerdo que estaba fuera en una canoa desde la que solo podía ver agua en cualquier dirección en la que mirara, y no sabía dónde empezaba y terminaba el río. Fue una sensación muy extraña".
Noticias de periódicos del año 1931, el año en que la inundación alcanzó una altura récord de 5,53 metros, ensalzan glorias pasadas y el inquebrantable espíritu de los residentes, detallando historias de granjeros que construían embarcaciones para el ganado y almacenaban pan por semanas para evitar morir de hambre.
Alrededor de esa época, diestros habitantes también construyeron sus propios puentes de suspensión y de madera temporales, al tiempo que la canoa haabjas se convirtió en el único medio de transporte.
"El recuerdo de inundaciones pasadas hace que la gente sea consciente de que en cualquier momento puede haber un cierre y se pueden quedar bloqueados en sus casas", indicó Põldnurk.
"Justo lo mismo que pasa ahora con el coronavirus".
Entonces, como ahora, la quinta estación ayudaba a cultivar un paisaje profundamente emocional.
Cerca de 70 personas, entre foráneos y granjeros, viven de forma permanente en los límites del parque y todos han aprendido a lidiar con el desbordamiento anual.
Las principales carreteras son sobrepasadas, y la mitad de los residentes del parque se quedan confinados hasta cuatro semanas mientras las aguas desaparecen.
Aun así, esto crea una sensación de pertenencia que solo la puede entender alguien con una verdadera afinidad por la quinta estación.
Lo que también une a distintos sectores en Soomaa son las conversaciones sobre el cambio climático y cómo podría manifestarse pronto en inundaciones incluso mayores y más impredecibles.
Especialmente, según Põldnurk, a medida que los escenarios del clima a largo plazo muestran que las precipitaciones anuales van en aumento.
"Sin duda hay un cambio en las características en comparación con el año pasado", manifestó la experta.
"El cambio climático hace que las inundaciones se puedan dar en momentos más inusuales, por lo que es posible que, en el futuro, Estonia tenga una sexta estación".
Al ver a las personas en canoa maniobrar a través del boque inundado, era difícil ignorar el atractivo tan único de Soomaa.
Es, como me dijo Ruukel, una maravillosa combinación de agua, tiempo y espacio, y por un momento ofreció una breve ventana a otro mundo, uno más peculiar.
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