es altamente transmisible y lo es porque ha acumulado un número muy alto, mayor que otras veces, de mutaciones y una combinación de estas no vista hasta ahora. ¿Qué se espera de la evolución de esta variante? ¿Se comporta el SARS-CoV-2 como otros coronavirus? ¿Se va a convertir la pandemia en endemia?
Identificada primero como B.1.1.529 , esta variante presenta una amalgama de más de 30 mutaciones en la proteína espícula , la que el virus utiliza para entrar en la célula humana y el blanco común, con diferentes tecnologías, de las vacunas actuales, que a día de hoy no poseen los cambios presentes en ómicron y otras variantes.
Si bien algunas de las mutaciones de ómicron ya se habían observado en beta o alfa, es la primera vez que la comunidad científica las ve juntas. Desde finales de noviembre fue declarada como preocupante.
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Se detectó por primera vez en Sudáfrica y su origen aún es desconocido; pero hay dos hipótesis principales.
Una, que su evolución se produjo en una persona muy inmunodeprimida infectada de Covid-19 durante un período prolongado de tiempo, tal vez más de 300 días. Al no poder eliminar el coronavirus, este se multiplicó y mutó de manera continuada, lo que podría haber desembocado en esta variante.
La otra posibilidad es lo que se llama zoonosis inversa , según la cual el SARS-CoV-2, con el tiempo, habría pasado de humanos a animales. El virus evolucionaría de forma distinta en el huésped animal y al hacerlo podría volver a entrar en la población humana pero, esta vez, como un virus diferente.
Sea cual sea su origen, lo que sí está claro es que el coronavirus actual no es igual al original y que acumula múltiples mutaciones en la espícula que permiten a ómicron eludir la respuesta inmunitaria .
Es más contagiosa, más que la delta , que ya superó a los otros linajes, pero es complicado establecer cuánto más y aún prematuro para explicar por qué, admitió Salvador Iborra Martín, experto en inmunología e infecciones de la Universidad Complutense de Madrid.
Y es que las poblaciones a comparar no son las mismas; ahora, por ejemplo, el porcentaje de personas que ha pasado la infección es mayor que hace unos meses, también el número de vacunados, por lo que el comportamiento del virus y de la sociedad no es el mismo (hay más relajamiento).
No obstante, hay estudios preliminares -no sometidos a la revisión de otros investigadores y, por tanto, no publicados en revistas científicas- que avanzan en este conocimiento; parece que la forma en la que se multiplica el coronavirus es ahora un poco distinta.
Científicos de la Universidad de Hong Kong concluyeron en experimentos 'in vitro' que la variante prefiere multiplicarse en las células de los bronquios, en lugar de las de los pulmones como lo hacía el coronavirus original.
Es en los primeros donde se multiplicaría unas 70 veces más rápido que delta y que el SARS-CoV-2 original, acumulándose así más cantidad de virus transmisible en menor tiempo.
En los pulmones, sin embargo, se replicaría con menos eficacia -unas 10 veces menos- que el coronavirus de Wuhan, lo que sugiere menor gravedad del Covid-19.
Investigadores japoneses también realizaron un estudio en este sentido, asimismo preliminar y esta vez en hámsteres; constataron que ómicron es menos patogénica porque favorece una menor fusión entre células infectadas. Una de las formas en las que el virus se transmite es ayudando a las células infectadas a contactar con sus vecinas y parece que ómicron esto no lo sabe hacer tan bien.
Analizaron también la propagación de ómicron y otras variantes: la primera es entre 3,05 y 5,57 veces más transmisible que delta (según los datos de Sudáfrica o Reino Unido, respectivamente).
Los virus mutan siempre, dentro de su proceso biológico, y se replican. Aunque en ese sistema de copia hay mecanismos de corrección, estos a veces fallan provocando una acumulación de errores o mutaciones que pueden desembocar en una nueva variante.
Los virus aprovechan estos errores para boicotear al sistema inmunitario y volverse más infecciosos, pero no necesariamente para incrementar su patogenicidad. "Ómicron podría ir en esta línea: un virus que está mejor adaptado para transmitirse, pero no tanto para causar patología", indica el científico español.
Pero aún es pronto para certificarlo, también para decir que se convertirá en un virus estacional y la pandemia en endemia con la presencia de un número de casos más o menos estables en una época fija del año.
"Los datos parecen indicar que la transmisión de ómicron está bajando en Sudáfrica, donde empezó a monitorizarse", señala Iborra, quien agrega que posiblemente detrás de esta variante venga otra. Una evolución posible es que se convierta en un virus de por vida, pero aún es prematuro para saberlo y también para mencionar que es el principio del fin del SARS-CoV-2.
Las mutaciones que ha ido acumulando el coronavirus han facilitado, por un lado, la infección y por otro que evada la actividad de los anticuerpos neutralizantes generados por el contagio o por las vacunas, que además decaen -se ha demostrado- con el tiempo.
De ahí, insiste Iborra, la necesidad de la dosis de refuerzo. Diversos estudios, tanto preliminares como -algunos- publicados en "Nature", apuntan en esta dirección: los anticuerpos monoclonales y las vacunas -Pfizer/BioNTech, Moderna, Johnson & Johnson o AstraZeneca- son menos eficientes contra ómicron y una tercera dosis podría mejorar la neutralización de la variante.
Pero además de los anticuerpos neutralizantes, que se podrían ver impulsados con una tercera dosis, existe otro brazo de la respuesta inmunitaria, los linfocitos T, que si bien no reconocen al virus sí identifican las células infectadas tras lo que empiezan a actuar.
Las células T no parecen verse tan afectadas por ómicron. En un trabajo preliminar, investigadoras de la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) vieron que en vacunados con Pfizer y Johnson & Johnson se mantenía esta respuesta inmunitaria en un 70%.
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La caída es mucho menos que en la eficacia de los anticuerpos; los linfocitos T están resistiendo a ómicron, dijo Wendy Burgers en un comentario a "Science", y esto es consistente con todas las vacunas.
Salvador Iborra menciona, además, que las vacunas siguen siendo muy eficientes para evitar la enfermedad grave, pero, como se dijo desde el inicio, los vacunados pueden contagiarse y contagiar, por eso insiste en el uso de cubrebocas, la prudencia y el distanciamiento social.
Pero también en vacunar a la población de países en vías de desarrollo.
melc