El mundo tiene hambre. La población crece vertiginosamente y 8 mil millones de personas necesitan alimento. Es así que los retos se multiplican para una de las actividades milenarias que le ha dado identidad a la humanidad: la agricultura. Los efectos del cambio climático son imposibles de ignorar, sobre todo cuando las temperaturas extremas provocan incendios, inundaciones y diversos fenómenos meteorológicos que afectan el cuidado de la tierra y la biodiversidad, causando estragos en todo el planeta.
Cada 9 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Agricultura precisamente para hacer eco de los retos que debe enfrentar el sector agrícola ante el cambio climático en el planeta, así como los nuevos patrones de consumo que fomenta el desperdicio. Por otra parte, esta jornada busca promover el estudio, desarrollo e innovación de la agricultura y su impacto en el medio ambiente para el beneficio de las actuales y futuras generaciones.
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Innovación y crecimiento
Entendemos por agricultura el conjunto de actividades relacionadas con el cultivo de la tierra y el tratamiento del suelo mediante la intervención del hombre para la producción de alimentos para el consumo humano, como verduras, vegetales, frutas, cereales, tubérculos y granos. También forman parte de esta actividad la obtención de fibras utilizadas para la confección de prendas de vestir, productos químicos, así como pastos, semillas y forrajes para alimentar al ganado y aves de corral, entre otros productos
Según datos de la FAO, cada año se pierden 12 millones de hectáreas de tierras valiosas para la agricultura; pero la producción agrícola mundial no puede disminuir, de hecho, tendría que aumentar 70% para satisfacer la demanda de una población en constante crecimiento. Bajo estas premisas, se vuelve aun más importante la inversión, el crecimiento y la innovación de la tecnología agrícola.
El sector agrícola ha efectuado avances para la mejora de las técnicas y métodos de producción, así como en la calidad de los alimentos. Algunos de los avances tecnológicos que han revolucionado la agricultura son la tecnología GPS para la medición, registro y cálculo de área de terrenos. Por otra parte, los sensores de temperatura y humedad para la medición de diversos índices de vegetación y contenido de clorofila buscan minimizar el impacto del suelo durante la etapa de crecimiento de las plantas, detectando el contenido de nutrientes y la cantidad de nitrógeno en los cultivos.
La utilización de aviones teledirigidos para la distribución de plaguicidas se ha vuelto útil para contrarrestar la invasión de plagas, mientras se programan drones para la obtención de datos como niveles de saturación del agua, altura de las plantas y la determinación de la biomasa de los cultivos.
Software especializado es aplicado a la agricultura para la recopilación de datos como temperatura, condiciones climáticas y características del suelo para realizar proyecciones más fidedignas sobre el rendimiento de cultivos específicos.
La NASA está involucrando al sector agrícola para descubrir qué datos y herramientas necesitan los productores ahora y en el futuro, a medida que realizan cambios en sus prácticas de gestión para responder a los patrones climáticos cambiantes. La División de Ciencias de la Tierra utiliza observaciones de la Tierra realizadas en más de 25 misiones en órbita alrededor de nuestro planeta. La NASA tiene una relación de más de 50 años con los datos agrícolas, que comenzó en 1972 con Landsat, una misión de la NASA y la Sociedad Geológica de Estados EU que celebró hace poco 50 años de operaciones.
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Gestión sostenible del campo
Hay herramientas tecnológicas que aún no son una realidad, y otras, que aunque lo son, no están al alcance de las mayorías. Según datos de la FAO, 80% de las personas extremadamente pobres vive en zonas rurales y la mayoría depende de labores ligadas a la agricultura para su subsistencia. El trabajo agrícola aún no goza en todo el mundo de los alcances de la tecnificación, pero asociaciones internacionales han tratado de desarrollar recursos básicos para el apoyo de esta labor.
La Unión Internacional de Ciencias del Suelo recomendó en 1960 la publicación de los mapas de suelos de varios continentes, por lo que FAO y UNESCO llegaron a un acuerdo de preparar el Mapa Mundial de Suelos. El proyecto, en colaboración entre los innumerables científicos de suelo en el mundo, se finalizó tras un esfuerzo de 20 años y goza de actualizaciones constantes.
Se calcula que cada año más de la mitad de los terrenos agrícolas de todo el mundo se ven afectados por la degradación de la tierra y se estima que las prácticas insostenibles de gestión territorial ocasionan pérdidas de más de 5 mil millones de dólares en los servicios que podrían proporcionar los suelos. La caña de azúcar, el maíz, el trigo y el arroz representan la mitad de la producción mundial de cultivos primarios; sin embargo, la mayoría de este tipo de cultivos se desarrollan alejados de la idea de sostenibilidad.
Se ha tratado de reivindicar alimentos de enorme valor nutricional y que además cooperan en el combate al cambio climático. Los suelos cultivados con legumbres mejoran la absorción de carbono. De esta forma, parte de las emisiones naturales de CO2 son capturadas por la tierra productiva. Otro punto a su favor es que no requieren fertilizantes nitrogenados, puesto que fijan su propio nitrógeno al tomarlo de la atmósfera y transportarlo a los suelos.
A pesar de que se trata de una amenaza grave, los responsables de las políticas y los usuarios de la tierra tienen un acceso limitado a los recursos, los instrumentos y la información relativa a enfoques eficaces de gestión sostenible de la tierra (GST). La FAO tiene un proyecto de apoyo a la adopción de decisiones para la gestión sostenible de la tierra (DS-SLM, por sus siglas en inglés) que tiene como objetivo abordar las cuestiones generales y particulares que limitan un mejor aprovechamiento de la tierra.
Este proyecto se ha ejecutado en 14 países. En esos lugares se ha proyectado trabajar tanto con procesos tradicionales como experimentales para restauración de la tierra. Se ha mostrado más del 40% de efectividad en los terrenos tratados.
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Finalmente, las observaciones de expertos hacen un llamado a los tomadores de decisiones de los países en desarrollo para alentar y apoyar la innovación agrícola y el uso de la tecnología por parte de los agricultores para eliminar la pobreza y hacer frente a los efectos adversos del cambio climático, como la desertificación.
A mediados del próximo mes se realizará la tercera edición del Foro de Ciencia e Innovación de la FAO (SIF 2024), que se organizará del 14 al 18 de octubre de 2024 con el apoyo del Foro Mundial sobre la Alimentación (WFF). El tema principal del SIF 2024 será Ciencia e innovación inclusivas para la transformación de los sistemas agroalimentarios; en consonancia con el tema general del WFF 2024 que es “Buena alimentación para todos, hoy y mañana”.
Este Foro busca funcionar como plataforma para el diálogo y la colaboración entre científicos, innovadores, formuladores de políticas, organizaciones de agricultores y partes interesadas de diversos sectores. Los temas más importantes que se abordarán son precisamente los temas críticos que los especialistas buscan subrayar para el desarrollo de la agricultura a futuro: la importancia de la biotecnología para mejorar la productividad, la resiliencia y la sostenibilidad agrícolas; innovaciones impulsadas por la comunidad para la transformación de los sistemas agroalimentarios locales y regionales; y la agricultura digital, es decir como la IA y otras tecnologías pueden revolucionar las prácticas agrícolas y mejorar la eficiencia de la cadena de suministro.