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Un grupo de neurocientíficos sugirió que las personas pueden recibir y procesar información proveniente del exterior mientras duermen , desafiando las teorías del sueño en las que se ha establecido que el estado onírico se encuentra desconectado del mundo externo, pasando desapercibido para el soñante. Para los investigadores este es un gran avance, ya que la intervención del sueño podría favorecer en tratamientos contra la depresión y la ansiedad.
Investigadores de la Universidad de Wisconsin en Madison monitorearon los sueños de 36 participantes, estudiados en cuatro laboratorios, a través del análisis de señales cerebrales, así como los movimientos oculares y faciales de las personas. La cualidad que caracterizaba a los voluntarios es que todos ellos experimentaban sueños lúcidos . De acuerdo con los expertos, estos suceden cuando el soñante es consiente de que está soñando.
Fue de este modo que, los científicos entraron en los sueños de las personas y las hicieron hablar: “Este trabajo desafía las definiciones fundamentales del sueño”, expresó Benjamin Baird, neurocientífico cognitivo de la Universidad de Wisconsin, Madison.
Desde la década de 1970, los especialistas se han interesado en el estudio de los sueños lúcidos, mediante la observación de movimientos oculares rápidos ( REM ), etapa en la que ocurren la mayoría de los sueños. Según los estudiosos, uno de cada dos personas ha tenido al menos un sueño lúcido, de las cuales el 10% los experimenta una vez al mes o más. Esta capacidad, provee al soñante de controlar algunos de los aspectos de su sueño, la cual puede mejorar a medida que entrene su intervención en los mismos.
El experimento
Basados en este método, los investigadores liderados por cuatro equipos independientes en Francia, Alemania, los Países Bajos y los Estados Unidos establecieron una comunicación bidireccional durante los sueños, utilizando el habla y haciendo preguntas que los 36 durmientes, los cuales hacían señales a través del golpeteo de dedos, el cual indicada que los participantes estaban conscientes que ya estaban durmiendo.
Las siestas fueron programadas en diferentes momentos, algunas por la noche, cuando la gente se acostaba regularmente y otras temprano en la mañana. Los científicos se comunicaron con los durmientes mediante preguntas habladas y luces intermitentes, a través de las que debían responder. Del mismo modo asentaban a las preguntas moviendo los ojos y la cara por ejemplo, moviendo los ojos tres veces hacia la izquierda, sonreír o fruncir el sueño.
Las preguntas contaron un con un visible rango de facilidad, como problemas matemáticos básicos, entre ellos sumas y restas.
Aunado a esto, los científicos monitorearon su actividad cerebral, el movimiento de los ojos y las contracciones de los músculos faciales, indicadores comunes del sueño REM, con cascos de electroencefalograma equipados con electrodos.
La descripción del sueño lúcido
Los resultados, publicados en “Science”, indicaron que a través de 57 sesiones de sueño, seis personas señalaron que tenían sueños lúcidos en 15 de ellas, en las que se formularon 158 preguntas, de las que sólo el 18.6% fueron correctas; 3.2% incorrectas; 17,7% no fueron claras: y el 60,8% de las preguntas no obtuvo respuesta.
Fue así que los estudiosos expusieron que estos números demostraron que pese a que la comunicación es difícil, también es posible. “Es una prueba de concepto”, aseguró Baird. "Y el hecho de que diferentes laboratorios utilizaran todas estas formas diferentes para demostrar que es posible tener este tipo de comunicación bidireccional lo hace más fuerte", puntualizó.
Una de las reacciones que más llamó la atención de los investigadores fue que, al despertar, se solicitó a los participantes que describieran sus sueños. En las descripciones, los soñantes recordaron las preguntas como parte de un sueño: uno de ellos informó que los problemas matemáticos salían de la radio de un automóvil.
“El experimento proporciona una mejor manera de estudiar los sueños”, explicó la autora principal Karen Konkoly, neurocientífica cognitiva de la Universidad Northwestern. "Casi todo lo que se sabe sobre los sueños se ha basado en informes retrospectivos que se dan cuando la persona está despierta y estos pueden estar distorsionados".
En este contexto, la neurocientífica espera que esta técnica pueda usarse en el futuro de manera terapéutica para influir en los sueños de las personas para que puedan lidiar mejor con el trauma, la ansiedad y la depresión.
fjb