Una mujer espera su turno en el banco. En la silla de a lado un hombre tose levemente, de repente, un ataque de tos lo invade. Su rostro se enrojece y no hay mano que pueda impedir el estallido furioso de cientos de gotitas llenas de proyectadas al aire. Las gotas más grandes caen al suelo, pero las más ligeras flotan en el aire formando nubes casi invisibles que tardan en disiparse. La mujer trata de apartarse, pero respira, sin saberlo, decenas de aquellas gotas que rápido viajan al interior de su cuerpo.

¿Cómo reacciona nuestro cuerpo ante los amenazantes agentes externos? El organismo juega contra reloj para tratar de repeler al enemigo. Varias proteínas que flotan al interior del organismo pueden inutilizar a los virus y después sumergirlos en la capa de moco que se saca y renueva, pero el virus influenza A, como muchos otros, es muy hábil y se adhiere a los receptores de la piel interior (células epiteliales) para entrar al núcleo de la célula e imponerse.

Nuestro sistema inmunitario tiene nuevos retos con la llegada del otoño. Las temperaturas bajas favorecen la circulación en lugares con poca ventilación. Las instituciones del Sector Salud mantienen vigilancia epidemiológica de las enfermedades respiratorias agudas cuando aumenta el flujo de virus y bacterias causantes de la influenza, SARS-CoV-2, virus sincitial respiratorio (VSR) y neumococo.

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Fuente: Elaboración propia
Fuente: Elaboración propia

El sistema inmunitario es un complejo de células, tejidos, órganos, y las sustancias que estos producen, ayudan al cuerpo a combatir infecciones. Es uno de los más importantes y amplios sistemas orgánicos del cuerpo, se encarga de reaccionar y coordinar la defensa del organismo ante daños potenciales de agentes externos. Su historia inicia con el surgimiento de la vida hace más de 3 mil 500 años, ante la necesidad evolutiva.

Los organismos vivos tienen diversas formas de defenderse. Uno de los ejemplos de inmunidad primitiva que prevalece en el reino animal es la “inmunidad humoral” que hace referencia a los fluidos corporales. Aunque están fuera de sus células, estas proteínas matan a los organismos extraños. En los humanos la respuesta humoral es la forma en que el sistema inmunológico se defiende de las infecciones través de la producción de anticuerpos transportados a través de la sangre.

Es así como millones de células inmunitarias viajan por el flujo sanguíneo intentando detectar amenazas, pero hay más de estas guerreras en los tejidos; además de armas proteicas y “centros de entrenamiento” donde las células aprenden a luchar y poseen una biblioteca biológica que identifica a los invasores con los que el organismo ya se ha encontrado. Sin embargo, es un sistema que no es perfecto: el Covid-19 lo dejó claro. Durante la pandemia, muchas muertes se debieron a que el sistema inmunitario trabajó con demasiado entusiasmo y de esa misma forma estos equívocos o funcionamientos malentendidos pueden ayudar a que algunas alergias actúen o enfermedades graves se extiendan, pero al final el sistema inmunitario se vale de un organismo más sano para poder defenderse.

La conformación del sistema inmunitario

El doctor Ariel Vilchis del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM, señala que es importante reforzar este sistema que nos protege de los agentes externos para limitar nuestra vulnerabilidad. Comenta que si bien es cierto que la genética tiene un gran papel en su conformación, ya que hereda información que es determinante para la construcción del sistema inmunitario, existen otras variables que lo van moldeando.

“La gestación y el nacimiento también son momentos críticos, pues tiene que ver la salud de la madre durante el embarazo, el número de semanas al nacimiento, así como si fue parto o cesárea”. Mientras más óptimas sean estas condiciones, el sistema de defensas del recién nacido también se verá compensado. Agrega que también se ha demostrado que los niños que son alimentados durante sus primeras semanas de vida con leche materna en lugar de fórmulas lácteas, tienen un mejor sistema inmunitario.

El doctor Vilchis explica que en la medida en que el ser humano se desarrolla e integra a la sociedad, su sistema inmune se va nutriendo de diferentes variables, como las condiciones sociales. Alguien que no está en condiciones de pobreza y tiene acceso a mejor calidad de alimentación y ejercicio, será menos vulnerable a los agentes externos. “La educación también se considera una variable importante, ya que nuestras decisiones sobre nuestro estilo de vida, dependen del nivel de información que tengamos”. Además, dice, el estrés es gran enemigo de nuestras defensas, pues se produce una inflamación crónica en el organismo.

En el libro Inmune, de Philipp Detmer (Paidós, 2024) se realiza uno de los viajes más puntuales sobre la conformación y retos de nuestro sistema inmunitario. El divulgador alemán afirma que la inflamación crónica da un mayor riesgo de padecimientos como la diabetes, enfermedades cardiacas y autoinmunitarias, e incluso, cáncer. El estrés cambia la conducta de las llamadas células T colaboradoras que las hace tomar “decisiones equivocadas”, desequilibrando la reacción imnunitaria. Menciona que el estrés también libera hormonas, como el cortisol, que desactiva y suprime al sistema inmunitario volviéndolo más débil y menos capaz de hacer su trabajo correctamente.

¿Somos lo que comemos?

“La alimentación es fundamental. Hemos vivido una transición muy importante con nuestra fuente básica de alimentación, pues lo natural se cambió por los alimentos ultraprocesados y esto ha provocado un cambio importante en la flora intestinal”, señala Vilchis. La microbiota intestinal juega un papel muy importante en la digestión y fermentación de carbohidratos, la producción de vitaminas, así como en el desarrollo y maduración del sistema inmunitario mucosal gastrointestinal (GALT) y en la defensa frente a patógenos intestinales.

La inflamación, en cierta forma, es un mal necesario que ayuda al organismo a curarse, pero cuando esta condición es permanente, eleva el riesgo de problemas de salud graves. Las dietas ricas en alimentos procesados y azucares están relacionados con esta inflamación. En un estudio reciente de la Universidad de Stanford se identificaron los grupos de alimentos más puntuales para combatir la inflamación que merma el sistema inmunitario.

Las verduras son esenciales para mantener el microbioma intestinal, en especial las verduras de hojas verdes con alto contenido de antioxidantes, así como verduras ricas en apigenina con propiedades antiinflamatorias, como apio, zanahoria y perejil. Las frutas ricas en vitamina C, así como las ricas en flavonoides (como cerezas y moras azules) juegan un papel determinante.

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Entre el grupo de leguminosas recomendadas se subrayan lentejas, frijoles, edamame y tofu, mientras que se sugiere el consumo de especias como curcuma, jengibre, cardamomo y ajo. Se suman a la lista los alimentos fermentados sin azúcares añadidos, así como ácidos grasos omega-3 (salmón, arenque, atún, huevo, nueces de castilla, ajonjolí y semillas de girasol). El café y el té son ricos en antioxidantes, así que su consumo moderado también puede ayudar a reducir la inflamación.

Durante esta temporada se promociona el consumo de muchos suplementos, pero Vilchis señala que el consumo de estos productos solo es complementario porque en realidad la primera línea de acción para equilibrar las defensas es la alimentación balanceada. “En esta época los cambios de temperatura y la concentración de contaminantes sí están asociados a diversas alteraciones que pueden afectar nuestro sistema inmunitario”, dice y puntualiza el papel de las vacunas para darle elementos extra a nuestro organismo para enfrentar a los enemigos recurrentes de esta época del año.

En el libro Inmune, Dettmer, concluye señalando que en realidad nadie sabe cuántas células, de qué tipo específico y en qué cantidad son necesarias para que el sistema inmunitario funcione de manera óptima, así que cualquier producto que prometa “estimular” el sistema inmunitario en unas cuantas tomas, en realidad sólo planea vender algo sin un sustento real. El problema es que a los humanos nos encantan las soluciones fáciles y un estilo de vida equilibrado y saludable no siempre encaja en esa consigna.

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