Ciencia y Salud

MEXU, la biblioteca verde de México

Custodiado por la UNAM, el Herbario Nacional tiene la colección de plantas más grande de AL: un millón 300 mil

Martha Olvera, técnica académica del Herbario Nacional, muestra parte del acervo al que cada mes se incorporan 2 mil 500 ejemplares nuevos. Foto: GERMÁN ESPINOSA. EL UNIVERSAL
13/08/2018 |23:20Leonardo Domínguez |
Redacción El Universal
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luis.dominguez@clabsa.com.mx

En las hojas de miles de plantas del Herbario Nacional de México (MEXU) están grabadas la Colonia, la Independencia y la Revolución del país. Este acervo conserva plantas que datan desde la época de la Nueva España hasta nuestros días. Es la colección científica de su tipo más grande de Latinoamérica con un millón 300 mil ejemplares.

La colección, custodiada por la Universidad Nacional Autónoma de México a través del Instituto de Biología, resguarda, en su mayoría, plantas vasculares, briofitas, hongos, líquenes y algas con el propósito de “generar conocimiento en la sistemática de la vegetación nacional y buscar entender la evolución de los distintos grupos”, explica Martha Olvera, técnica académica del MEXU.

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MEXU, la biblioteca verde de México

Las actividades que se realizan en MEXU, explica Olvera, son estudios de taxonomía: la descripción de especies nuevas para la ciencia, revisiones de familias y géneros, inventarios bióticos y estudios filogenéticos.

“Consideramos al Herbario como un gran banco de datos, donde no sólo los biólogos pueden acceder a esta información. Es como una gran biblioteca, abierta a todo público, con información de tipo taxonómica y ecológica en el uso de las plantas, e inclusive con registros de plantas exóticas que amenazan a otras poblaciones naturales”, comenta la académica.

El recinto fue creado en 1929 pero su historia es mucho más antigua: obtuvo en herencia el acervo de la Dirección de Estudios Biológicos (1915), que a su vez recibió la colección del Instituto Médico Nacional (1888), que era el organismo oficial encargado de integrar conocimientos sobre recursos naturales.

La clave para conservar por tantas décadas un ejemplar radica en llevar a cabo una adecuada colecta. Cada especie requiere de técnicas particulares; por ejemplo, las hierbas deben ser recogidas junto a su raíz y, dependiendo del tamaño, se recabará completa o sólo una fracción.

El reto se presenta cuando hay ejemplares tan voluminosos como las cactáceas, arecáceas o especies acuáticas. Las palmeras tienen sus hojas en el ápice, un obstáculo de varios metros de altura, y a veces se tienen que tomar muestras de su inflorescencia. Mientras que de los agaves se selecciona una penca y se le retira el tejido para conservar su epidermis, describe Olvera.

Después de la colecta, la planta pasa por un proceso de prensado y secado. La prensa botánica es una estructura de madera que comprime los ejemplares; en esta fase se debe respetar la dirección que tiene cada parte del espécimen (tallo, hojas, flores). Luego pasa a un secado a una temperatura de 35°C, sin embargo, “algunos ejemplares son muy lábiles al calor (flamables), y se debe tener extremo cuidado pues se pueden perjudicar o llenar de hongos”.

MEXU, la biblioteca verde de México

Al momento de realizar la ficha de colecta es necesario registrar los datos geográficos y ecológicos. El valor de un buen ejemplar, puntualiza Olvera, consiste en un correcto estado del espécimen acompañado de sus datos precisos; de nada sirve la colecta de una especie exótica sí sus referencias son erróneas o viceversa.

“Además del Valle de México, las zonas tropicales como Chiapas, Oaxaca y Veracruz están bien representadas en el Herbario Nacional; del norte del país tenemos una muestra menor. Es cierto que poseemos la mayor colección de plantas mexicanas, pero no hay que olvidar que existen herbarios regionales, como los de Durango o Baja California, que contribuyen en su zona. Una forma de enriquecer la colección del Herbario es a través del intercambio de ejemplares y de conocimiento científico con otras instituciones”.

Colaboración regional. Desde 1980, MEXU participa en el proyecto para investigar y catalogar la flora mesoamericana, en colaboración con el Missouri Botanical Garden y el Natural History Museum de Londres, y publicar la primera Flora regional a gran escala escrita en español. Su objetivo es describir todas las plantas vasculares (aquellas que no producen semillas) que se encuentran en los estados del sureste de México, incluyendo la península de Yucatán, y en países de Centroamérica.

El 23% de la colección que resguarda el Herbario Nacional proviene de intercambios, debido a que mantiene convenios con 150 recintos nacionales y extranjeros. Una de las prioridades aquí es descontaminar cualquier planta que vaya a ingresar a la colección: “Las congelamos por 72 horas a -32°C y esto hace que mueran huevos y larvas de cualquier insecto. También realizamos fumigaciones preventivas, donde usamos derivados de piretrina”, explica Martha Olvera.

Saltar de la hoja a la red. A finales del siglo XVIII se realizaron las primeras excursiones de la Real Expedición Botánica a Nueva España a cargo de Martín de Sessé. La tarea incluía el estudio e ilustración de las especies halladas durante el viaje, pues registrar las formas y colores de las plantas también era primordial. Los dibujantes de la expedición fueron Atanasio Echeverría y Vicente de la Cerda.

Actualmente, el Herbario Nacional realiza una misión similar: facilitar una consulta fidedigna de cada ejemplar en imágenes. El proyecto de digitalizar su acervo comenzó en 2004 y, a la fecha, se ha publicado 100% de la colección en el portal de Datos Abiertos de la UNAM, aunque es una labor de constante actualización.

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Durante este proceso se corrobora la nomenclatura de cada ejemplar. La digitalización comprende un código de barras, escala de medición e imágenes de alta resolución en formato TIFF, acompañado de una cartilla de colores GretagMacbeth. “Nos preocupamos mucho por la calidad de las imágenes porque queremos que al momento de ser consultadas y hagan zoom en alguna planta, se pueda ver caracteres morfológicos que sólo podrías apreciar con un microscópico”, dice la curadora.

Técnicos del MEXU cuentan que cada mes incorporan 2 mil 500 ejemplares nuevos a la colección; más de 25 mil al año. A pesar de ello, reconocen que aún hay mucho trabajo y zonas por explorar. “Con un fragmento de hoja se puede identificar la composición molecular del espécimen, conocer su familia, su género, pero además aprender la historia de una región”, relata Rosario García.

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