Nuestra memoria es fugaz, sobre todo en estas épocas de encierro. Probablemente pocos recuerden que el pasado 16 de abril, el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell presentó los resultados de un modelo que denominó “científico”. Sus imágenes proclamaban, con mayúsculas y negritas, el fin de la epidemia para el 25 de junio en el Valle de México. Y pocos deben recordarlo, porque sus predicciones cambian cada vez que se acercan las fechas en las que se deberían cumplir, sin que proporcione explicación alguna.
Así se ha anunciado repetidamente el supuesto “momento cumbre de la epidemia”. Primero se dijo que sería el 8 de mayo. Pero ese pico no llegó, como tampoco lo hicieron las cúspides de contagios pronosticadas posteriormente, para fines de mayo o junio. Y hoy aquí estamos, es ya 25 de junio y el posible fin de la epidemia sigue sin estar a la vista. El túnel continúa sumido en la penumbra y la sociedad ya no se fía de los pronósticos oficiales.
Gestionar la crisis en curso requiere de evidencia confiable y buenos datos estadísticos. Sin embargo, los números proporcionados por la SSA acerca del total de contagios y decesos por el Covid-19 son incompletos y vienen con retrasos. México realiza muy pocas pruebas y por eso el número de casos positivos detectados es muy bajo respecto a la realidad, como se puede constatar comparando con países similares al nuestro. Además, los datos de los pacientes se capturan tarde y las bases de datos no reflejan lo que ya ha sucedido al momento en que se dan a conocer. Los montos que la SSA publica cada día subestiman sistemática y drásticamente el número de contagios y de fallecimientos al día del corte.
Es por eso que me parece que el mejor servicio público para el lector es proporcionarle tres reglas muy simples que pueden ayudarle a traducir las cifras proporcionadas por el subsecretario a lo que serían números mucho más cercanos a la realidad. Es como si el vocero de la SSA nos transmitiera la información en un idioma extranjero y tuviéramos que utilizar un diccionario para descifrar lo que en realidad está diciendo. Así como hacía aquel famoso vocero de Vicente Fox, quien traducía sus garabatos verbales en prosa inteligible.
Formulemos entonces las reglas de conversión para acercar los datos de la SSA a la realidad. Los factores de corrección que damos más adelante deberán adaptarse poco a poco a medida que pasa el tiempo, pero tienen un margen de aplicación de unas tres o cuatro semanas. Los factores los hemos calculado al 19 de junio, y tendrán validez unas semanas más allá de esa fecha.
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LA SSA tiene un retraso sistemático en la captura de datos, pero de su historial estadístico de contagios con Covid-19 se puede establecer que, para una fecha dada, por ejemplo el 17 de mayo, la información que llega retrasada de los 20 días previos al 17 de mayo hace que prácticamente se duplique el número de contagios originalmente reportados para esos 20 días. Aplicando esta corrección a los datos de contagios reportados por la SSA hasta el 19 de junio (170,485) nos encontramos con que hay que agregar 58,400 casos (34% de 170 mil) a los reportados originalmente por la SSA para corregir el retraso administrativo. De los números resultantes y redondeando obtenemos un factor de rectificación que nos permite formular la
•PRIMERA REGLA
El número de contagios que anuncie la SSA para un día determinado hay que multiplicarlo por el factor 1.3 para saber cuántos contagiados debería tener la base de datos completa para ese mismo día. Esto es, para cuando se terminen de ingresar los datos ya existentes, pero que están pendientes.
De manera similar hay un retraso también en la captura de los datos de fallecimientos. Este retraso es aún mayor, puede ser de casi un mes. Revisando cuál ha sido el factor de corrección de los datos de decesos en el pasado, se puede aplicar ese factor de corrección al último mes de los decesos reportados hasta el 19 de junio (20,934). Así obtenemos que hay que agregar 7,751 decesos más, cuyos datos ingresarán retrasados a la base de datos. El total esperado de decesos al 19 de junio es entonces de 28,145. De esos números, y redondeando, obtenemos la
•SEGUNDA REGLA
El número de decesos que anuncie la SSA para un día determinado hay que multiplicarlo por el factor 1.4 para saber cuántos decesos “oficiales” habrá en la base de datos de la SSA cuando se terminen de ingresar los datos de fallecimientos ya ocurridos, pero que se capturan tarde.
También sabemos que, en base a un conocido análisis que fue publicado en la revista Nexos, hay un importante subregistro en las actas de defunción reportadas por la SSA para la CDMX. La gente muere de Covid-19, pero en las actas de defunción de la CDMX eso queda asentado solo en 25% de los casos. La SSA podría aclarar esto de inmediato, si quisiera, pero no lo hace, ya que no publica los datos de decesos totales en el país ni los decesos de la plataforma IRAG (Infecciones Respiratorias Agudas Graves). Suponiendo, de manera muy optimista, que el factor de subregistro en todo el país sea de 50%, hay que duplicar los decesos “oficiales” de la SSA para tener una mejor aproximación a la realidad. Aplicando este factor podemos ajustar las 28,685 personas fallecidas al 19 de junio: en realidad deberían ser 57,400 considerando el subregistro de actas, redondeando. De manera que la segunda regla queda así:
•SEGUNDA REGLA MODIFICADA
El número de decesos que anuncie la SSA para un día determinado hay que multiplicarlo por el factor 2.8 para paliar el retraso administrativo y compensar el subregistro de actas de defunción.
Como sabemos, México no aplica suficientes pruebas y el número de contagios reportados por la SSA es muy bajo respecto a la realidad. Si suponemos que la tasa de mortalidad real en México es de 2% (un porcentaje similar al de otros países), estas 57,400 defunciones del 19 de junio corresponderían a 2.8 millones de contagios hacia el 1 de junio (asumiendo que entre contagio y deceso transcurren 18 días). El 1 de junio, la SSA reportó solamente 93,435 casos. Entre 2.8 millones y este último número hay un factor de 30, lo que nos lleva a nuestra
•TERCERA REGLA
El número total de contagios que anuncie la SSA para un día determinado debe ser multiplicado por 30 para tener una estimación más realista de los contagios reales.
Todas estas reglas las podemos ahora aplicar, vertiéndolas en un manual de usuario:
MANUAL DE TRADUCCIÓN
del Dr. López Gatell
(Aplicado a los datos del martes 23 de junio)
1) Encienda su televisor y encontrará las cifras oficiales. Por ejemplo, los datos del 23 de junio: 191,410 contagiados y 23,377 defunciones a ese día.
2) Primera regla. El número de contagios “oficiales” de la SSA debe ser 1.3 veces mayor que 191,410, o sea 248,833 contagiados al 23 de junio.
3) Segunda regla modificada. El número de decesos más realista es 2.8 veces las 23,377 defunciones anunciadas, para un total de 65,455 fallecidos al 23 de junio.
4) Tercera regla. El número más realista de contagios es 30 veces los 191,410 casos reportados por la SSA, o sea 5.7 millones de contagiados al 23 de junio.
En todo lo anteriormente dicho no se han incluido los datos de las pruebas realizadas por las instituciones privadas de salud, que la misma SSA ha comunicado que no incorpora en sus reportes diarios.
Este ejercicio parte de los datos que dan diariamente las autoridades, pero le permite al lector ir más allá, para tener una idea de cuáles pueden ser los números más realistas de contagios y decesos en México. Hay un margen de error en las estimaciones, pero queda claro que el número de decesos es muy superior a las estadísticas que proporciona la SSA (180% mayor). Además, el número de contagiados parece que ya alcanza los millones de casos, pero es aún una fracción pequeña de la población total del país. Volkswagen en Puebla acaba de aplicar la prueba rápida del Covid-19 a 5,100 de sus trabajadores y reportó 2% de casos positivos (extrapolado al país eso significaría al menos 2.5 millones de contagiados activos en México). Es decir, tenemos ya efectivamente millones de contagiados, pero estamos lejos aún de la “inmunidad del rebaño”, cuando la epidemia se extingue por sí sola. La tasa de crecimiento de los contagios reportados por la SSA hasta el 23 de junio fue además mayor al 2.8% diario, por lo que no se puede esperar que baje sustancialmente la correspondiente tasa de crecimiento de fallecimientos en las tres semanas posteriores al 25 de junio, el “fin de la epidemia”.
Todo esto muestra que, en última instancia, la decisión de abrir la economía independientemente del color del semáforo es una decisión política y económica, no de salud pública. Seguirán muriendo dos de cada 100 infectados, la mayor parte de los cuales pertenecen a los sectores más desprotegidos de la población y no gozan del privilegio de retraerse a la home office, como sí podemos hacer los académicos, los políticos, los empresarios y los trabajadores de oficina. Es triste, pero los pobres van primero, literalmente.