Cientos de cilindros de cloro envasado dejaron escapar un arsenal de nubes de gases tóxicos. En la primavera de 1915, las trincheras de Ypres, en Bélgica, se convirtieron en uno de los primeros escenarios del uso moderno de armas químicas. Algunas crónicas describen lo sucedido como un amarillento mar de tierra que ahogaba al desatar una tos violenta que llevaba hasta la asfixia. Se calcula que entre 1915 y 1918 se emplearon 125 mil toneladas de compuestos químicos tóxicos que provocaron alrededor de 100 mil muertos y más de un millón 300 mil bajas.
99% DE LAS ARMAS QUÍMICAS reportadas a nivel mundial se han destuido hasta hoy, por acuerdo de las naciones que integran la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).
Fritz Haber, destacado científico alemán, merecedor de un Nobel por utilizar el nitrógeno del aire para hacer amoníaco con el que se elaboran los fertilizantes nitrogenados para la alta producción de cultivos, también fue uno de los grandes impulsores de las armas químicas entre las tropas alemanas. Según datos de Naciones Unidas, desde la Primera Guerra Mundial las armas químicas han causado más de 1 millón de muertes en todo el mundo. Hace casi un siglo, en 1925, se firmó el Protocolo de Ginebra, el primer paso multilateral para prohibir el uso de armas químicas en la guerra.
Poderío químico
El doctor José Luz González, académico de la Facultad de Química, señala que existen convenios internacionales para evitar que se produzcan este tipo de armas, como La Convención sobre las Armas Químicas, que entró en vigor en abril de 1997 dando origen a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ). Actualmente hay 193 países comprometidos con el acuerdo y hasta el momento se han destruido alrededor del 99% de las armas químicas reportadas a nivel mundial.
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Egipto, Israel, Corea del Norte y Sudán del Sur no forman parte del acuerdo. Por otra parte, el especialista señala que pueden existir armas químicas no declaradas por algunos países, además de las producidas por pequeños grupos con diferentes intereses políticos o religiosos. Cabe señalar que el régimen sirio ha hecho uso de las armas químicas en múltiples ocasiones durante la última década.
Un nuevo conflicto bélico siempre brinda posibilidades de que se puedan utilizar las llamadas armas químicas, que se reconocen como sustancias utilizadas para causar intencionalmente daños mediante sus propiedades tóxicas. Dentro de su definición también se incluyen las municiones, dispositivos y diferentes equipos diseñados para convertirlas en materiales nocivos.
“Algunas de las armas químicas más conocidas que se empezaron a utilizar en la Primera Guerra Mundial son el cloro, el fosgeno, así como los gases mostaza. Posteriormente, se empezaron a desarrollar otro tipo de sustancias más tóxicas que atacan al sistema nervioso central, lo que llamamos agentes neurotóxicos como el sarín (GB), tabún (GA), somán (GD) y VX. Tienen diferentes efectos, pero las cantidades que se utilizan para afectar a un organismo, son mucho menores”.
Cuando hay sospecha de un ataque con armas químicas, se cuenta con ejércitos y equipos especializados para la detección”: José Luz González, Académico de la Facultad de Química.
Según datos de la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR), los agentes tipo G son de manera general líquidos transparentes, incoloros y sin sabor, que se mezclan con agua y con la mayoría de los solventes orgánicos. El GB no tiene olor y es el más volátil de estos compuestos, mientras que el GA tiene un ligero olor a fruta y en el GD se percibe un leve olor a alcanfor. Por otra parte, el VX es un líquido aceitoso transparente, sin olor y de color ámbar. Se mezcla con agua y se disuelve en todo tipo de solvente. El VX es el menos volátil de estos agentes, pero se impregna en las superficies con mayor firmeza.
González explica que los efectos de los agentes neurotóxicos son menos impactantes visualmente, porque, por ejemplo, los gases mostaza, son sustancias vesicantes que irritan y provocan ampollas de gran tamaño, en cambio un neurotóxico entra al organismo y puede paralizar los músculos para respirar pero al exterior aparentemente no sucede nada.
El especialista subraya la diferencia entre armas químicas y biológicas. Las primeras son compuestos químicos, mientras que las segundas son producidas por seres vivos; sin embargo, hay ciertas sustancias que pueden ser tanto producidas por microorganismos como generadas químicamente y que, de hecho, están enlistadas tanto en el control de la Convención de las armas químicas, como en la de armas biológicas. Tal es el caso de la ricina, un potente veneno que se obtiene de las semillas de ricino.
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Monitoreo constante
“El temor de un ataque químico existe porque siempre hay la posibilidad de que suceda. La finalidad de este tipo de armas quizá no es precisamente hacer daño, sino provocar temor, generar miedo hacia algo que no podemos ver”, señala el químico. El escenario actual de la invasión de Rusia a Ucrania no huye de esta posibilidad.
Cuarenta mil toneladas de armas químicas guardaba Rusia después de la disolución de la URSS. El arsenal reportado fue destruido, pero diversos capítulos de la política rusa ligada a su afición a los venenos, suma suspicacias. Diversas acusaciones por parte de diplomáticos rusos, han hecho desconfiar de un posible ataque químico donde se buscaría culpar al enemigo.
Uno de los retos científicos en todo el mundo son los sistemas de monitoreo. “Cuando hay sospecha de un ataque con armas químicas, se cuenta con ejércitos y equipos especializados para la detección. A mí me toco llevar entrenamientos en EU, Holanda y Austria, donde se hacían análisis para detectar este tipo de sustancias en campo”. Cada vez se encuentran nuevas alternativas para detectar el riesgo. El académico señala que recientemente se hizo una investigación en EU, donde encontraron que mediante los intestinos de las moscas es posible rastrear el uso de armas químicas. Así, en lugar de enviar personas a obtener muestras y después analizarlas, se pueden atrapar moscas en un perímetro sospechoso y mediante determinadas técnicas de análisis: determinar si estuvieron expuestas a ciertos tóxicos.
1 MILLÓN DE MUERTES han causado las armas químicas en todo el mundo desde que comenzaron a usarse en la Primera Guerra Mundial, según datos de la ONU
González formó parte del proceso que generó hace más de 20 años la Convención sobre las Armas Químicas y comenta que, desde su perspectiva, la OPAQ se ha fortalecido en sus diferentes objetivos. “El primer objetivo era la destrucción de las armas químicas existentes en el mundo, para lo cual se hizo un inventario de alrededor de 70 mil toneladas en nueve países como los principales poseedores de armas químicas. Hasta este momento se han destruido casi la totalidad de las armas registradas, pero ese no es el único objetivo de la organización”.
Explica que otro objetivo es la destrucción de las instalaciones donde se produjeron estas armas y también hay un gran avance en este sentido. “Otro de los objetivos es que no se vuelvan a producir estas armas, para lo cual se realizan controles a la industria química que genera sustancias que sirven para este fin, pero que también se utilizan para la producción de bienes de consumo”. Al no poderse prohibir, pues son insumos necesarios, se realizan inspecciones a la industria química para corroborar que la materia prima no se utilice en forma de tóxicos que puedan ser utilizados como armas.
El otro objetivo de la OPAQ que enuncia el especialista es ayudar, principalmente a los países en desarrollo, en el uso de la química para fines pacíficos. A través de proyectos de investigación y la promoción de becas se busca generar trabajos que ayuden en diversas situaciones donde la química ponga el acento, desde protegerse de un ataque bélico hasta controlar un accidente en una planta química.