¿Alguna vez te has preguntado quién inventó los foquitos navideños?, estos arreglos decorativos, que anuncian la llegada de la Navidad , suelen ser uno de los favoritos para adornar los pinos, las fachadas de las casas y de los centros comerciales, que ofrecen un espectáculo a la vista. Aunque es ya una tradición común, aquí te contamos un poco de Edward Hibberd Johnson, quién con su invención cambió el modo de ver la festividad, y qué relación tuvo con el científico Thomas Alva Edison.
Pese a que la tradición decembrina dicta, actualmente, adornar nuestros árboles con foquitos, esferas o copos de nieve, no siempre fue así, ya que en la mitología escadinava se creía que la Tierra y los astros colgaban de un árbol de gran tamaño, en el cual las raíces representaban el reino de los muertos y la copa del arbusto, la casa de los dioses, es por ello que adornaban cada diciembre un árbol seco; era decorado con velas para celebrar el solsticio de invierno, fenómeno que se produce cada 21 de diciembre y que representa el cambio de estación.
Posteriormente, la creencia nórdica fue adoptada por los evangelistas- predicadores de los apóstoles- que le otorgaron un sentido religioso. Desde ese entonces, cada fin de año se celebra el nacimiento de Jesucristo.
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Thomas Alva Edison (1847-1931) inventó la primera bombilla eléctrica incandescente duradera y barata, esto lo llevó a posicionarse como el pionero del descubrimiento, aunque se dice que su trabajo se basó en por lo menos 22 inventos propuestos, anteriormente, por otros científicos.
Aunque no fue el inventor original, sí fue el primero en hacer que un filamento de carbono -material resistente que soporta temperaturas altas- se iluminara y resistiera el paso de la corriente eléctrica, dentro de una campana de cristal.
Antes de la invención del foco, en el siglo XVIII la luz artificial constaba de focos hechos a base de petróleo, gas y otros componentes. Edison logró que la vita util de una bombilla durara hasta 13 horas y media, a diferencia de las lámparas anteriores que eran de una duración mucho menor. El producto alcanzó tal éxito que fue aceptado inmediatamente para su comercialización, además, revolucionó la forma de vida y consagró nuevas prácticas culturales.
Edward Hibberd Johnson (1846–1917) fue un inventor, ingeniero y empresario estadounidense que se convirtió en el socio comercial de Alva Edison en diferentes proyectos, uno de ellos fue la compañía “Edison Electric Light Company”, dónde fue nombrado vicepresidente.
La historia entre estos dos innovadores se remonta a 1871, cuando Johnson contrató a Edison, quien en ese entonces tenía 24 años, para ser consultor de "Automatic Telegraph Company". El desempeño del joven Thomas, dentro de la empresa, deslumbró tanto al ingeniero que éste se dispuso a seguir al inventor de la luz, para colaborar y comercializar sus ideas. Hasta este momento, ninguno de los dos imaginaría que esa relación laboral cambiaría el rumbo de la Navidad.
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El 22 de diciembre de 1882 en una casa con dirección 136 East 36th Street de la ciudad de Nueva York, Edward Johnson colocó un árbol junto a su ventana que miraba hacia la calle. El ingeniero adornó el pino con 80 focos rojos, blancos y azules de tamaño pequeño, que prendían y apagaban. Aquella noche, el árbol ofreció un espectáculo de brillo y color para los transeúntes, que curiosos observaron el cristal, la situación tuvo tanto impacto que el árbol fue captado por un reportero llamado Croffut.
"Anoche caminé más allá de la Quinta Avenida y llamé a la residencia de Edward H. Johnson, vicepresidente de la compañía eléctrica de Edison. Allí, en la parte trasera de los hermosos salones, había un gran árbol de Navidad que presentaba un aspecto muy pintoresco y misterioso. Estaba brillantemente iluminado con muchos globos de colores del tamaño de una nuez inglesa y giraba unas seis veces por minuto en una pequeña caja de pino. Había ochenta luces en total encerradas en estos delicados huevos de vidrio, y divididas aproximadamente a partes iguales entre blancos, rojo y azul. A medida que el árbol giraba, los colores se alternaban, todas las lámparas se apagaban y se volvían a encender en cada revolución. El resultado era un parpadeo continuo de colores danzantes, rojo, blanco, azul, blanco, rojo, azul --- todos noche.
No es necesario que les diga que el centelleante árbol de hoja perenne era una hermosa vista; uno difícilmente puede imaginar algo más hermoso. El techo estaba cruzado oblicuamente con dos cables de los que colgaban 28 más de las diminutas luces; y todas las luces y el árbol fantástico en sí con su fruta estrellada se mantenían encendidos por la leve corriente eléctrica traída desde la oficina principal a través de un hilo vaporoso. El árbol se mantenía girando mediante una pequeña manivela oculta debajo del piso que se accionaba con electricidad. Fue una exposición magnífica ", relató el reportero.
El árbol en la sala de la casa de Johnson en la ciudad de Nueva York .Foto: Especial
Paulativamente, esa idea se extendió en Estados Unidos (EU) convirtiendose en una tradición, y la empresa eléctrica de Thomas comenzó a comercializar a inicios de la década de 1890, que vendieron su producto como una forma segura para adornar, pues el uso de las velas podía desencadenar un incendio.
Promoción de la venta o alquiler de bombillas de luz navideña impresa en la revista "McClure's Magazine" en noviembre de 1901. Foto: Especial
Los focos de colores alcanzaron gran auge cuando en 1895, Grover Cleveland, presidente de EU inauguró el primer árbol de Navidad con cientos de luces de diversos tonos. De esta forma, "una idea brillante" y la relación entre ambos científicos logró cambiar el rumbo de la historia, pero también de la tradición navideña que se sigue practicado hasta nuestros días, iluminando cada diciembre el mundo entero, y fue así que Edward Hibberd Johnson se convirtió en el creador de las luces decembrinas.
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