El engaño se prolongó durante dos décadas y tuvo entre sus víctimas a la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés).
Una investigación federal de ese país llevó a dos empresas del sector industrial del aluminio a declararse culpables de participar en un esquema fraudulento que perjudicó a la NASA, al Departamento de Defensa de EE.UU. y a otros clientes comerciales.
La agencia espacial estadounidense asegura que, a causa de los "materiales defectuosos" de aluminio que recibió, fallaron las misiones del cohete Taurus XL que buscaba poner en órbita al Observatorio Orbital del Carbono (2009) y al satélite Glory(2011).
Para el Departamento de Justicia, esa acusación no estaba plenamente comprobada, pero no descartó que así haya ocurrido.
No obstante, Hydro Extrusion Portland, anteriormente conocida como Sapa Profiles Inc. (SPI), y su matriz corporativa, Hydro Extrusion USA, anteriormente Sapa Extrusions Inc. (SEI), acordaron pagar US$46 millones al gobierno de EE.UU. y otros clientes privados afectados.
"Durante casi 20 años, Sapa Profiles y Sapa Extrusions falsificaron pruebas vitales sobre el aluminio que vendían, pruebas de las que dependían sus clientes, incluido el gobierno de EE.UU. para garantizar la confiabilidad del aluminio que compraron", dijo el fiscal general adjunto Brian A. Benczkowski.
"La avaricia corporativa y personal perpetuó este fraude contra el gobierno y otros clientes privados, y esta resolución responsabiliza a estas compañías por los daños causados por su esquema", añadió.
La NASA afirma que debido a la utilización de aluminio que no tenía la resistencia adecuada, ya que las firmas falsearon sus resultados, perdió US$700 millones y muchos años de investigación.
"Cuando se alteran los resultados de las pruebas y se proporcionan falsas certificaciones, las misiones fallan", dijo Jim Norman, director de servicios de lanzamiento de la NASA en Washington.
Pero el Departamento de Justicia indicó en un comunicado que "no ha habido ninguna determinación de responsabilidad "sobre la culpabilidad de SPI en las misiones fallidas.
En un comunicado publicado el martes, Hydro Extrusion Portland dijo que ha "invertido tiempo y recursos significativos para revisar completamente nuestras organizaciones de cumplimiento y calidad".
"Estamos comprometidos a atender las necesidades de nuestros clientes y realizar negocios con el más alto nivel de ética e integridad", señaló Charlie Straface, presidente de la unidad de negocios de Extrusión de América del Norte.
Las fábricas de aluminio en el estado de Oregón que manejaba SPI y SEI proveyeron componentes de ese metal a la NASA, el Departamento de Defensa y otros clientes privados.
Entre sus responsabilidades estaba realizar las "pruebas de tracción" que sirven para medir la resistencia de los materiales y que éstos se ajusten a los requerimientos de sus clientes.
Un componente de aluminio debe cumplir con un mínimo de resistencia para las misiones de la NASA, pues de lo contrario se corre el riesgo de que haya un desperfecto.
Luego de una larga investigación, el Departamento de Justicia informó que SPI y SEI admitieron que durante 19 años sostuvieron un esquema fraudulento "que incluyó la falsificación de miles de certificaciones de extrusiones de aluminio proporcionadas a cientos de clientes".
"Durante casi dos décadas, SPI y sus empleados cubrieron los procesos de fabricación por debajo del estándar al falsear descaradamente los resultados de las pruebas", señaló el fiscal federal G. Zachary Terwilliger.
Eso afectó a la NASA y sus misiones, así como al Departamento de Defensa en la fabricación de misiles.
Tanto la misión Observatorio Orbital del Carbono como la del satélite Glory fallaron en 2009 y 2011, respectivamente.
La NASA informó que luego de varios años, determinaron que una cobertura protectora de aluminio no se separó del cohete Taurus XL según lo previsto, lo cual impidió que llegaran a orbita debido a su peso.
La falla de las misiones "dieron como resultado la pérdida de más de US$700 millones y años de trabajo científico de la gente", dijo Jim Norman, de la NASA.
"Es fundamental que podamos confiar en nuestra industria para producir, probar y certificar materiales de acuerdo con los estándares que requerimos. En este caso, nuestra confianza fue gravemente violada", añadió.
Como parte del acuerdo judicial por US$46 millones, la NASA aceptó no ejercer más acciones legales contra SPI y SEI, pero recalcó que no se ha determinado si esas empresas son responsables de la falla de las misiones de 2009 y 2011.
"No ha habido ninguna determinación de responsabilidad", dijo la agencia en un comunicado.