Entre variantes y refuerzos de vacunas, la actividad científica de este año siguió tras las pistas del SARS-CoV-2. Ómicron, una nueva variante de preocupación, se sumó a la lista poniendo en evidencia dos cosas: el fortalecimiento de la secuenciación genómica para generar datos a mayor velocidad de manera global y la necesidad de nuevas dosis para enfrentar las diferentes formas del virus. Las variantes evidencian la evolución natural de un virus y por lo tanto seguirán apareciendo, pero la rapidez para detectarlas puede marcar la diferencia en el impacto del coronavirus. Las variantes seguirán evolucionando en las personas infectadas, sobre todo cuando sólo alrededor del 2% de las personas en los países de bajos ingresos han recibido un esquema completo de vacunación.
Las diferencias abismales entre el acceso a las vacunas siguen despejando el camino del virus con algunos limitados avances para frenarlos con otras herramientas, como el caso del lanzamiento de los primeros antivirales específicos contra el virus por parte de los laboratorios Pfizer y Merck, cuyos efectos reales en la población se podrán empezar a percibir hasta el año entrante.
La pandemia sigue siendo la protagonista de nuestras pequeñas y grandes historias, pero otros campos de investigación no frenaron sus metas. Este año tres misiones llegaron a Marte, dando nuevas pistas sobre la habitabilidad del Planeta Rojo, es decir, las condiciones geoquímicas y ambientales favorables para el origen y evolución de la vida.
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El 18 de febrero aterrizó en el cráter Jezero el rover Perseverance dispuesto a estudiar rocas, clima y subsuelo, en lo que representó el primer éxito de la Misión Mars encabezada por la NASA. La misión también hizo historia haciendo volar por primera vez un objeto en este planeta: el helicóptero con cara de dron llamado Ingenuity logró recorrer el planeta, lo que abre nuevas posibilidades de exploración espacial en superficies de acceso complejo para los rovers.
También el rover Zhurong de China, nombrado así en honor a una dinastía guerrera, logró instalarse en Marte como parte de la Misión Tianwen-1. La obsesión por el Planeta Rojo siguió su curso enfilando incluso a los Emiratos Árabes “en poner su granito de arena” en pos de la conquista marciana mediante la sonda espacial Hope. La nave entró a la órbita interplanetaria buscando tener una visión más amplia del sistema meteorológico en todas las regiones del planeta y observar la dinámica y las conexiones que se entretejen entre la atmósfera superior y la inferior según las estaciones del año. Entre otras pistas sobre las dinámicas con las que funciona este planeta, la sonda InSight de la NASA, lanzada hace tres años, también concluyó este año que Marte es un planeta geológicamente activo y con una corteza más delgada que la terrestre. Más datos se abonan para el futuro arribo de los humanos.
Medicina e inteligencia artificial
Las principales revistas especializadas, como Science y Nature, coinciden en varios temas fundamentales en el quehacer científico del año. Uno de estos tiene que ver con el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA). DeepMind, empresa de británica adquirida por Google después de que en 2013 terminara sus relaciones con Facebook, anunció en el verano de este año que había utilizado un sofisticado algoritmo para predecir la estructura de casi todas las proteínas expresadas por humanos. Esta había sido una anhelada meta de los científicos que se habían aproximado a sus estructuras pero con modelos no tan precisos. El algoritmo AlphaFold, aspira a descubrir los secretos de las enfermedades utilizando estas proteínas como objetivos para la creación de nuevos tratamientos.
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En una línea similar, se encuentran los avances de CRISPR, la edición de genes que ha sido promocionada como un cambio de reglas para el tratamiento de enfermedades. Finalmente, se publicaron estudios de ensayos clínicos que fortalecen este sueño. A mediados de este año, un grupo de investigadores introdujeron con éxito la maquinaria CRISPR-Cas9 en un organismo humano. Las empresas de biotecnología, Intellia Therapeutics, de Cambridge, Massachusetts; y Regeneron, de Tarrytown, Nueva York, probaron su tratamiento en un grupo de personas que sufren una enfermedad rara llamada amiloidosis por transtiretina que causa la acumulación anormal de una proteína en los órganos y tejidos del cuerpo. El estudio reportó que en todos los participantes se experimentó una caída en los niveles de la proteína editada. Cabe señalar que más de 350 mil estructuras de proteínas fueron liberadas en 2021 con el potencial de revolucionar la historia de la medicina.
Cambiando el ritmo de la historia
Este año también llegaron otras pistas que buscan escribir una nueva historia sobre cómo empezamos a caminar por América. La aparición de fósiles con huellas humanas en Nuevo México, trajo nueva evidencia de que los humanos llegaron a nuestro continente más de 15 mil años antes de lo que se pensaba. La sospecha ya estaba plantada hace tiempo, pero las más de 60 huellas encontradas en lo que hoy es el Parque Nacional White Sands en EU constituye una mejor evidencia de que los humanos ya estaban en la parte norte del continente en la última edad de hielo y que alcanzó su apogeo hace más de 20 mil años. El hecho fue consignado por Science en septiembre de este año, durante el cual también se presentó un nuevo avance que fortalecerá los estudios arqueológicos. Se trata de la posibilidad de extraer información genética sin la presencia de los huesos.
Finalmente, una mala y una buena. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26) se anunciaron nuevos compromisos, sin cumplir los previos y condenando al planeta a subir su temperatura gradualmente con las consecuencias climáticas que esto ocasiona. El planeta ya se ha calentado 1.1 ° C en comparación con el promedio en 1850-1900 y es probable que supere los 1.5 ° C en una década si se mantienen los niveles de emisiones actuales.
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En cuestiones más alentadoras, los físicos obtuvieron evidencias de la actividad de una partícula fundamental que cuestiona el modelo estándar de la física, pues se encontró que los muones, partículas grandes e inestables similares a los electrones, tienen una actividad electromagnética que desafía todas las predicciones teóricas, pero esto no es algo negativo, todo lo contrario: significa la posibilidad de encontrar nuevas respuestas físicas a las fuerzas que rigen el Universo.
El muón es una partícula elemental, (lo que significa que no se descompone en otras partículas), cuyas inesperadas reacciones fueron reportadas por investigadores del experimento Muon g-2 en Fermilab en Batavia, Illinois. Los científicos lanzaron miles de millones de muones alrededor del imán gigante de su laboratorio y encontraron que la velocidad a la que la orientación de los polos magnéticos de estas partículas se desviaba de las predicciones teóricas. La emoción desatada entre los especialistas tiene que ver con las nuevas puertas que se abren a la investigación, algo finalmente tiene que ver con las pulsiones básicas de la ciencia en general que este año siguió tras renovados objetivos además de las nuevas incógnitas trazadas por la pandemia.
2% de personas en los países de bajos ingresos han recibido un esquema completo de vacunación.
Más datos sobre avances
Antivirales. El lanzamiento de los primeros antivirales específicos contra el virus por parte de los laboratorios Pfizer y Merck, cuyos efectos reales en la población se podrán empezar a percibir hasta el año entrante.
Marte. El 18 de febrero aterrizó la primera misón en el cráter Jezero, el rover Perseverance dispuesto a estudiar rocas, clima y subsuelo.