Se hicieron visibles. La búsqueda por la primera dosis de una vacuna contra el Covid-19, ha llevado a los adultos mayores a congregarse en largas filas fuera de los centros donde escasamente llegan los biológicos.
Las diferencias de todo tipo se vuelven más evidentes entre este sector de la población en nuestro país. Algunos llegan caminando con diligencia, mientras otros se apoyan en bastones, andaderas y sillas de ruedas. Prevalecen quienes son auxiliados por familiares que se forman para obtener una ficha y saltan a la vista los que son acompañados por una cuidadora uniformada. Unos buscan ansiosamente establecer charla con el siguiente en la fila después de meses de reclusión forzada, mientras otros tienen la mirada perdida siguiendo el ritmo de la soledad acostumbrada.
En nuestro sistema de salud, las filas los han acompañado a lo largo de su vida. El país se los recuerda en plena pandemia: la espera será prolongada.
La pandemia sacó a relucir la transición demográfica que vive el país desde hace varios años y subrayó los enormes retos en salud pública y geriatría. Según cifras del INEGI, 9.1% de la población en México tenía 60 años o más en 2010. Una década después, el porcentaje subió al 12% y se prevé que en 2050 la cifra ronde el 25%.
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Lo que pasa en el mundo
La tendencia es mundial: la OMS proyecta que las personas con más de 60 años se multipliquen a más de dos mil millones en el mundo en 2050. Esta organización ejemplifica que a Francia le tomó 150 años para adaptarse a un incremento del 10 al 20% en esta proporción de la población, mientras muchos países, como el nuestro, deberán hacerlo en poco más de 20 años.
“El aumento de personas mayores en el país es evidente; sin embargo, vivir más años no significa tener la posibilidad de poder vivir en mejores condiciones o con buena salud y este es un problema particular en los países de economías intermedias como el nuestro”, señala el doctor José Alberto Ávila Funes, Jefe del Departamento de Geriatría del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. “Quien hoy tiene sesenta años, aspira a vivir en promedio 22 años más, pero una tercera parte de ese tiempo podría ser vivido con discapacidad, dependencia o una mala calidad de vida”, puntualiza.
8 de 10 PERSONAS muertas por Covid-19 en Espana e Italia eran personas mayores con cuidados prolongados
El también catedrático de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM sostiene que el reto no es extender la longevidad. “En geriatría se utiliza mucho el término de ‘compresión de la morbilidad’, es decir, tratar de retardar la pérdida de la autonomía o de complicaciones graves por enfermedad”.
La longevidad de la población trae consigo tener que enfrentar las consecuencias más fuertes de enfermedades crónico degenerativas, como las cardiovasculares, las metabólicas (como la diabetes) y el cáncer; además de síndromes geriátricos, como la pérdida del estado funcional o de la autonomía y el aumento de enfermedades neurodegenerativas, particularmente demencia y Alzheimer.
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Y añade: “Otras afectaciones graves en esta etapa de la vida están vinculadas a la salud mental, como la depresión así como la llamada fragilidad que se refiere a un estado de vulnerabilidad extrema, cuando no logran reponerse de algún suceso lo que los conduce a la discapacidad y a la muerte”.
De frente a la pandemia
Para el especialista, la llegada de la pandemia de SARS-CoV-2 supuso nuevos retos en salud pública para el tratamiento de estos grupos. “Desde el inicio de esta nueva enfermedad las observaciones mundiales fueron particularmente sobre las afectaciones a las personas mayores, algo muy contrastante a cuando tuvimos la pandemia de influenza H1N1, pues en aquella ocasión las personas mayores eran las menos afectadas y se hablaba probablemente de una inmunidad adquirida por algún virus que los atacó años antes y que evitó tener muchos fallecimien tos de adultos mayores durante 2009”.
Explica que con la pandemia de Covid-19 en México se vivió una situación particular, pues la afectación a los grupos de mayor edad no ha sido tan importante como en los países europeos, como Italia o España, donde cada ocho de diez personas que morían por Covid-19 eran personas mayores que vivían en lugares de cuidados prolongados.
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Para Ávila Funes, uno de los grandes retos para el Sistema de Salud en México es evitar que el edadismo (discriminación por edad) permee en los trabajadores de salud, para evitar que las personas mayores sean excluidas para tratamientos contra una enfermedad infecciosa, como ahora en la pandemia, pero en general para evitar cualquier tipo de discriminación. “Hay un debate sobre cuáles podrían ser las prioridades, pero lo que nunca se debe perder de vista es que nadie debe ser excluido tomando en cuenta solo su edad”.
Esta idea de no exclusión también debe estar presente como uno de los retos fundamentales para tratar a estos grupos con o sin pandemia.
“Un elemento clave es la sensibilización del personal de salud para tratarlos con igualdad y sin discriminación, abordarlos de manera correcta es fundamental, con equidad. Desgraciadamente entre médicos y personal de salud en general, también suele haber cierto rechazo porque les implican más cosas, pues no escuchan, no ven, no son rápidos. Es así que un elemento fundamental es la sensibilización hacia el envejecimiento”, asegura el geriatra y añade que lamentablemente en esta pandemia estos grupos estuvieron aún más solos, pues ahora hubo el pretexto perfecto para alejarse de ellos. “El reto es evitar ver a la vejez como algo decadente y ponerla en valor”.
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Por otra parte, la comunicación en salud pública también se refiere al diseño de estrategias adecuadas para mantener informada a esta población mediante canales que realmente les resulten accesibles.
El geriatra explica que las personas de 70 años o más en nuestro país tienen en su mayoría un perfil de bajos recursos, donde hay mayores tasas de baja escolaridad y pobreza, lo que los limita en el acceso a las tecnologías de la información. También hay una fuerte oposición de esta generación a acceder al aprendizaje para usar este tipo de instrumentos, lo que quedó en evidencia en el estrés que supuso la inscripción al registro de adultos mayores para la vacunación.
22 años MÁS en promedio aspira a vivir quien hoy tiene 60 años de edad
De vacunas y otras cosas
El médico recuerda que en México desde hace muchas décadas, la vacunación en general se forjó como una tradición mediante las llamadas semanas nacionales de vacunación, lo que, sin embargo, ha perdido su fuerza en los últimos años.
“Quizá algunas de esas estrategias para movilizar millones de dosis se tendrían que haber retomado. Es posible que ahora mucha gente pudiera quedar excluida al no poder comunicarse, no saber dónde acudir o simplemente no tener información adecuada sobre la utilidad y seguridad de las vacunas”.
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El especialista explica que, por otra parte, la infodemia ha permitido transmitir información errónea que es la que más fácilmente llega a estos grupos, pues lo malo, anecdótico o mágico permea más fácil para convertirse en verdad. Esto también tiene que ver con estrategias de comunicación con información
contradictoria.
Finalmente, para Ávila Funes la vacunación ha formado parte del engranaje que ha permitido extender la longevidad en el mundo. Subraya que durante esta pandemia, las vacunas que ya empiezan a circular en el mundo han mostrado ser eficaces y seguras para toda la población adulta.
“No hay ningún estudio que reporte que su uso en la población mayor sea grave o aparezcan más efectos secundarios. La única contraindicación abierta y clara es para quienes tengan reacciones alérgicas graves. De manera global no se contraindica; solo para las personas con descontrol de la enfermedad, por ejemplo, quien vive un proceso de quimioterapia activo que le puede suprimir sus defensas, pero después de salir de esa etapa se puede vacunar. Tampoco hay alguna indicación de que una vacuna pudiera ser preferible para cierto sector de la población. El beneficio es potencialmente mayor al riesgo, así que la mejor vacuna es la que haya disponible”.