Una mujer busca una película o serie en su plataforma predilecta. Le intriga que en la búsqueda aparezca alguien con su mismo nombre y un apelativo extra. “Joan es horrible” se llama la serie protagonizada por , quien lleva el mismo peinado y viste la misma ropa que ella. Toda su rutina mañanera se repite en la pantalla con acentos dramáticos en el guión que la hacen lucir más “mala”. Se trata de un capítulo de la serie británica Black Mirror que refleja el lado oscuro y satírico de la era tecnológica y los alcances de la IA en productos del entretenimiento.

La mujer se da cuenta que por no leer las letras pequeñas de las cookies, autoriza el uso de toda la información que su celular capta de ella, actuando como un espía que la graba en todo momento, y de paso, obtiene jugosos guiones basados en su vida real. Por otro lado, Salma Hayek no es la actriz que protagoniza la serie, sino una copia diseñada mediante IA. La industria está aprovechando la imagen e historias de otros sin invertir demasiado.

Muchas de las preocupaciones reales de sectores de la industria hollywoodense se vieron reflejados en la serie sobre las distopías contemporáneas. Todo puede suceder con la IA, para bien y para mal. El problema es que aún las reglas del juego no son suficientemente claras.

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En 1956 se acuñó el término Inteligencia Artificial (IA) por John McCarthy, profesor de Stanford, pero desde mediados del siglo pasado se empezaron a generar herramientas para cristalizar este sueño, como el aprendizaje profundo y el análisis predictivo. También nació un campo de estudio: la ciencia de datos. Estas herramientas se han vuelto más eficaces para combinarse y entrenar a máquinas que aspiran a pensar y actuar como nosotros.

Más de 200 mil millones de dólares genera la industria de IA al año. El 25% de las ganacias las produce China, mientras que EU genera 300 mil patentes. El 38% de los puestos de trabajo actuales podrían estar en riesgo para 2030 por las ventajas de la IA. Bajo estas premisas, probablemente, entre 70 y 375 millones de empleados tendrán que cambiar de profesión en 2030 o adaptarse a las ventajas de las nuevas tecnologías.

Se estima que al menos una centena de empleos corren riesgos en especial en el área de matemáticas, análisis financiero, diseño gráfico, traducción y redacción de textos; sin embargo, esto no significa que todas las funciones que desempeña un humano en estas áreas puedan ser automatizadas por completo.

No son los únicos en caminar en terreno pantanoso, pero actores, guionistas y otros profesionales de la industria hollywoodense fueron de los primeros en unirse ante el temor de un futuro distópico que tiene que ver con la sustitución de sus labores y apropiación de ideas e imagen. Aunque sus demandas no sólo están ligadas con la inteligencia artificial, también con los vacíos legales de la IA.

Avances y riesgos

No se puede negar que la IA está haciendo interesantes aportaciones al desarrollo artístico y científico. La industria del entretenimiento aprovecha sus recursos desde hace tiempo. Prácticamente todas las fases de la producción de una película tienen que ver con procesos automatizados. Las cámaras y equipos de sonido incorporan en su procesamiento herramientas de la IA. Las locaciones también pueden crearse cada vez con mayor veracidad, integrando elementos reales y digitalizando otros.

Incluso se puede predecir qué productos pueden ser más exitosos. El análisis predictivo es especialmente importante en la industria del cine, ya que muchas de las películas que se hacen tienen dificultades para estrenarse, pues si no se planeó adecuadamente el menú que integra casting, presupuesto, guión, financiamiento y distribución, en ocasiones es mejor no seguir con el proyecto.

La IA es capaz de anticipar si una producción será un fracaso inmediato con el público objetivo o si la propuesta es viable con relación al presupuesto, aunque no siempre los cálculos son totalmente certeros porque aún hay algunas reacciones humanas inesperadas que una máquina no puede predecir totalmente. Un ejemplo de esto es la película Joker que recaudó 234 millones de dólares en todo el mundo, cuando las predicciones indicaban que sólo conseguiría la mitad. Las variantes de una película que traía implícita una crítica al sistema de salud y al reconocimiento de las enfermedades mentales, así como las alarmas de posibles tiroteos después de hechos cercanos de violencia real, le restaban diversión y puntos a las sumas de las predicciones computarizadas, pero al final el antihéroe con maquillaje de payaso se sobrepuso empatizando más de lo que las máquinas vaticinaban.

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Los algoritmos de IA también analizan grandes cantidades de datos para recrear digitalmente la apariencia y voz de actores vivos o fallecidos, o cambiar su edad. El reciente ejemplo: Harrison Ford rejuvenecido en la última producción de Indiana Jones. Miles de imágenes históricas editadas de la franquicia cinematográfica alimentaron una base para recrear sus gestos. Los actores reconocen los alcances de la IA para reproducir su imagen; algunos ya vendieron sus derechos, como Bruce Willis.

Otros actores son más vulnerables a no controlar lo que pasará con su imagen. Cada vez hay un mayor interés de las empresas por utilizar IA generativa para sustituir a los “extras”, pues existen avances que supondrían un salto cualitativo de los llamados efectos crowd-filling (rellenado de multitudes). Las recientes demandas en Hollywood incluyen justo mayor transparencia sobre lo que sucede con la imagen digital de un actor. Un escaneo puede ser una estrategia para que un actor filme dos días y los 20 restantes de la película se utilice sólo su clon digitalizado. Es así que los que están más en riesgo son los extras, también llamados actores de fondo, así como los walk-on parts, quienes salen poco tiempo y casi sin diálogo.

La IA también ayuda a corregir y crear guiones con aplicaciones cada vez más depuradas. Esto ha generado temor en varios sectores, pues la red neuronal profunda se alimenta de miles de guiones para aprender a escribir uno bueno; las ideas de quienes crearon esos guiones corren el riesgo de no ser reconocidas en el producto final.

Fuente: Elaboración propia
Fuente: Elaboración propia

Regulación necesaria

En la actualidad, no existe una legislación específicamente diseñada para regular el uso de la IA. Estos sistemas se regulan por otras normativas existentes, entre ellas, las leyes de protección de datos, derechos de autor, de protección de los consumidores y de competencia en el mercado. Europa será la primera potencia mundial en tener su propia Ley sobre Inteligencia Artificial. El Informe sobre Inteligencia Artificial en la Era Digital ha marcado las líneas en lo que sería una legislación pionera. Para los expertos, la identidad digital y sus derechos serán de los grandes temas a puntualizar en los años venideros.

En un futuro la IA podría ayudar a generar películas personalizadas para el consumidor de este tipo de productos, quien incluso podría verse a sí mismo en la pantalla como protagonista, compartiendo créditos con su actor favorito. Gracias a softwares como ChatGPT, Stable Diffussion y DALL-E2 ya es posible crear películas enteras, aunque falta tiempo para que los productos puedan parecer más realistas.

Todo avance tecnológico promete generar grandes espacios de innovación y generación de valor. El grado de riesgo dependerá de los avances tecnológicos y las regulaciones. Según investigaciones de OpenResearch y la Universidad de Pensilvania, aunque es cierto que algunos empleos tienen más riesgo, también se debe reconocer que los sistemas de IA podrían reducir en al menos 50% el tiempo que los humanos realizan determinadas tareas, sin que se prescinda de ellos. Finalmente, los factores inesperados de las emociones y creatividad humana aún son un misterio que funciona como un recurso para equilibrar la balanza.

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