“Me preocupa mucho llegar a una mediana edad y ya no tener los mismos recursos que tenía antes, los mismos espacios libres; que mis hijos o los hijos de mis hijos no tengan todo lo que yo tuve por no cuidar bien el medio ambiente”, confiesa Jorge Daniel, joven de 14 años integrante del proyecto ODSeros, el cual realiza acciones para la conservación del medio ambiente con base en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) pactados en 2015 por los 193 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Agenda 2030.
Investigaciones recientes indican que el estrés, cuadros de ansiedad, preocupación, culpa e impotencia son algunos de los síntomas que describen a la ecoansiedad que, aunque no está catalogada oficialmente como un trastorno mental, afecta significativamente a personas jóvenes.
“Yo sentía que a mi alrededor a nadie más le importaba, me sentía muy ‘loca’ porque me agobiaba viendo que la cosa está tan grave y que a los demás no les interesaba en lo absoluto”, apunta Vianney Castillo, joven de 28 años que forma parte de la asociación Cambio Colectivo, misma que se encarga de restaurar distintos hábitats de especies en México.
De acuerdo con un estudio realizado en 2021 y publicado en The Lancet Planetary Health, el 60% de 10 mil jóvenes encuestados de entre 16 y 25 años, en 10 países, respondió que se sentían ‘muy’ o ‘extremadamente’ preocupados por el cambio climático, mientras que el 45% mencionó que las emociones por este factor habían influido en su vida de forma negativa.
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El exceso de basura, la contaminación de los ecosistemas y el cambio climático son algunos de los temas que más preocupan la juventud en México y el mundo. Te contamos qué es lo que caracteriza a la ecoansiedad y algunos consejos de especialistas para hacerle frente.
¿Ecoansiedad y ansiedad son lo mismo?
La ecoansiedad y la ansiedad son padecimientos distintos a pesar de que tienen síntomas similares; lo que las diferencia es que la ecoansiedad no está reconocida por la Clasificación Internacional de Enfermedades y que el término está dirigido únicamente a las sensaciones que las personas sienten ante la crisis ambiental.
El concepto aún sigue a discusión. “Algunas personas expertas prefieren hablar de ‘angustia ambiental’, para no patologizar una experiencia que tiene que ver con el procesamiento de los datos y de la realidad que estamos viviendo”, señala en entrevista para EL UNIVERSAL la psicóloga social española Helena Vidal.
La especialista explica que a partir de la crisis climática han aparecido distintos términos. Por ejemplo, la solastalgia o la ecoindefensión, la cual se define como una sensación que aparece cuando se percibe que las acciones individuales no tienen ningún impacto sobre el problema.
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Diversos factores ambientales pueden afectar la salud mental, por ejemplo, los climas extremos o la elevación del nivel del mar. A estos elementos se les conoce como “estresores”, explicó para Gaceta UNAM Javier Urbina Soria, responsable de la Residencia de Psicología Ambiental de la Facultad de Psicología.
No obstante, el psicólogo recalca que cualquier aspecto ambiental que desencadene una preocupación mayor puede detonar ecoansiedad.
En entrevista, el académico explica que también existe la ruleta de las “ecoemociones”, la cual está regida por cuatro cuadrantes principales: el enojo, la positividad, la tristeza y el miedo, donde se exhiben otras emociones dependiendo en el cuadrante en el que se sitúe. “Habla de todo lo que la gente puede sentir, no necesariamente ansiedad”, puntualiza.
En México no existen cifras de cuánta gente padece ecoansiedad. Sin embargo, de acuerdo con la Gaceta UNAM, la Universidad ya alista su participación en el primer estudio de ecoansiedad en México, enfocado en las comunidades universitarias mexicanas.
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¿Cómo va México en materia medioambiental?
“Hay que trabajar muy fuerte en México en todos los niveles para esa parte educativa, porque vamos súper atrás, hemos hecho cosas, pero muy pocas”, menciona Lourdes Vargas, creadora de la Fundación Ecología con Amor, resaltando que el país está rezagado en acciones como el cambio energético, la tendencia mundial hacia la adaptación de energía sostenibles y energías verdes.
El panorama no es positivo. El mundo se encuentra a la mitad del plazo fijado y no hay Objetivos de Desarrollo Sostenible cumplidos. Las metas, pactadas entre 193 países de la ONU, tenían el propósito de establecer una esperanza para un futuro más sostenible y verde, generando 17 objetivos que abarcan temas del ámbito social, económico y ambiental rumbo al 2030.
México ocupa el lugar 80 de 166 países de la lista de cumplimiento de los ODS con el 69.7%. Según el Informe de Desarrollo Sostenible expedido en el 2023, el porcentaje está arriba del promedio, pero es insuficiente para alcanzar los objetivos pactados para 2030. Ante esta situación, Vargas opina que el porcentaje dista mucho de ser logrado, por lo tanto, sugiere que se haga una adaptación para el 2050.
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¿Qué le preocupa más a la juventud?
Los ODSeros, conformados por adolescentes de entre 11 y 14 años, están preocupados por la basura en las calles y ecosistemas, el desconocimiento, la indiferencia hacia la situación actual del medio ambiente y el temor por los pocos o nulos recursos que tendrán las futuras generaciones.
“Si llego a tener algún hijo, le puede llegar a afectar a él en el futuro; puede ya no tener esos recursos con los que no podemos dejar de vivir como lo es el agua”, expresa Mauricio, de 14 años, quien espera que comunidades o grupos se unan a la lucha con el objetivo de crear un mundo para las siguientes generaciones.
Vianey Castillo, de Cambio Colectivo, comenta que en su caso está preocupada por los microplásticos y la manera en la que esto puede afectar en un futuro, no solamente al medioambiente, sino también a la salud del ser humano.
Los ODSeros opinan que el gobierno está realizando acciones, pero no son los suficientes. “No sólo deben dar discursos, lo que vale es hacer acciones”, apunta Leonardo Correa, ODSero de 11 años, refiriéndose a las iniciativas o actividades que el gobierno mexicano ha implementado en el cuidado del medio ambiente.
La juventud se siente traicionada al no ver resultados o acciones por parte de los gobiernos. “El estrés, el impacto y los sentimientos de traición inevitablemente impactan la salud de los niños y jóvenes”, señala el estudio publicado en The Lancet Planetary Health, donde se entrevistaron a 10 mil jóvenes de Australia, Brasil, Finlandia, Reino Unido, Francia, India, Nigeria, Portugal, Estados Unidos y Filipinas.
No obstante, a pesar del panorama sombrío, los ODSeraos e integrantes de Cambio Colectivo no han desistido en tomar acción desde sus contextos. La mejor manera de hacer frente a la ansiedad parece residir en lo colectivo.
¿Qué hacer si se padece ecoansiedad?
El psicólogo Javier Urbina indica que no hay recetas para hacer frente a la ecoansiedad. Sin embargo, recomienda investigar de los problemas medioambientales en fuentes confiables para no caer en preocupaciones mayores.
El especialista también aconseja analizar la situación de cada persona y visualizar las acciones que están a su alcance; si se puede resolver en lo individual o desde lo colectivo, empezando por espacios tan cercanos como la colonia donde se habita.
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Vianey Castillo, de Cambio Colectivo, cuenta que, cuando una situación le inquieta, recurre a sus propios compañeros de la organización. “Si encuentras esa red de apoyo de alguien que comparte estos mismos intereses, creo que eso va a ayudar muchísimo porque te das cuenta que sí es una problemática real y que alguien más también entiende y lo vive como tú lo estás viviendo”, explica.
La información que circula en plataformas digitales sobre la crisis climática también juega un papel importante. Al respecto, la psicóloga Helena Vidal, recomienda limitar en cierta medida el consumo de redes sociales y noticias, o bien, equilibrar buscando notas positivas que hablen acerca de los avances del medio ambiente.
Sin embargo, también recalca la importancia de buscar espacios donde se plantee generar acciones para atender la situación medioambiental y desde ahí compartir experiencias. “Hay otras personas con nuestra misma inquietud de nuestras mismas preocupaciones y sobre todo darnos cuenta de que no estamos solas en la lucha”, sostiene.