Pleiades es un monstruo alimentado por billones de operaciones por segundo que le ayudan a simular los movimientos de masas de aire y agua alrededor de la Tierra, buscar exoplanetas o estudiar el comportamiento de los agujeros negros. La supercomputadora de la NASA forma parte del Proyecto High-End Computing Capability (HECC) y representa la tecnología de punta de la agencia espacial, que a raíz de la pandemia tiene una nueva misión: ayudar a resolver algunas de las preguntas que siguen rondando al Covid-19, desde cómo interactúa el virus con cada una de las células del cuerpo humano hasta la detección de los factores de riesgo genéticos de la enfermedad o el diseño de posibles fármacos.
Los mismos científicos de la NASA que estudian la biología en el espacio ahora se encargan de identificar biomarcadores y secuenciar materiales genéticos en un juego de probabilidades medido en teraflops, que sólo estos monstruos amigables de la computación pueden ejecutar. Hasta ahora las supercomputadoras de la NASA apoyan más de 70 proyectos.
La ciencia de la NASA, ahora contra el Covid-19
Más allá de imponerse con rigor una serie de nuevas rutinas, la falta de claridad sobre cuándo la vida podrá volver a la normalidad hace que esta condición sea mucho más difícil de abordar, pues no se trata de astronautas cuidadosamente seleccionados y entrenados para el aislamiento y aún ellos pueden tener problemas y secuelas por esta condición. “La imprevisibilidad causa más ansiedad y hace que el ritmo sea más difícil”. Las observaciones de los especialistas en esta área sirven para alimentar los programas que se diseñan para el manejo de la salud mental durante y después de la pandemia.
También con la idea de mantener libres los equipos más limitados, el Centro de Investigación de Vuelo Armstrong de la NASA se asoció con el Hospital Antelope Valley para la creación de un casco de oxígeno para tratar a pacientes de Covid-19. Buscando las piezas más accesibles, su inspiración para el diseño fue una protección de plástico para prótesis de yeso de las que se utilizan para evitar mojar la pieza en la ducha.
Para los especialistas ha sido muy importante detectar los problemas cotidianos a los que se han enfrentado las unidades de salud. En este sentido, se mejoró un dispositivo portátil de descontaminación que habían realizado hace un par de años ingenieros del Centro de Investigación Glenn de la NASA en Ohio en asociación con la compañía Ohio Emergency Products and Research. El económico artefacto utilizado para descontaminar ambulancias en menos de una hora fue mejorado con investigaciones adicionales para aumentar su efectividad frente al SARS-CoV-2.
Otro problema al que se han enfrentado los trabajadores de la salud es la necesidad de tener siempre disponible equipo de protección que garantice su seguridad. El Centro de Investigación Glenn de la NASA y los Hospitales Universitarios en Cleveland han colaborado para desarrollar nuevos métodos y tecnologías para descontaminar equipos de protección personal con aplicaciones aeroespaciales y en donde el oxígeno atómico y el ácido peracético se han convertido en alternativas para la esterilización y reúso de aditamentos.
Por otra parte, la NASA, la ESA (Agencia Espacial Europea) y la JAXA (Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón) han unido sus fuerzas para emplear sus datos satelitales de observación de la Tierra para documentar los cambios en el medio ambiente y la sociedad a raíz de la pandemia. En una colaboración sin precedentes, las tres agencias espaciales han creado el Panel de Observación de la Tierra Covid-19. El objetivo es ofrecer datos sobre cómo cambian ecosistemas específicos frente a menos actividad humana, pero también analizar cómo han funcionado la limitación de ciertos patrones de movimiento en las ciudades del mundo en relación con el control de la expansión del virus. Esto serviría para prevenir futuros brotes y otras pandemias para las que tendremos que estar más preparados.