Los patrones fractales que se forman en la tierra al secarse crean una serie de paisajes desoladores de grietas cada vez más profundas. En muchas zonas áridas y semiáridas del mundo, las precipitaciones de los últimos años han sido las más bajas de las últimas seis décadas. La cruda sequía en Somalia, el este de Etiopía y el norte de Kenia llevaron a Naciones Unidas a advertir que unos 22 millones de personas podrían estar en riesgo constante de hambruna sólo en esa parte del mundo. Los fenómenos meteorológicos extremos que resultan del cambio climático se han vuelto más devastadores, exacerbando las condiciones que ponen al límite los medios de vida de las poblaciones, como en este caso, la actividad agropecuaria.
En el informe Evidencias sobre el impacto global en el crecimiento económico, un reporte reciente del área de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial, se señala que las precipitaciones inferiores al promedio han aumentado 233% en el último medio siglo. Además de afectar al PIB, las sequías pueden ampliar la desigualdad social en los países de ingreso bajo y mediano, y tener impactos significativos creciendo exponencialmente a través de las distintas generaciones de una región.
Con la creciente población de África, la ayuda humanitaria no basta, así que la Inteligencia Artificial (IA) ahora ya forma parte de las estrategias de supervivencia. Se ha buscado que la información meteorológica le llegue de manera sencilla y en tiempo real a los pastores y agricultores para que puedan tomar decisiones informadas basadas en patrones climáticos. La aplicación myAnga, incorpora un panel web y una suscripción semanal a SMS para proporcionar asesoramiento oportuno sobre las condiciones meteorológicas.
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Con un diseño simplificado de fácil navegación, la aplicación móvil myAnga está disponible de forma gratuita y ofrece a los usuarios opciones de idioma inglés y swahili. Proporciona observaciones meteorológicas diarias de las precipitaciones, así como proyecciones de las condiciones de humedad y sequía esperadas. Esta es la primera aplicación móvil del país que permite a los usuarios acceder a información y consejos meteorológicos de agrometeorólogos experimentados, lo que la convierte en un punto de inflexión al ofrecer información simple pero decisiva para la población de pastores en Kenia que se enfrentan a la constante variabilidad climática. Su uso se está replicando.
La aplicación para los pastores kenianos es sólo una mínima muestra del impacto que las múltiples herramientas que emplean la IA pueden tener frente a los desafíos que presenta el cambio climático. El impacto de la IA fue uno de los temas abordados en el marco de la cumbre climática (COP28), que se celebra en Dubái hasta el 12 de diciembre y donde, en uno de los acuerdos recientes, 134 países firmaron un texto para integrar la actividad agropecuaria en los planes climáticos mundiales.
Si bien esta actividad es responsable de una cuarta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, también puede tener un papel protagónico en el secuestro de carbono, por ejemplo a través de la llamada agricultura del carbono, que aprovecha la capacidad natural del suelo para almacenar dióxido de carbono y usarlo para mejorar ciertas características como la fertilidad de la tierra. En estos procesos la IA también puede ayudar a optimizar, gestionando y prediciendo, el nivel de secuestro de carbono en el suelo.
La IA en la COP 28
La IA puede revolucionar el enfoque mundial sobre adaptación e inversión en resiliencia climática. Queda claro que también puede marcar la diferencia al medir adecuadamente la neutralidad de carbono y marcar el comienzo de una era de sostenibilidad inteligente a escala mundial en un momento en que está en marcha la carrera por evitar que la Tierra se caliente hasta niveles sin retorno.
La neutralidad de carbono se consigue cuando se emite la misma cantidad de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera de la que se retira por distintas vías, lo que deja un balance cero, también denominado huella cero de carbono. Hay distintas formas de conseguir este equilibrio: la más saludable es no emitir más CO2 del que pueden absorber de forma natural los bosques y las plantas. Los principales sumideros naturales de carbono son el suelo, los bosques y los océanos. Los sumideros naturales eliminan entre 9.5 y 11Gt de CO2 al año, según estimaciones científicas, mientras que las emisiones globales de CO2 casi alcanzaron los 39Gt el año pasado.
Los algoritmos son un catalizador esencial para alcanzar los objetivos mundiales de neutralidad de carbono, ya que juegan un papel muy importante para un análisis más eficiente de datos para minimizar el impacto medioambiental y maximizar la eficiencia. En el marco de la COP 28, Microsoft dio a conocer el acuerdo de colaboración que permitirá crear una nueva plataforma de IA y un centro mundial de datos sobre el clima para medir y analizar el progreso mundial en la reducción de emisiones. Esto simplificará de manera notable el proceso para validar y analizar los datos climáticos presentados por los 196 firmantes del Acuerdo de París.
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), las tecnologías basadas en la IA ofrecen capacidades inéditas para procesar volúmenes enormes de datos, extraer información y mejorar los modelos predictivos. En todos lados, grandes y pequeñas empresas experimentan con nuevas soluciones. Mitiga Solutions, startup española que nació como spin-off del Centro de Supercomputación de Barcelona, avanza en el desarrollo de su plataforma global de riesgo climático: Climate Risk Score. Esta herramienta, ayuda a medir, predecir y gestionar los efectos de los desastres naturales agravados por el cambio climático.
Los modelos de predicción mejorados en los patrones del cambio climático pueden ayudar a las comunidades y autoridades a crear estrategias eficaces de adaptación y mitigación. Gracias a la IA, los mapas de susceptibilidad pueden ayudar a los gobiernos locales a tomar decisiones para mejorar la salud pública y la resiliencia urbana. Además, la IA puede también mejorar las estrategias de planificación urbana, así como la gestión del tráfico y los residuos, haciendo que las ciudades sean más sostenibles y habitables.
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Sin retorno
La COP 28 casi llega a su fin. Entre las múltiples cuestiones que se han abordado, se encuentran los acuerdos sobre mecanismos de pérdidas y daños, mediante los que se busca canalizar fondos hacia los países en desarrollo que están siendo impactados por eventos climáticos extremos. Se estableció al Banco Mundial como la entidad interina para administrar por cuatro años estos fondos.
Se busca triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética de aquí a 2030 con un acento importante en el uso de la energía nuclear. En cuanto a la consecución del objetivo mundial del acceso universal a una energía asequible y limpia en 2030 (ODS 7), la IA puede optimizar las redes y aumentar la eficiencia de las fuentes renovables. Por ejemplo, puede reducir el tiempo de inactividad en la producción de energía. Eso puede significar reducir la huella de carbono del planeta.
Finalmente se reconoce el vínculo entre salud y clima. Esta declaración se centra en recabar apoyos, impulsar acciones y movilizar fondos para mejorar la resiliencia de los sistemas sanitarios. En dos años se celebrará la COP30 en Brasil, por lo que los analistas consideran que América Latina debe mostrarse unida y consolidar una agenda que lance un nuevo impulso para la próxima década del Acuerdo de París, que celebrará sus 10 años en 2025.
La agenda no puede desperdiciar los alcances de la IA en todos los territorios con los que se tiene que hacer frente al cambio climático y aunque también las estrategias de las grandes empresas que se dedican al desarrollo y gestión de IA han recibido críticas por la huella climática de sus operaciones, la realidad es que sus avances democratizados sí podrían hacer la diferencia en varios escenarios.
Se requiere de un aumento sustancial de la financiación para la adaptación e inversión en resiliencia climática, incluidas las herramientas de la IA. La Comisión Europa ha puesto en marcha una iniciativa, Destination Earth (DestinE), dotada con un presupuesto inicial de 150 millones de euros, para crear un “gemelo digital” de la Tierra y replicar de forma virtual el sistema terrestre para predecir y combatir de una manera más eficiente los efectos del cambio climático, probando escenarios futuros más sostenibles. El ojo virtual busca subrayar lo que la ciencia se ha encargado de repetir en múltiples formas: para mantener un clima soportable, se debe reducir cuanto antes la producción de carbón, petróleo y gas, y triplicar la capacidad de energía renovable para el año 2030. No hay retorno.
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