La palabra emoción deriva del latín emotio, que significa movimiento. Para la , directora del Centro de Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zhejiang en Hangzhou, China , las emociones son justo esos impulsos que moldean profundamente la forma en que pensamos y nos comportamos. El estudio de los mecanismos neuronales de las emociones ha impulsado grandes avances en la comprensión de los trastornos mentale s. El trabajo de Hu es uno de los más sobresalientes en esta área, labor que la llevo a ser reconocida con el premio L’Oreal-UNESCO “Para mujeres en la ciencia”.

Hu cuenta que durante su trabajo de posdoctorado en EU, bajo la tutela del reconocido neurocientífico Roberto Malinow, exploró el papel del tráfico de receptores en el cerebro para la formación de la memoria en relación con las emociones. “Tratábamos de entender la relación entre memoria y emociones, pero cuando establecí mi propio laboratorio, decidí establecer a las emociones como el punto focal de mis estudios porque la memoria y el aprendizaje han sido abordados de diferentes formas y en diferentes direcciones, pero las emociones por sí mismas son un área con muchas posibilidades de investigación y en donde aún hay muchos misterios”.

De esta forma, el objetivo de su laboratorio se basó en comprender cómo se codifican los comportamientos emocionales y sociales en el cerebro con enfoque principal en los circuitos neuronales que subyacen a la depresión y al dominio social. “Buscamos la forma en que las emociones están representadas en nuestro cerebro y cómo está vinculado este proceso en los trastornos mentales al cambiar la regulación. La depresión es uno de los principales ejemplos de esta falta de regulación y que tiene gran impacto socialmente como la enfermedad más inhabilitante del mundo, comparada con el cáncer y las enfermedades cardiacas”.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud ( OMS ), la depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, se estima que afecta a un 3.8% de la población, incluidos 5% de adultos y 5.7% de adultos de más de 60 años. Se calcula que a escala mundial, alrededor de 300 millones de personas viven con depresión, que es algo muy distinto a las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana, pues la depresión clínica altera la capacidad para realizar actividades laborales, escolares y familiares, y puede convertirse en un problema de salud serio, en especial cuando es recurrente y de intensidad moderada a grave. En el peor de los casos, puede llevar al suicidio. Cada año se suicidan más de 700 mil personas, lo que representa la cuarta causa de muerte en el grupo de 15 a 29 años.

Una nueva generación de fármacos

Para el tratamiento de la depresión, los fármacos han evolucionado en los últimos años volviéndose más efectivos y puntuales en su forma de acción; sin embargo, se considera que más del 80% de las personas afectadas en los países de ingresos bajos y medianos no recibe tratamiento. La importancia en su efectividad y correcto uso podría cambiar la vida de millones de personas alrededor del mundo, por lo que los científicos siguen buscando opciones aún más eficaces para abordar el problema. Uno de los últimos descubrimientos tiene que ver con la ketamina, una sustancia utilizada como anestésico que bloquea la actividad neuronal que conduce al comportamiento depresivo.

3.8%
DE LA POBLACIÓN MUNDIAL 
padece depresión, 5.7% son adultos de más de 60 años (OMS).

“Nosotros estudiamos el mecanismo mediante el cual la ketamina actúa sobre la depresión. Tratamos de entender cómo funciona, pero también buscar nuevas moléculas efectivas y con menos efectos que la ketamina, ya que ésta puede tener efectos potenciales de abuso, así que estudiamos otros componentes para tratar la depresión que puedan actuar en la misma zona del cerebro que la ketamina trabaja”. Esta zona a la que hace referencia la neurocientífica es la habénula. Se trata de un minúsculo haz de fibras nerviosas que cruzan la línea media en las áreas superiores de la base del tallo pineal. La habénula también es conocida como comisura habenular y sus principales funciones son las de comunicar e interconectar distintos núcleos de la amígdala y del hipotálamo, permitiendo el paso de información a través de los componentes estriados del tálamo.

Según la científica, la habénula codifica la recompensa negativa y su hiperactividad se ha implicado en la depresión, así que en colaboración con el Laboratorio John Yates , se realizaron estudios de proteómica cuantitativa de alto rendimiento para buscar proteínas que muestren una expresión alterada en la habénula con modelos animales como ratas con depresión congénita. De esta forma, se identificaron varias proteínas implicadas en la plasticidad neuronal .

“Estamos utilizando técnicas combinatorias que incluyen imágenes, electrofisiología (tanto in vitro como in vivo), genética molecular y optogenética. Es así que tenemos diferentes objetivos en nuestras investigaciones. Uno de ellos sería encontrar otras drogas existentes, probadas clínicamente, que también puedan actuar en esta zona del cerebro”, dice y apunta que actualmente hacen un estudio clínico al respecto.

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Para valorar la representación neuronal de las emociones, se evalúa cómo los estímulos emocionales gratificantes y aversivos evocan distintos patrones de comportamiento. El primer reto fue representar adecuadamente estos diferentes valores emocionales en el cerebro para observar el resultado conductual correspondiente. “Para extraer la representación de valor de un estímulo emocional, mapeamos simultáneamente los conjuntos neuronales de estímulos emocionales gratos y no gratos, y comparamos sus patrones de activación en el cerebro.

“La otra dirección del estudio es encontrar nuevos componentes químicos, nuevas moléculas que puedan suprimir la actividad en esta área de interés y luego comparar también los efectos con la ketamina para poder ver si los resultados son superiores o si cuando menos hay menos efectos colaterales; en este sentido, digamos que son varios caminos para obtener una nueva generación de tratamientos contra la depresión”. A través de la caracterización funcional de estas moléculas candidatas, esperan identificar nuevos biomarcadores de depresión y revelar los mecanismos moleculares claves para desentrañar con mayor claridad la patología de la enfermedad.

Nuevos retos

“Abordar las emociones ligadas al estrés por la pandemia es muy importante. Si bien, no trabajamos en la investigación directamente con los efectos del Covid-19, hay resultados que pueden predecir cómo el estrés constante integra factores de riesgo para la depresión” dice Hu.

700mil
PERSONAS
al menos, se suicidan cada año, lo que representa la cuarta causa de muerte en el grupo de 15 a 29 años.

Por otra parte, otra de las líneas de investigación que se trabajan en el laboratorio de Hailan Hu en la Escuela de Ciencias del Cerebro de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zhejiang tiene que ver con el estudio de modelos animales para analizar la jerarquía social, explorando los mecanismos neuronales que subyacen en los comportamientos dominantes. “Estamos registrando y manipulando la actividad neuronal durante la competencia social para estudiar cómo la jerarquía de dominio surge de la interacción entre la actividad de circuitos neuronales específicos y la experiencia social que condiciona la historia de ganar o perder”.

Según Hu, el estudio del comportamiento que lleva a condicionar las competencias cotidianas tiene gran impacto en la función social y calidad de vida de los individuos, pues el estatus socioeconómico se identifica como el predictor individual más fuerte de la salud . “Llegar a la cima de la jerarquía social no está determinado simplemente por la fuerza bruta, sino por los rasgos de personalidad como la determinación y la experiencia social. Descubrimos que el estado jerárquico social de un individuo se correlaciona con la fuerza sináptica en las neuronas de la corteza prefrontal medial. Los circuitos neuronales también son la base de un efecto de satisfacción, donde los animales aumentan sus posibilidades de victoria después de ganar repetidamente”. De esta forma, el estudio intenta indagar en las causas sociales que impiden que las personas se den cuenta de su potencial y que al final contribuyen al desarrollo de algunos trastornos psiquiátricos.

“Los resultados de este tipo de estudios también buscan arrojar luz sobre el tratamiento de los defectos motivacionales en las enfermedades psiquiátricas ”. Buscan estrategias para abordar de manera integral problemáticas que avanzan silenciosamente en la sociedad y que en el caso de la depresión afecta a una de cada cinco personas antes de los 75 años, pero en países como el nuestro ni el 10% de esos individuos recibirán un tratamiento adecuado.

"Tratábamos de entender la relación entre memoria y emociones, pero cuando establecí mi propio laboratorio, decidí establecer a las emociones como el punto focal de mis estudios”

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