La vida cotidiana está llena de falacias, tanto las que nos asaltan como las que proferimos.“En efecto, inadvertidamente, sin darnos cuenta, nos tragamos las que otros nos dicen o incurrimos en ellas”, agrega Alejandro Herrera Ibáñez, investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, coautor de Falacias, libro de texto muy usado en la enseñanza media superior, y merecedor del Premio Nacional de Lógica 2018.

Algunas son conocidas como “falacias de la pendiente resbaladiza” en alusión a que si uno da un paso hacia una determinada dirección, resbalará y caerá a lo más bajo... Una de ellas es la siguiente: “Si se legaliza el uso de la mariguana, todos los mexicanos nos volveremos mariguanos.”

“Pero no necesariamente sucederá así, pues disponemos de reglamentaciones. En el caso del tabaco, está permitido y no todos somos adictos a él. Falacias como la anterior son muy recurrentes”, apunta Herrera Ibáñez.

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Los antiguos filósofos distinguían entre paralogismo (error involuntario) y sofisma (error voluntario para engañar al otro). Hoy en día se habla de falacias a secas porque nadie puede meterse en la mente de los otros y descubrir qué piensan. Además, como las falacias son muy contextuales, no se puede señalar claramente cuándo la intención es engañar.

“No estamos preparados teóricamente para detectar las falacias, tanto las que nos asaltan como las que proferimos. Por eso, si no queremos ser embaucados por otros ni convertirnos en productores de ellas, debemos seguir ciertas reglas de argumentación para razonar correctamente en la vida cotidiana”, afirma el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Por una ética ambiental y animal

Según Herrera Ibáñez, la gente, en general, muestra cada vez más sensibilidad ante los problemas del medio ambiente, pero no porque ponga en práctica un razonamiento lógico, sino porque tiene miedo de que todos terminemos en un precipicio.

Aunque también, a pesar de las evidencias científicas de las alteraciones en el medio ambiente ocasionadas por acciones humanas, no son pocos los que niegan, por ejemplo, el cambio climático, como el presidente estadounidense Donald Trump…

“En todo esto hay un problema moral que involucra no sólo a nuestros congéneres, sino también a las generaciones venideras y a los animales y plantas. Ahora bien, a partir del principio ético de no hacer daño a otros, sino el mayor bien que podamos, e incluso de legislaciones que toman cada vez más en cuenta a los animales, empieza a haber conciencia. La nueva Constitución de la Ciudad de México, en sus preliminares, declara abiertamente que los animales son seres sintientes, y algunos actos de crueldad cometidos en contra de ellos ya son considerados ‘delitos administrativos’ en el Código Penal y ameritan sanciones mayores, como encarcelamiento. Se han hecho progresos, pero falta mucho por hacer.”

“No estamos preparados teóricamente para detectar las falacias”. Alejandro Herrera Ibañez. Investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.

En cuanto a los animales de circo, el investigador opina que es igualmente esperanzador que ya nadie tenga derecho a divertirse a costa de su sufrimiento.

“Asimismo, se debe cambiar la función de los zoológicos y orientarla a la preservación de especies en riesgo de extinción, pues los animales encerrados, como los de los circos, experimentan una elevación de sus niveles de cortisona, que es un indicador de ansiedad, cuando ven mucha gente.”

Otro tema candente son las corridas de toros, cuya prohibición todavía no se ha logrado porque detrás de ellas hay intereses muy fuertes, sin lugar a dudas.

“El cabildeo en el Congreso de la Unión ha impedido su prohibición, que depende en buena medida de que la población deje de asistir a las plazas de toros y deje de verlas por televisión. Y por lo que se refiere a las famosas Huamantladas tlaxcaltecas, en las que, al igual que en las Pamplonadas españolas, se persigue y se agrede a una cantidad considerable de toros, también representan una falta de sensibilidad humana. Se hace sufrir a estos animales en aras de una tradición, lo cual es otra falacia, ya que no todas las tradiciones son buenas”, finaliza Herrera Ibáñez.

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