Hace decenas de años el poeta Walt Whitman invocaba la poesía a través de la imagen lunar. Uno de sus poemas escrito a finales del siglo XIX forma parte de la antología Poemas a la luna, un libro publicado en el 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna. El conocimiento científico ha estado ligado a la poesía. La indagación de lo que sucede más allá de las fronteras terrestres, desafía la imaginación humana.
El satélite de nuestro planeta ha llamado la atención por diferentes razones. Hace poco se publicaba en Nature Astronomy un estudio dirigido por científicos de la universidad italiana de Trento que anunciaba un descubrimiento lunar histórico: la existencia de un túnel en el subsuelo lunar que parece ser un antiguo tubo de lava ya vacío. Se teorizaba desde hace más de 50 años sobre la existencia de estas guaridas naturales, pero finalmente se confirmó. Es así que además de los bunkers planeados en el futuro como posibles hábitats del hombre, también podrían funcionar estos escondites trazados por la naturaleza para resguardar la vida bajo la superficie lunar.
Nuestra Luna no es la única que sigue alentando las esperanzas de estudiar la vida más allá de la Tierra. Europa, la luna helada de Júpiter, se considera uno de los lugares más prometedores para encontrar formas microbianas de vida, e incluso, entornos habitables. La misión Europa Clipper está a punto de despegar para indagar en su océano de agua líquida debajo de su capa de hielo. El proyecto es histórico en muchos sentidos. Se trata del lanzamiento de la nave más grande que la NASA haya desarrollado para una misión espacial; y lleva algunos de los instrumentos científicos más sofisticados de la tecnología espacial contemporánea.
¿Y la poesía? Literalmente viajará a bordo de la misión. El proyecto “Mensaje en una botella” invitó a gente de todo el mundo a unirse con sus nombres a un poema escrito por Ada Limón, poeta estadounidense de ascendencia mexicana. “Somos criaturas de asombro persistente, curiosas ante la belleza, la hoja y la flor, ante el duelo y el placer, el sol y la sombra. Y lo que nos une no es la oscuridad, ni la distancia fría del espacio, sino la ofrenda del agua”, dice el poema que busca conectar dos mundos acuáticos: la Tierra, donde se busca comprender los misterios de la vida mirando al espacio, y Europa, que espera ser explorada hasta el fondo de su líquido territorio.
El proyecto, que une arte y ciencia, es una colaboración especial de la NASA, el programa Poeta Laureado de Estados Unidos y la Biblioteca del Congreso de ese país. El poema estará grabado en relieve en la nave espacial robótica de la NASA, mientras que los nombres de los participantes serán registrados en microchips y montados en la nave para recorrer los 2 mil 900 millones de kilómetros en el viaje hacia Júpiter.
Una misión histórica
Faltan alrededor de dos meses para que finalmente la misión Europa Clipper sea lanzada. La carga útil de la nave espacial incluirá cámaras y espectrómetros para producir imágenes de alta resolución y mapas detallados de la composición de la superficie y delgada atmósfera de Europa, una de las 95 lunas de júpiter. Uno de estos instrumentos es el espectrómetro de imágenes cartográficas para Europa (MISE).
Este espectrómetro infrarrojo cartografiará la composición y distribución de hielos, sales, materia orgánica y los puntos más cálidos de Europa. Los mapas ayudarán a los científicos a comprender la historia geológica de esta luna detectada por primera vez por Galileo Galilei hace más de cuatro siglos. El telescopio espacial Hubble y otros observatorios ya han encontrado pistas de que podría seguir expulsando agua al espacio, como evidencia de que sigue geológicamente activa.
Uno de sus objetivos principales es determinar si el supuesto océano de Europa es adecuado para la vida. Se especula que este océano tiene una profundidad de entre 60 y 150 kilómetros, concentrando el doble del agua que tienen los mares de la Tierra. La misión espacial también llevará un radar de penetración de hielo para buscar agua subterránea más allá de entre los 15 y 25 kilómetros de espesor que se calcula tiene la gruesa capa de hielo que recubre Europa.
El radar de penetración del hielo (REASON) transmitirá las ondas de radio que rebotan en las características del hielo subterráneo. Una tecnología similar ha sido utilizada en la Tierra durante décadas para estudiar el espesor y la estructura subterránea de las capas de hielo de la Antártida y Groenlandia.
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Un sofisticado magnetómetro se encargará de realizar mediciones de gravedad. Este satélite helado tiene una gravedad similar a la de la Tierra. Se estima que los objetos en la luna Europa caen a una velocidad de 1.315 m/s². En la Tierra, los humanos experimentan una caída de 9.8 m/s². Significa que si un astronauta pudiera viajar a esa luna, su cuerpo sería aproximadamente un tercio más pesado que en la Tierra, lo que le permitiría moverse mejor que en otros lugares del espacio donde se planea llevar al hombre, como la Luna o Marte.
La gravedad de Europa y su campo gravitatorio se flexionan a medida que la órbita no circular de la luna la acerca y la aleja de Júpiter. Medir la gravedad de Europa en varios puntos de su órbita permitirá ver cómo se mueve el satélite y ayudará a revelar su estructura interna. Por otra parte, el radar para la evaluación y sondeo de Europa (REASON) también estudiará la topografía, la composición y la rugosidad de la superficie de la luna.
La nave espacial portará también un instrumento térmico para identificar las diferentes ubicaciones de hielo más cálido y erupciones de agua, así como instrumentos para medir la composición de las diminutas partículas en la delgada atmósfera de la luna y su entorno espacial. El generador de imágenes térmicas utiliza luz infrarroja para distinguir las regiones más cálidas donde puede haber agua líquida cerca de la superficie o donde podría haber surgido durante una erupción. Este aparato también ayudará a medir la textura de la superficie para comprender las propiedades de cada fragmento a muy pequeña escala.
La ionosfera de Europa y el plasma atrapado en el campo magnético de Júpiter distorsionan los campos magnéticos. El Instrumento de Plasma para Sondeo Magnético (PIMS) ayudará a distinguir estas distorsiones. Estudiará la densidad, la temperatura y el flujo de plasma. Esta es otra de las claves para determinar con precisión el espesor de la capa de hielo, la profundidad del océano y la conductividad en el ambiente.
Toda la potencia de la ciencia
Otra actividad muy importante para la misión es el análisis químico. Se analizarán los gases, tanto en la atmósfera como en posibles columnas provenientes de su océano, para determinar cómo el océano y la superficie intercambian material y cómo la radiación altera los compuestos en la superficie de la luna. El analizador de polvo superficial (SUDA) también busca saber cómo los diminutos meteoritos expulsan fragmentos hacia Europa, lo que también ofrecerá pistas sobre la salinidad del océano.
Cuando la sonda Europa Clipper de la NASA se encuentre en órbita alrededor de Júpiter, necesitará una antena potente que le permita transmitir todos los datos científicos recabados y recibir órdenes de la Tierra a cientos de millones de kilómetros. Los técnicos instalaron hace apenas un mes la antena de alta ganancia de la nave espacial dentro de la Instalación de Servicio de Carga Peligrosa en el Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida.
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Para garantizar que Europa Clipper tenga el ancho de banda necesario, la antena operará en las frecuencias de radio de banda X de espacio profundo de la NASA de 7,2 y 8,4 (GHz), y en banda Ka de 32 (GHz), a través de la Red de Espacio Profundo de la agencia, un conjunto global de grandes antenas de radio que se comunican con docenas de naves espaciales en todo el Sistema Solar. La antena en forma de plato de tres metros ancho y varias antenas más pequeñas transmitirá los datos a la Tierra, un viaje de información que durará 45 minutos cuando la nave espacial esté en órbita alrededor de Júpiter.
Es así que Europa Clipper emprenderá un viaje de 2 mil 600 millones de kilómetros hasta Júpiter. La nave espacial realizará aproximadamente 50 sobrevuelos de Europa, lo que permitirá que sus nueve instrumentos científicos recopilen datos sobre la atmósfera de la luna, su corteza de hielo y el océano que se encuentra debajo. Europa Clipper pasará casi 50 veces a través del campo de gravedad de Europa mientras la luna está a diversas distancias de Júpiter.
La misión Juno, que partió de la Tierra en 2011 y desde 2016 ha estado orbitando Júpiter ha obtenido datos reveladores sobre las condiciones de Europa. La misión Juice de la ESA, que partió de la Tierra hace poco más de un año, también busca sumar esfuerzos, pero sin lugar a dudas, Clipper, es la más ambiciosa para reconocer a detalle esta luna cargada de ciencia y poesía, el equilibrio perfecto de la búsqueda humana.