Este fue martes de equinoccio , el evento astronómico que marca el comienzo del otoño en el hemisferio norte y el inicio de la primavera en el hemisferio sur.
Hay quien lo celebra dándose un chapuzón en las aguas heladas del mar del Norte, como ya lo hicieron por adelantado y al desnudo este domingo 800 mujeres y hombres en Druridge Bay, Reino Unido.
O aquellos que, al menos en tiempos no pandémicos, preferían darle la bienvenida a la nueva estación acudiendo a zonas arqueológicas que antiguamente fueron centros ceremoniales.
Si esto ya lo sabías, te contamos otros detalles que quizá no conozcas sobre el equinoccio.
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La palabra equinoccio tiene su origen en el latín aequinoctium que significa "noche igual".
El equinoccio se produce cuando el Sol está colocado exactamente sobre el ecuador, con lo que la luz y el calor se distribuyen proporcionalmente en ambos hemisferios haciendo que el día y la noche duren (casi) lo mismo, de ahí su nombre.
Los términos equinoccio de primavera y de otoño son los que se han usado históricamente de forma universal, pero son potencialmente confusos por la necesidad de tener que hacer la diferencia entre los hemisferios norte y sur.
Una posible solución es llamarlos equinoccio de marzo y de septiembre, para no tener que aclarar cada vez de qué hemisferio estamos hablando.
Sin embargo, esta opción no es universal ya que no todas las culturas utilizan un calendario solar en el que los equinoccios ocurran cada año en el mismo mes.
Para los astrónomos, el equinoccio del 20 de marzo indicó el comienzo de la primavera en el hemisferio norte y el otoño en el hemisferio sur, y prácticamente todos hemos asumido ese concepto.
Con la excepción de los científicos que trabajan en climatología, que consideran que la estación empezó el 1 de marzo.
El fenómeno de los equinoccios está definido desde hace siglos y siglos.
Al establecer el calendario juliano en el año 46 a.C., Julio César decidió que el 25 de marzo marcara el equinoccio de primavera en el hemisferio norte.
Este día era ya el primero del año en los calendarios de Persia e India.
Pero surgió un problema.
Ya que el año juliano es más largo que el año tropical en unos 11,3 minutos de media (o un día cada 128 años), las fechas fueron cambiando; en el año 300 d.C. el equinoccio ocurrió el 21 de marzo y para el año 1500 se había adelantado al 11 de marzo.
Esta variación impulsó al papa Gregorio XIII a crear el moderno calendario gregoriano con el que, tras varios cálculos y ajustes, quedó establecido que el equinoccio oscilara entre el 19 y el 21 de marzo.
Dado que los equinoccios se ven como el inicio de la primavera o el otoño, en todo el planeta se suelen celebrar pintorescos festivales para recibir la nueva estación.
En Bhopal, India, el festival Holi marca la llegada de la primavera.
Sin embargo, y sin intención de hacerle demérito al equinoccio, la celebración de los solsticios (junio y diciembre) es más llamativa y simbólica.
Un efecto de los periodos de equinoccio es la disrupción temporal de los satélites de comunicaciones.
La inmensa potencia del Sol y su extenso espectro de radiación sobrecargan con ruido los circuitos receptores de las estaciones terrestres y, dependiendo del tamaño de la antena y otros factores, temporalmente alteran o degradan el circuito.
La duración de estos efectos varía, de unos minutos a una hora.
Los equinoccios ocurren en cualquier planeta que tenga un eje de rotación inclinado. Un ejemplo clarísimo es Saturno, en el que el equinoccio coloca el borde de su sistema de anillos de cara al Sol.
Este fenómeno ocurre una vez cada 14,7 años de media, y puede durar unas pocas semanas antes y después del equinoccio exacto.
El más reciente de Saturno fue el 11 de agosto de 2009 y el próximo ocurrirá el 6 de mayo de 2025.
El más reciente de Marte fue el 22 de mayo de 2018 y el próximo será este sábado 23 de marzo.
El equinoccio en sí no tiene ningún efecto físico sobre los seres humanos, dicen los científicos.
Lo que sí parece afectarnos es el cambio de estación, pero incluso en este aspecto los expertos no se ponen de acuerdo.
Hay quien relaciona la llegada de la primavera con los beneficios de contar con más horas de luz solar, lo que se traduce en mayor alegría, ganas de salir y estar más activos.
En contraposición, se asocia la llegada del otoño con una bajada en el estado de ánimo, la llamada depresión otoñal.
Pero esto no es algo universal, Para otras personas la primavera es sinónimo de la llamada astenia primaveral, en la que falta la energía y pesan la desgana y la desmotivación.
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fjb