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Cada año, debido a diversos procedimientos médicos (cirugías, tomografías, resonancias magnéticas, etcétera), millones de niños de menos de tres años son expuestos a anestesias en todo el mundo, para que entren en un sueño profundo, no se muevan y no experimenten dolor, incluso durante su recuperación.
Estudios en modelos animales han demostrado que, según el tipo y la dosis de la anestesia, así como la duración de la exposición a ella, se corren riesgos de causar muerte celular (apoptosis) en el cerebro.
Como consecuencia de esto, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos ha emitido una advertencia sobre el efecto de una exposición prolongada a anestesia general en niños de menos de tres años y mujeres en el tercer trimestre de embarazo.
De acuerdo con estudios realizados en macacos en la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, algunas anestesias, como el sevoflurano, inducen la apoptosis en el cerebro: el núcleo y la membrana de las neuronas se fragmentan, formando pequeños cuerpos apoptóticos.
“Esos cambios que produce la exposición prolongada a dicha anestesia podrían afectar, a largo plazo, el neurodesarrollo de los bebés macacos”, comenta Iván Miguel Rosado-Méndez, investigador del Instituto de Física de la UNAM que participa en la investigación que se lleva a cabo en la mencionada universidad estadounidense.
Cabe señalar que aún se ignora qué porcentaje de niños recién nacidos sufre daño cerebral inducido por anestesias, cuyos efectos se podrían manifestar a posteriori, como problemas de aprendizaje.
No invasiva y segura
Hasta la fecha no se cuenta con una técnica que permita corroborar, de manera no invasiva, la inducción de la apoptosis por exposición prolongada a anestesias en tejido cerebral de neonatos.
“Solamente se ha demostrado la presencia de apoptosis causada por anestesias en el tejido cerebral de roedores y primates”, indica el investigador universitario.
Por ello, en colaboración con los doctores Chris Ikonomidou y Tim Hall, de la Universidad de Wisconsin, quienes dirigen el proyecto, Rosado-Méndez ensaya una técnica no invasiva basada en ultrasonido para evaluar la inducción de la apoptosis por exposición prolongada a anestesias en tejido cerebral de recién nacidos.
“El ultrasonido ofrece la ventaja de ser una técnica no invasiva y segura, ya que no utiliza radiación ionizante. Además, debido a su relativo bajo costo (en comparación con otras herramientas de imagen, como la resonancia magnética), el uso de esta técnica podría extenderse fácilmente en países con recursos limitados como México”, añade.
Preventiva
En bebés macacos, Rosado-Méndez aplica, a través de las suturas craneales, la técnica de espectroscopía por retrodispersión ultrasónica para analizar el tálamo y detectar qué cambios se dan en su microestructura cuando ocurre la apoptosis.
Los bebés macacos se exponen a la anestesia durante seis horas y se adquieren imágenes de ultrasonido al inicio de la administración de ésta y seis horas después, cuando está presente la apoptosis.
El resultado preliminar de un estudio piloto recientemente publicado en la revista Neurobiology of Disease sugiere que hay cambios significativos detectados por ultrasonido y una posible correlación entre ellos y la severidad de la apoptosis. Esos cambios se observaron al comparar ondas de ultrasonido reflejadas por la estructura microscópica del tálamo antes de la inducción de la apoptosis y después, tras seis horas de exposición al sevoflurano.
“Los resultados de la tesis de licenciatura en Física de Laura Castañeda, quien actualmente cursa la maestría en Física Médica en la UNAM, mostraron cambios en el tamaño de los agentes que reflejan el haz del ultrasonido”, afirma el investigador del Instituto de Física de la Universidad Nacional.
Aunque existen retos en la adquisición de las imágenes (sus resultados dependen también de cómo se visualice el tálamo), esta técnica promete ser un recurso práctico para detectar daño cerebral en recién nacidos por exposición a anestesias. Obviamente falta afinar y extender su aplicación.
“Y esperamos que, más adelante, esta técnica permita determinar límites seguros para la dosis de la anestesia y el tiempo de exposición a ella. De este modo se les podrá administrar a los infantes dentro de esos límites, sin exponerlos a consecuencias a largo plazo”, finaliza Iván Miguel Rosado-Méndez.