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A las 8:42 p.m. del jueves 2 de marzo de 1972, la NASA lanzó la sonda espacial no tripulada Pioneer 10 desde Cabo Cañaveral, en Florida.
Su destino era Júpiter y luego el borde de nuestro sistema solar.
Su misión, tomar fotografías detalladas del enorme planeta y sus lunas, y estudiar la atmósfera, sus partículas y vientos solares, el flujo y la velocidad de las abundantes partículas de polvo.
Pero Pioneer 10 tenía una segunda misión.
Firmemente unido a los puntales de soporte de las antenas, protegido de la erosión por el polvo interestelar, estaba el diagrama artístico y científico más emprendedor de todos los tiempos: la Placa de la Pioneer.
Estaba hecha de aluminio cubierto en oro y lo que tenía tallado pretendía revelarle a la vida inteligente extraterrestre quiénes éramos y dónde estábamos.
Un sencillo mensaje
La placa había sido diseñada por dos astrofísicos y una artista.
Apenas tres meses antes, en diciembre de 1971, el astrónomo estadounidense Carl Sagan le había sugerido a su amigo y colega Frank Drake que trabajaran juntos en el diseño de un mensaje interestelar.
Tenía que comunicar los hechos de una manera directa e inequívoca.
"Nos imaginamos que lo más interesante para los extraterrestres sería saber cómo somos", le contó a la BBC Drake, fundador del Instituto SETI que escanea el espacio en busca de signos de comunicaciones extraterrestres.
"Pero pensamos que también querrían saber de dónde provenía el mensaje y cuándo había sido enviado, pues podían pasar millones de años antes de que fuera interceptado".
De esto último se encargaron Sagan y Drake.
Dónde y cuándo
Partieron de la premisa de que la ciencia y las matemáticas eran lenguajes universales, de manera que cualquier vida inteligente los comprenderían.
Se dedicaron primero a concebir la forma de comunicarles a los extraterrestres de dónde venía el mensaje, dado que "Planeta Tierra" no tiene sentido allá fuera.
Para entender lo que hicieron imagínate que estás tratando de encontrar a alguien en medio del océano y, en vez de darte coordenadas, te entregan información sobre la ubicación de varios faros y la distancia de estos del lugar en el que está la persona que buscas.
En el firmamento, esos faros son pulsares, remanentes de la explosión de supernovas que giran muy rápidamente y, como resultado, despiden pulsos espaciados de manera muy uniforme.
Entonces, para indicarles a los extraterrestres dónde había sido lanzado el mensaje, los científicos crearon un mapa que mostraba la ubicación de 14 púlsares con respecto al Sol.
Eso es lo que ves donde está el número 1 en esta imagen:
Cada una de las líneas que irradian del centro indica la dirección y la distancia de un púlsar al Sol.
Como hay muchos pulsares en el Universo, anotaron en números binarios la frecuencia de pulsos que, por ser distintiva, sirve para identificarlos.
Hasta aquí, de comprenderlo, los alienígenas sabrían que el mensaje vino de nuestro sistema solar; ahora hay que precisar.
En la parte inferior izquierda del diagrama, donde está el número 2, verás nuevamente el Sol, ahora acompañado de los planetas, incluido Plutón, que en ese entonces aún lo era.
Del tercer planeta -el nuestro- sale una flecha que señala la sonda Pioneer (3).
¡Listo!
Dirección del remitente: la Tierra.
Contrarreloj
Con esta primera parte del mensaje ideada, Sagan y Drake le presentaron sus planes a la NASA ese mismo diciembre, con la esperanza de persuadirlos de que lo pusieran en la Pioneer 10.
Habían pasado poco más de dos años desde que Apolo había llegado a la Luna y la agencia espacial estadounidense quería un nuevo proyecto que fuera igualmente ambicioso.
La sonda Pionner iría donde ninguna nave espacial había estado antes, a los planetas exteriores.
Su lanzamiento estaba programado para febrero siguiente, y NASA no aprobó la placa de inmediato.
Con el tiempo corriendo en su contra y la esperanza de que fallaran a su favor, los astrónomos se dedicaron a terminar de diseñar el mensaje en las pocas semanas restantes.
Nuestro tamaño
Habían encontrado la manera de mostrar dónde estaba la Tierra, pero creyeron útil incluir un medio para calcular el tiempo y las dimensiones. Necesitaban encontrar una unidad universal.
La química básica del Universo les dio la solución.
Ese dibujo que está encima del número 4 muestra el átomo de hidrógeno en sus dos estados de energía más bajos.
"Cuando un átomo de hidrógeno cambia de un estado de energía al otro, irradia una onda de radio con una determinada longitud de onda y con una cierta frecuencia de oscilación", explica Drake.
La frecuencia servía como unidad de tiempo y la longitud de onda, como una unidad equivalente a 8 pulgadas.
Fíjate ahora que la mujer tiene una línea al lado de la cabeza y otra al lado de los pies; la distancia entre ellas es su altura.
¿Ves que a la izquierda del número 5 hay algo escrito?
"Es un número binario que indica que la mujer mide 8 de esa unidad fijada: 8 x 8 pulgadas = 64 pulgadas, que de hecho es la altura promedio de las mujeres del planeta", señala el astrónomo.
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Eso, así como la otra representación de la sonda Pioneer que aparece en la placa (6), sirven para darle a los destinatarios del mensaje una idea de nuestro tamaño.
Nosotros y nosotras
La siguiente tarea era mostrar cómo somos.
Debería haber sido la parte fácil, pero resultó ser mucho más polémica de lo que esperaban.
La persona encargada de representar la forma humana para los habitantes del espacio exterior fue la esposa de Sagan.
Linda Salzman Sagan, artista profesional, había estudiado en la prestigiosa Escuela de Bellas Artes del Museo de Boston, pero en virtud de haberse casado con un científico eminente, de repente se encontró con la responsabilidad de representar a toda la humanidad con solo dos figuras.
"Quise que cada figura tuviera diferentes rasgos raciales. La mujer tiene los ojos muy almendrados y el pelo liso; al hombre lo hice con pelo rizado y nariz aplanada, para que fueran multiculturales", le contó a la BBC.
¿Y la ropa?
"¿Cómo los iba a vestir? ¿Con trajes tribales? ¿Con ropa de alta costura? No, decidimos que se fueran desnudos", dijo la artista.
Quién dice "¡hola!"
A medida que se difundió la noticia de la placa, surgieron cuestionamientos sobre el hecho de que la figura femenina parecía sumisa al hombre.
¿Por qué se le había dado al hombre el honor de saludar al Universo?
"El feminismo apenas comenzaba a ser un gran tema de conversación y muchas mujeres dijeron: 'Bueno, ¿por qué nosotras no estamos saludando al Universo, por qué no tenemos la mano levantada?'.
"El problema era que si ambos levantaban la mano, los extraterrestres iban a pensar que todos en la Tierra andamos con las manos levantadas... teníamos que tener esas cosas en cuenta", subrayó la artista.
Genitales o no genitales
La belleza del diseño del diagrama radica en su precisión matemática y científica. Pero, para Linda, eso presentaba un problema: tenía que decidir cuántos detalles anatómicos incluir.
A pesar de que el albor de la década de 1970 estaba impregnado de amor libre y vida sin tanto complique, la corriente dominante en EE.UU. todavía era mojigata cuando se trataba de dibujos de mujeres desnudas.
"Muchas de las estatuas que había estado viendo, no tenían genitales femeninos muy específicos... no sabía qué hacer", recuerda Linda.
"Faltaban pocos días, creo que cinco, para que nos dejaran poner la placa en la nave espacial, y Carl me dijo: 'No hagas nada que nos pueda meter en líos con la NASA o dar a cualquiera una excusa para que no pongan la placa en la nave espacial'".
Linda Sagan decidió no dibujar los genitales femeninos. Pero eso no acalló la controversia.
Encantador, fantasioso u obsceno
El reloj ya estaba en cuenta regresiva, la hora de despegar se acercaba y la reacción pública a la placa estaba cobrando impulso.
Se había convertido en noticia nacional, pero no era claro cuál era la opinión de los estadounidenses.
¿Apoyarían la placa o habría una protesta pública?
Por un lado, había artículos como el del eminente escritor científico Walter Sullivan, publicado en The New York Times, con descripciones encantadoras de la sonda Pioneer: "Navegará indefinidamente a través de los vastos confines de la galaxia de la Vía Láctea"- y de la placa.
Como él, algunos estaban entusiasmados con la idea de comunicarse con la vida en el espacio exterior.
Sin embargo, a otros todo el asunto le parecía un poco fantasioso.
Pero quienes más alzaron su voz fueron quienes pensaban que las figuras desnudas eran una forma de pornografía.
"La NASA estaba muy preocupada porque algunos miembros del Congreso eran muy conservadores y les ofendía que el dinero de los contribuyentes se utilizara para enviar obscenidades al espacio", cuenta Drake.
"Recuerdo que me invitaron a un programa de televisión nacional matutino en Canadá y cuando terminé de describir la placa, miré a mi alrededor y todos estaban horrorizados.
"Pregunté y me respondieron: 'Nos van a despedir a todos'. Es la primera vez que se muestra a un humano desnudo en la televisión canadiense ¡y está prohibido!".
Desnudos al espacio
Sin que cesara el debate, la sonda despegó de Florida, con la placa firmemente adherida, y comenzó su largo viaje por el espacio.
Rápidamente se convirtió en la primera nave espacial en cruzar el cinturón de asteroides. En diciembre de 1973, antes de lo esperado, llegó a Júpiter e inmediatamente envió magníficas fotos en color de la superficie del planeta.
Luego continuó su camino hacia el espacio exterior. Para el verano de 1983, la Placa de la Pioneer había pasado las órbitas de Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón.
El 13 de junio, llegó a la última frontera, el borde de nuestro sistema solar. Y la cruzó.
Pioneer 10 envió su último mensaje el 22 de enero de 2003, y nunca más se supo de ella.
A lo largo de la década de 1970, Sagan y Drake idearon otros mensajes para el espacio.
La Placa de la Pioneer había revelado cuán difícil era capturar la variedad de la vida humana en un diagrama, por lo que en 1977 desarrollaron un mensaje más complejo llamado el Disco de oro de las Voyager.
Tenía saludos en 55 idiomas, 12 minutos de sonidos de la Tierra -como latidos del corazón humanos y lluvia cayendo-, música de Brahms y Chuck Berry, y en lugar de humanos desnudos, la NASA aceptó la imagen de una mujer embarazada.
Por supuesto, no sabemos si la Placa de la Pioneer ha sido vista por extraterrestres. Si es así, no han respondido.
Pero para Frank Drake, el propósito y la importancia del diagrama original no han disminuido.
"Tanto la placa como el disco de las Voyager durarán más que nuestro planeta. En 4.000 millones de años, el Sol crecerá, se convertirá en un supergigante, se tragará la Tierra y destruirá todo lo que conocemos.
"La placa todavía estará allí para mostrar que una vez hubo una civilización como la nuestra en la Vía Láctea", concluye el astrónomo.
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