Vivimos en la era de la información, o quizás sería mejor llamarla la era de la sobreinformación. Con tanto conocimiento disponible a un clic de distancia, resulta sorprendente que, en algunos casos, sea más fácil creer en teorías de conspiración que en hechos científicos comprobados. Este es el caso de las vacunas, cuya eficacia ha sido demostrada a lo largo de años de investigación médica.
Las vacunas salvan vidas. No solo lo respaldan décadas de estudios serios, sino que también lo demuestran las tendencias en las causas de enfermedad y muerte desde su aparición. Basta recordar cómo estábamos hace cuatro años para darnos cuenta del impacto positivo que han tenido, especialmente durante la pandemia de COVID-19. Aunque las vacunas no son el único factor en la mejora de la salud pública, sería imprudente negar su papel determinante.
A pesar de que la pandemia por COVID-19 ha terminado oficialmente, el virus sigue presente y seguirá siendo parte de nuestra vida cotidiana, como lo son otras enfermedades respiratorias estacionales. Aunque la situación ha mejorado, esto no significa que podamos descuidar la vacunación. Es fundamental recordar que las vacunas siguen siendo necesarias para protegernos contra las formas graves de la enfermedad.
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Según los datos del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Enfermedad Respiratoria Viral (SISVER), en lo que va de 2024 se han confirmado 14,051 casos de COVID-19, con un pico importante de casos durante los meses de julio y agosto. Lamentablemente, también se han registrado 684 defunciones por esta causa.
Cada año, las vacunas contra la influenza y el COVID-19 se actualizan para brindar mayor protección frente a las nuevas variantes de los virus. Es importante recalcar que, aunque las vacunas pueden reducir el riesgo de enfermarse, su principal objetivo es prevenir las formas graves de la enfermedad que requieren hospitalización o, en el peor de los casos, pueden causar la muerte.
A partir de los 6 meses de edad, todas las personas deben recibir las vacunas contra el COVID-19 y la influenza para el periodo 2024-2025. Aunque es cierto que las vacunas pueden tener efectos adversos, los beneficios siempre superan los riesgos.
El virus de la influenza y el virus SARS-CoV-2 no son los únicos responsables de las infecciones respiratorias en esta temporada. Otro virus que ha ganado relevancia en los últimos años es el virus sincicial respiratorio (VSR), que afecta principalmente a niños pequeños y adultos mayores. El VSR es la principal causa de bronquiolitis en niños menores de cinco años, siendo la primera causa de hospitalización en este grupo de edad.
Además, una bacteria llamada Streptococcus pneumoniae, también conocida como neumococo, es una de las principales causantes de neumonías adquiridas en la comunidad. Este tipo de infecciones también pueden prevenirse mediante la vacunación, lo que subraya la importancia de prevenir en lugar de tratar.
Actualmente, la vacuna contra el VSR aún no está disponible en México, pero se espera que llegue el próximo año. Esta vacuna está recomendada para varios grupos de riesgo, comenzando por los adultos mayores de 75 años y aquellos entre 60 y 74 años con mayor riesgo de sufrir complicaciones graves.
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Las mujeres embarazadas también pueden beneficiarse de esta protección, ya que se aconseja su aplicación entre las semanas 32 y 36 de gestación para proteger tanto a la madre como al bebé. Además, es especialmente importante para los bebés, sobre todo en aquellos nacidos prematuramente, quienes son más vulnerables a las complicaciones del VSR.
Por otro lado, la vacuna contra el neumococo protege contra infecciones graves como la neumonía, meningitis bacteriana y bacteriemia. Es parte del esquema nacional de vacunación en niños pequeños, administrándose a los 2 y 4 meses de edad, con un refuerzo entre los 12 y 15 meses. Para los adultos mayores de 65 años, se recomienda una dosis de la vacuna de neumococo de 23 polisacáridos.
La mejor manera de reducir el riesgo de padecer una enfermedad respiratoria es prevenirla, y la estrategia que ha demostrado los mejores resultados es la vacunación. Las vacunas no solo protegen a quienes las reciben, sino que también contribuyen a la inmunidad colectiva, reduciendo la propagación de enfermedades en la comunidad. Mantenernos informados y vacunados es la clave para seguir avanzando hacia una mejor salud.
Este es un artículo escrito por la Doctora María José Pardinas Llergo, académica de la Escuela de Medicina de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Panamericana.