Sentinel-6 Michael Freilich forma parte de una serie de misiones satelitales entre las agencias espaciales de Estados Unidos y Europa que miden la altura de la superficie del océano. La misión está ampliando la serie de mediciones de la superficie del océano que le brinda a los científicos información crítica sobre los patrones de circulación en el océano y los cambios regionales en el nivel del mar. Esta misión satelital es una de las grandes vigilantes de los episodios climáticos de El Niño y La Niña, así como de las implicaciones climáticas de un mundo que se calienta irremediablemente.
El Niño contribuyó a un aumento de las temperaturas mundiales y a la aparición de fenómenos meteorológicos extremos en todo el planeta, pero finalmente da señales de estar tocando a su fin para cederle su lugar a La Niña. Según los datos más recientes de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), es probable (en más de un 60%) que este mismo año la situación evolucione para que entre julio y septiembre se forme un episodio de La Niña.
La tecnología espacial de alta precisión se encarga de ampliar los registros de los datos oceánicos recopilando perfiles verticales de alta resolución de la temperatura atmosférica para respaldar la predicción del tiempo. Su gemelo idéntico, el Sentinel 6-B, será lanzado el año entrante para reforzar estas mediciones que se están volviendo clave para la generación de alertas tempranas en relación a los fenómenos climáticos.
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La Niña, que provoca temperaturas de la superficie del Pacífico muy frías, cambia los patrones climáticos a nivel global y esto favorece que se formen más ciclones tropicales en el Atlántico, tormentas grandes que giran alrededor de una extensa área y que necesitan condiciones tropicales para formarse, por lo que se originan principalmente en los trópicos. Para el área del Pacífico en nuestro país se esperan entre 15 a 18 ciclones tropicales, lo cual se apega a la media histórica (probablemente con un incremento del 10%); pero en el Atlántico se espera la formación de entre 20 y 23 ciclones, un aumento del 50% en relación al año anterior. Según los reportes del Servicio Meteorológico Nacional nueve de todos ellos podrían madurar en huracanes categoría 3, 4 o 5.
Un mundo que arde por dentro y por fuera
En los últimos doce meses se tuvieron cifras record de calor global desde 1880. La llegada de la temporada de lluvias se acentuará por el calentamiento de los océanos y el fenómeno climático de La Niña. Para calcular la temperatura global de la Tierra, los científicos recopilan datos provenientes de decenas de miles de estaciones meteorológicas en tierra firme, además de miles de instrumentos en barcos y boyas en la superficie del océano. Estos datos se analizan utilizando métodos que toman en cuenta el distanciamiento variado de las estaciones de medición de temperatura en todo el mundo y los efectos del calor urbano.
La serie de temperaturas récord corresponde con una tendencia al calentamiento a largo plazo impulsada por la actividad humana, principalmente por las emisiones de gases de efecto invernadero. Esta tendencia se ha hecho evidente en las últimas cuatro décadas, y los últimos 10 años consecutivos han sido los 10 más cálidos desde que comenzó el mantenimiento de registros a finales del siglo XIX.
La temperatura media de la superficie del mar a escala mundial sigue siendo excepcionalmente alta. La explicación es de una lógica contundente: si la temperatura atmósferica del planeta se eleva, cómo no iban a seguir esta tendencia las dos terceras partes cubiertas de agua del planeta. Desde 1880, el nivel del mar global ha aumentado 20 centímetros, y para el 2100, se proyecta que aumente entre 30 y 122 centímetros más.
La Niña es un fenómeno que produce un enfriamiento a gran escala de las aguas superficiales de las partes central y oriental del Pacífico ecuatorial, además de otros cambios en la circulación atmosférica tropical, como los vientos, la presión y las precipitaciones. Los efectos de cada episodio de La Niña varían en intensidad y duración, así como de la época del año en que se desarrolla y de la interacción con otros modos de variabilidad climática.
En muchos lugares, especialmente en los trópicos, La Niña produce en el clima efectos opuestos a los que provoca El Niño. La OMM es muy clara en el análisis reciente de estos fenómenos climáticos de origen natural, pues ahora se desarrollan en el contexto del cambio climático antropógeno que provoca un aumento de las temperaturas mundiales, exacerba los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, y altera la configuración de las temperaturas y las precipitaciones estacionales.
Los científicos analizan estos fenómenos mediante observaciones satelitales, aéreas y terrestres, pero estos fenómenos tambien se observan desde la Estación Espacial Internacional. Investigadores financiados por la NASA trabajan para comprender la evolución de los sistemas interconectados de la Tierra, así como descifrar y diferenciar los cambios naturales y los provocados por los humanos. La Estación Espacial está ayudando a monitorear el cambio climático mediante la recopilación de datos con el empleo de diferentes instrumentos de observación de la Tierra montados en su exterior.
El futuro del monitoreo climático
Debido al evidente calentamiento global, los modelos climáticos globales proyectan que los huracanes tendrán cambios que aumentarán las probabilidades de que se generen mayores daños en un futuro no muy lejano.
En un mundo donde las temperaturas suben gradualmente, hay más húmedad en el aire que se concentra en forma de vapor de agua. A medida que aumentan las temperaturas, se evapora más agua líquida de la tierra y el océano. En un evento como un huracán los vientos en espiral atraen este aire húmedo hacia el centro, alimentando con más fuerza las imponentes tormentas que lo rodean.
Los modelos climáticos están pendientes de todos los factores que ayudan a la formación de estos fenómenos, como el mencionado aumento de humedad en el aire. En el artículo La fuerza de la naturaleza: huracanes en un clima cambiante escrito por Angela Colbert, investigadora del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, se explica que debido al calentamiento global, los modelos climáticos globales predicen que los huracanes probablemente
causarán lluvias más intensas y tendrán un mayor riesgo de inundaciones costeras por el aumento del nivel del mar. Además, la frecuencia global de las tormentas puede disminuir o permanecer sin cambios, pero es más probable que los huracanes que se forman se vuelvan intensos, y a veces, incluso sorpresivos por lo que los elementos que los monitorean deben incluir nuevas variables y datos más precisos.
Además de la humedad, otro factor de consideración cambiante son los llamados vientos huracanados. En el texto se menciona que la mayoría de los modelos muestran que el cambio climático también está provocando un ligero aumento en la intensidad de los vientos y es probable que este cambio esté relacionado con el calentamiento de las temperaturas del océano y una mayor humedad en el aire, los cuales alimentan a los huracanes.
Si bien la mayoría de los modelos no muestran cambios o muestran una disminución en la frecuencia de los huracanes en un clima más cálido, una mayor proporción de las tormentas que se forman alcanzarán niveles muy intensos (Categoría 4 o 5). Esto significa que si bien puede haber menos tormentas, las que se forman tienen mayores posibilidades de volverse más fuertes.
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En un artículo publicado en la revista Nature hace cuatro años (Cambios en la tasa de intensificación de ciclones tropicales. Kieran Bathia et al.), se señala como se observan en los últimos años cambios drásticos en la proporción e intensidad de huracanes y los resultados del análisis apuntaban a que la variabilidad natural no podría ser la única respuesta. La huella del hombre ha insidido en magnificar estos eventos.
Los satélites meteorológicos son una poderosa herramienta para las observaciones, ya que ayudan a ampliar el registro de observaciones. Con un registro más largo y detallado, los científicos pueden detectar cambios en las tendencias de los datos a largo plazo. Ahora el reto es que ya que se tienen claro los cambios, es crear nuevos sistemas para monitorear estos eventos.
Es así que se está desarrollando la próxima generación de satélites para mejorar aún más las observaciones de huracanes para modelos. Marangelly Fuentes, meteoróloga y directora de programas de Investigación de la Tierra de la
NASA, dice que constantemente se realizan pruebas con nuevos datos potenciales para ver cómo afectarían la capacidad del modelo para pronosticar correctamente un huracán.
Los investigadores realizan pruebas para ver si datos más detallados sobre la temperatura de la superficie del océano frente a una tormenta ayudan a predecir con mayor precisión su intensidad para poder lanzar alertas más efectivas. Esta información se utiliza para el diseño de instrumentos en futuros satélites. Más datos y mejor interrelacionados podrían llevar a una mejor comprensión del pronóstico de huracanes y cómo pueden verse afectados por el cambio climático.