"Este lugar no es un lugar de honor", dice el texto. "Aquí no se conmemora a nadie... aquí no hay nada valioso. Lo que hay aquí nos resultó peligroso y repulsivo. Este mensaje es una advertencia sobre su peligro".
Suena como el tipo de maldición que casi esperas encontrar en la entrada de un antiguo túmulo. Pero este mensaje tiene la intención de ayudar a señalar el sitio de la Planta Piloto de Aislamiento de Residuos (WIPP, por sus siglas en inglés) que se ha construido a más de 610 metros de profundidad bajo el desierto de Nuevo México.
El enorme complejo de túneles y cavernas está diseñado para contener los desechos nucleares más peligrosos del ejército de Estados Unidos.
Estos residuos seguirán siendo letales durante más de los 300.000 años que el Homo sapiens lleva caminado por la superficie del planeta.
La planta es actualmente el único repositorio geológico de desechos nucleares en funcionamiento en el mundo. Está previsto que se abra una instalación similar en Finlandia a mediados de esta década.
Cuando el lugar esté lleno, en algún momento entre los próximos 10 y 20 años, las cavernas se derrumbarán y se sellarán con concreto y tierra.
Se derribará el extenso complejo de edificios que actualmente están en el lugar. En su lugar estará "el mayor intento consciente de nuestra sociedad de comunicarse a través del profundo abismo del tiempo".
El plan requiere enormes columnas de granito de 7,6 m de altura para marcar el límite exterior de 10 kilómetros cuadrados alrededor de todo el sitio.
Dentro de este perímetro, hay un terraplén de 10 m de alto y 30 m de ancho que marca el límite real del depósito. Luego, dentro del terraplén habrá otro cuadrado de columnas de granito.
En el centro de este letrero monumental de "No entrar" habrá una sala con información sobre el sitio. En caso de que la información se vuelva ilegible, habrá otro enterrado a 6 metros, y otro más bajo el propio terraplén.
Además, la información detallada sobre el WIPP se almacenará en muchos archivos en todo el mundo en un papel especial sellado con la instrucción de que debe conservarse durante 10.000 años, la duración -bastante arbitraria- de la licencia del sitio.
El vasto paisaje propuesto para el WIPP está parcialmente influenciado por la ciencia ficción.
Físicos nucleares, ingenieros, antropólogos, escritores de ciencia ficción, artistas y otros se han unido en el amplio y esotérico campo de la investigación sobre la forma en que los humanos del futuro -y cualquier cosa que venga después de nosotros- podrían ser advertidos de nuestro mortal legado.
Bienvenidos al mundo de la semiótica nuclear.
Lamentablemente, no se retomó la idea de cubrir el sitio con un bosque de enormes espinas de hormigón, ni la idea de crear un "sacerdocio atómico" que se perpetúe a sí mismo y que utilice la leyenda y los rituales para crear una sensación de miedo en torno al lugar durante generaciones. El lingüista Thomas Sebok utilizó por primera vez la frase "sacerdocio nuclear" en 1981.
Tampoco fue aceptada la idea de criar gatos que cambien de color cuando se expongan a la radiación, dando inicio a la idea de los llamados "ray cats", una especie de contador de Geiger felino que durante milenios enseñaría a los humanos a correr si sus gatos cambian de color. Irónicamente, ahora existe el movimiento Ray Cat con sus propias camisetas, canciones y documentales.
El Grupo de Trabajo sobre Interferencia Humana se creó en 1981 para responder precisamente a estas preguntas para el repositorio propuesto de Yucca Mountain, cerca de Las Vegas, Nevada. Se atribuye ampliamente a este grupo la creación del campo de la semiótica nuclear.
Hoy en día, la Agencia de Energía Nuclear (NEA, por sus siglas en inglés) con sede en París, continúa el trabajo del grupo ahora desaparecido a través de su iniciativa sobre la preservación de registros, el conocimiento y la memoria a través de las generaciones (Iniciativa RK&M) que comenzó en 2011 y cuyo informe final se publicó en 2019.
La NEA es una agencia intergubernamental que fomenta la cooperación entre los 33 países con infraestructura de tecnología nuclear avanzada.
"El papel de RK&M es investigar los medios efectivos para reducir la probabilidad de una intrusión humana inadvertida en los depósitos geológicos de desechos", dice Gloria Kwong, de la NEA.
La iniciativa presentó una serie de sugerencias sobre cómo ayudar a los humanos en el futuro a tomar decisiones informadas, como bibliotecas, cápsulas del tiempo y marcadores físicos.
"Los marcadores físicos pueden ser un solo objeto como un obelisco, o muchos, como un campo de picos, en el sitio o que apuntan al sitio", dice Ele Carpenter, coordinador del Grupo de Investigación de Cultura Nuclear y profesor de Curaduría en la Universidad de Londres.
"Incluso puede ser mejor no tener un monolito que pueda ser derribado, sino tener miles de pequeños marcadores enterrados en el suelo para ser descubiertos más tarde".
La zona rural de Oxfordshire, en Inglaterra, se siente muy lejos del desierto de Nuevo México y de las charlas sobre sacerdocios atómicos, pero está más cerca de lo que parece.
Allí, el antiguo aeródromo de la Segunda Guerra Mundial en Culham alberga la Autoridad de Energía Atómica de Reino Unido y el Centro Culham para la Energía de Fusión, el laboratorio de fusión nuclear de Reino Unido.
En el condado de Oxfordshire también se encuentra el primer reactor nuclear en Europa Occidental, que comenzó a operar en otro antiguo aeródromo en 1947, y la sede de la agencia británica para la gestión de residuos radiactivos, la RWM (por sus siglas en inglés).
En una luminosa y moderna sala de reuniones están dos de las personas cuyo trabajo es pensar en este gran problema: el profesor Cherry Tweed, quien es el principal asesor científico de la RWM, y el experto en la materia James Pearson, quien también forma parte de esa organización.
Su trabajo es considerar las opciones para señalizar el propio depósito nuclear de Reino Unido, una instalación cuya planificación, construcción, relleno y sellado llevará 200 años.
En una pantalla en la sala hay una imagen del enorme montículo prehistórico Silbury Hill, cerca de Stonehenge.
"Son 340.000 metros cúbicos. Tiene más de 4.000 años", dice Pearson. "Hay mucho debate sobre su uso, pero esencialmente es desconocido. ¿Es una indicación antigua? ¿Podemos hacerlo mejor? ¿Deberíamos intentarlo?".
Si ya es un trabajo duro pensando en tiempos manejables, mucho más lo es pensando en miles de años.
Un estudio de la Agencia Internacional de Energía Atómica encontró que, incluso hoy en día, tan solo el 6% de la población mundial puede reconocer el trébol de tres hojas negras sobre un fondo amarillo que es el símbolo de la radiación.
Sin embargo, otro estudio encontró que todavía se comprende el significado de las antiguas piedras de tsunami -algunas tienen siglos- en el noreste de Japón. El problema es que algunos lugareños optaron por ignorar las advertencias y construir en áreas vulnerables al tsunami. Pagaron un precio terrible en el terremoto y tsunami de 2011.
La artista e investigadora Cécile Massart, quien vive en Bruselas, cree que, para que los letreros estén preparados para el futuro, deben ser parte de "una cultura nuclear, con sus propios monumentos, señales y rituales".
"Por el momento, solo existe realmente el símbolo radiactivo", agrega.
En su trabajo Laboratories, Massart imagina un laboratorio creativo alojado en una serie de conos de metal y cúpulas construidas sobre un depósito de residuos.
"Reuniría a músicos, arqueólogos, escritores, economistas, artistas, biólogos y poetas de cada nueva generación para trabajar en las señales necesarias para transmitir el conocimiento a la siguiente", dice.
En 2011, el artista estadounidense Bryan McGovern Wilson y Robert Williams, profesor de Bellas Artes en la Universidad de Cumbria, fueron más allá.
"En Cumbrian Alchemy, exploramos el poder de los objetos atómicos populares, trajes y rituales destinados a crear una tradición oral alrededor de los sitios de la costa nuclear de Cumbria para que nunca se olviden", dice Williams, por ejemplo, imaginando cómo las vestimentas de un "sacerdote atómico" podrían estar inspiradas en la ropa que usó Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica.
"Es fácil para el artista ser visto como un disruptor por la industria nuclear", dice Massart, "pero algunos ingenieros, directores, líderes ilustrados y cultos ahora han reconocido el valor del arte".
"La discusión en la industria a menudo trata de un sitio específico", argumenta Carpenter, "pero lo que nos interesa como artistas es mucho más una visión holística de lo que es la industria nuclear. En lugar de mirar una parte, observar todo el proceso y luego tener un sistema completo de señales".
Al final, a la Iniciativa RK&M se le ocurrió la idea de que los sistemas son la solución. "Nadie puede decir que este es el lugar mágico", dice James Pearson, quien trabajó en la iniciativa.
"El enfoque más exitoso tendría varios sistemas que se complementan entre sí, como una combinación de marcadores físicos con información sobre el sitio almacenada en numerosos archivos. Significa que tienes una protección en profundidad. Si un archivo no se conserva o hay un incendio, entonces tienes copias de seguridad".
También se trata de intentar integrar las instalaciones en sociedades futuras en lugar de asustar a la gente.
"No es necesario tratar de asustar a la gente con un aspecto amenazador y simbolizando un peligro como el que está planeado actualmente para el WIPP. Debes intentar informar a las personas de lo que hay allí, para que luego puedan tomar una decisión informada por sí mismos".
Puedes leer este artículo publicado originalmente en inglés en BBC Future.
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