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luis.dominguez@clabsa.com.mx
El oro verde ha sido descifrado. Un grupo internacional de científicos encabezados por el mexicano Luis Herrera Estrella —considerado uno de los biotecnólogos más influyentes del mundo— lograron secuenciar el genoma del aguacate, cuyo mercado internacional es de 13 mil millones de dólares al año.
El logro científico se da en plenas aspiraciones del gobierno federal por limitar algunas prácticas de la biotecnología. Esta investigación, que se publicó en la revista Proceeding of the National Academy of Sciences, permitirá obtener mejores variantes del fruto y árbol del aguacate y volverlo más resistente al ataque de patógenos.
Herrera Estrella, investigador de la Unidad de Genómica Avanzada (Uga-Langebio) del Cinvestav, detalló que secuenciaron el genoma de distintas variedades de este fruto originario de Mesoamérica, como el Hass, antillano y guatemalteco. Destacó la importancia de este avance, que radica en que “ahora podremos hacer estudios que nos permitan de manera más precisa y mucho más rápida realizar programas de mejoramiento genético del aguacate”.
En 2016, México exportó más de un millón de toneladas de este fruto, lo que representó un valor de 2 mil 227 millones de dólares, según cifras del Sistema de Información Arancelaria Vía Internet de la Secretaría de Economía.
El Hass es la variedad más comercializada a nivel mundial. Sin embargo, no ha tenido ningún mejoramiento en los últimos 40 años debido a que cuenta con un ciclo de vida largo, lo que representa una cuestión atípica en agricultura, ya que muchos cultivos incluso se modifican para protegerse de plagas.
“Actualmente hay una especie de crisis en el cultivo de aguacate porque sus árboles son viejos y necesitan renovarse, con estos ciclos de vida les va a tomar tiempo. Es necesario lanzar una estrategia de mejoramiento genético que involucre un esfuerzo multidisciplinario e interinstitucional”, indicó el también científico Alfredo Herrera (hermano de Luis Herrera), líder de este proyecto y director de Langebio.
De acuerdo con los especialistas, esta investigación, que contó con el apoyo del Fondo sectorial Sagarpa-Conacyt, abre la posibilidad de generar una plataforma “tecnológica de mejoramiento de este cultivo, en particular la resistencia del árbol al ataque por patógenos y de la calidad del fruto, a fin de mantener la competitividad de México como su principal exportador".
“El conocer el genoma no implica, necesariamente, tener que hacer transgénesis. Significa que podemos acelerar los procedimientos tradicionales de mejoramiento, que es la ruta más importante de que vamos a seguir incluyendo las nuevas tecnologías de edición genómica y si se considera necesario o importante, la transgénesis”, puntualizó Luis Herrera.
Una herramienta que me parece espectacular es la edición genómica, apuntó Alfredo Herrera. Ejemplificó que ha quedado demostrado “con toda claridad y pulcritud” que con tan sólo editar seis genes se puede pasar de un tomate silvestre: “muy pequeñito, verde y con cáscara, a uno de calidad, grande y rojo”, en un lapso mucho menor.
“Al ser humano le tomó, aproximadamente, 10 mil años llegar del tomate silvestre al que conocemos actualmente. Con la compresión que tenemos ahora de la información genómica y las herramientas modernas esto lo podemos hacer en un par de años”, detalló el director de Langebio.
Tencnología fundamental. “Esperamos que este hallazgo le llame la atención al gobierno del presidente López Obrador para establecer programas importantes, que aunque utilizan tecnologías muy modernas, occidentales, que se pueden considerar neoliberales, son fundamentales para conocer nuestros cultivos y utilizar esa información para el beneficio futuro de la sociedad”, recalcó Herrera Estrella.
Respecto a la importancia de desarrollar nuevas variedades, Luis Herrera señaló que “México las necesita para mantener su competitividad. Acabo de regresar de China, tuve una estancia en la Universidad Agrícola de Nanjing, es sorprendente cómo empiezan a producir aguacate y agave en China. Si no mantenemos esa calidad, esa productividad de los árboles de aguacate (que ha caracterizado a México), nos pondremos en riesgo como exportadores”.
El proyecto contó con la participación de 17 instituciones de cuatro continentes y les tomó más de ocho años de trabajo.
Para el director de Langebio, este tipo de colaboraciones dejan ver “la necesidad de hacer ciencia que hoy en día es universal. No podemos hablar de ciencia mexicana o de aislarnos en términos científicos; es muy importantes que contemos con los mejores expertos para tener un proyecto exitoso”.