La última vez que Sofía visitó el mar, le dijo que lo amaba. Flotaba en medio del y él nadaba a su lado. Lo gritó sin importarle que probablemente el rumor de las olas se llevaría sus palabras, pero lo que más recuerda de aquel arrebato de lucidez amorosa son los colores del mar: una sucesión de azules turquesa con los que ha pintado sus recuerdos más gratos. Cuando era niña acampó en esa misma playa con sus padres, le encantaba mirar hacia el horizonte y ahí estaban exactamente las mismas tonalidades. Sin embargo, registros más precisos, aquellos que no toman en cuenta los tintes emotivos con los que pintamos los recuerdos, le dicen a Sofía que en realidad los colores del océano han cambiado.

Los científicos dicen que alrededor del 56% de los océanos han variado en su coloración, una nueva y peligrosa señal de advertencia del provocado por el hombre, según un reciente estudio encabezado por el Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido y el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) que analizó 21 años de observaciones satelitales. La coloración del mar depende de muchos aspectos. La geografía, la estación del año y las corrientes marinas forman parte de la paleta de colores que integran las tonalidades del mar a lo largo y ancho de los 361 millones de kilómetros cuadrados con los que el océano cubre a la Tierra.

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