El próximo 8 de abril, una alineación cósmica nos regalará un impresionante espectáculo: un que ocurrirá en el norte del continente americano. . Iniciará su recorrido en el Océano Pacífico, atravesará el norte de México, continuará por el este de Estados Unidos y Canadá, para finalmente desaparecer en el Océano Atlántico.

Este evento astronómico que ha cautivado a la humanidad durante siglos nos brinda la oportunidad de sumergirnos en las creencias y conocimientos de una de las civilizaciones más antiguas de la historia: los mayas.

Dicho pueblo, que floreció en regiones de Guatemala y varios estados de nuestro país, incluyendo Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Tabasco, no solo fue de notables matemáticos, con la invención del concepto del cero, sino además consumó grandes astrónomos, mucho antes de que los telescopios y las calculadoras científicas vieran la luz.

Vista general del 13 de marzo de 2023 en la zona arqueológica de Oxkintok, en Yucatán (México). El sureste de México se prepara para presenciar este sábado el eclipse solar anular, denominado “el anillo de fuego”. Foto: EFE/Lorenzo Hernández.
Vista general del 13 de marzo de 2023 en la zona arqueológica de Oxkintok, en Yucatán (México). El sureste de México se prepara para presenciar este sábado el eclipse solar anular, denominado “el anillo de fuego”. Foto: EFE/Lorenzo Hernández.

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Para los mayas, los eclipses solares y lunares eran sucesos que desencadenaban emociones que oscilaban entre el miedo y la aprehensión. Su incertidumbre sobre la integridad de los astros que daban vida y luz a la Tierra los llevaba a realizar rituales y ofrendas de sangre al Dios Sol, con el propósito de impulsar su recorrido. Sin embargo, este mismo fenómeno también se consideraba una amenaza, ya que creían que la luna, al tapar al sol, lo entregaba a una entidad llamada Tecuani, el "come gente".

Hoy sabemos, gracias a la ciencia, que el eclipse ocurre cuando la Luna bloquea la luz solar desde la Tierra, creando la ilusión de un astro oscurecido. El Dr. José Franco, del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México, explicó que aunque la Luna es mucho más pequeña que el Sol, su proximidad a la Tierra permite que pueda taparlo por completo.

Agregado a estas creencias mayas, en algunas regiones de Quintana Roo existen tradiciones que sostienen que animales míticos salvajes, conocidos como "Xulab", intentaban devorar tanto al astro del día como de la noche. Con el tiempo, la creencia en animales malignos se transformó en la idea de que el mismo diablo, o "kakaz-baal" en maya, intentaba devorar al sol, de acuerdo con un artículo de la UNAM publicado este año.

Un eclipse anular solar es visto desde un parque en Yokohama, Japón, cerca de Tokio, el lunes 21 de mayo de 2012.Foto: AP Foto/Shuji Kajiyama, Archivo EL UNIVERSAL.
Un eclipse anular solar es visto desde un parque en Yokohama, Japón, cerca de Tokio, el lunes 21 de mayo de 2012.Foto: AP Foto/Shuji Kajiyama, Archivo EL UNIVERSAL.

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A su vez, la cultura maya consideraba que el Sol y la Luna, tenían una relación que implicaba un atracción mutua. Esto se puede encontrar en el "Chilam Balam de Chumayel", un antiguo texto maya que explica el origen de los eclipses.

Entonces, ¿cómo reaccionaban los mayas ante un eclipse? Debido a su temor a la posible muerte del dios solar, llevaban a cabo rituales que simbolizaban el momento de la desaparición temporal del sol. Esto incluía la creación de pinturas para recrear simbólicamente la imagen del sol que se desvanecía y ceremonias para ayudar al sol a emerger de la oscuridad. Por otra parte, los eclipses solían perturbar las actividades cotidianas, como la caza o la preparación de alimentos. Por ejemplo, durante el eclipse de 1991, las mujeres de Maxcanú dejaron de preparar tortillas, ya que creían que amasarlas haría que las piedras del fogón se volvieran suaves, lo que presagiaba malos augurios.

En la cosmovisión de los mayas tzotziles, los eclipses eran considerados enfermedades de los astros. Utilizaban dos términos: "cha'k'ak'al" para el sol y "cham'u" para la luna, donde "cham" hacía referencia a la enfermedad o la muerte. En cuanto a los Quichés, se encerraban en sus hogares durante los eclipses, evitando mirarlos, ya que creían que paralizaban los ojos y causaban ceguera, además de que observar la luna generaría enfermedades.

Dentro de este misticismo, también se empleaban amuletos, considerados protectores del cuerpo y la energía. Las creencias mayas sobre los eclipses revelan una fascinante conexión entre su visión del cosmos y sus rituales ancestrales.

*Con información del artículo de la UNAM: "Creencias de los pueblos mayas sobre los eclipses: una rica cosmovisión".

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