La Tierra está en llamas. La emisión de gases de efecto invernadero, que por decenios ha sido incontrolable, ha provocado un calentamiento global de 1°C. El planeta vive una etapa alarmante: los glaciares se deshielan a un ritmo mayor y esto provoca un aumento del nivel del mar; los océanos se han calentado y su productividad ha menguado; mientras que los fenómenos extremos costeros son cada vez más violentos.
De acuerdo con el reciente Informe Especial sobre el Océano y la Criósfera en un Clima Cambiante, elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, si no se adoptan iniciativas que limiten el ritmo de emisiones de efecto invernadero, se podría generar un colapso irreversible de las grandes masas de hielo, que traería como consecuencia un incremento al nivel medio del mar, por lo que más de 680 millones de personas de todo el mundo, que viven en zonas costeras, estarían en riesgo.
“Tenemos suficiente evidencia científica para indicar que estamos en un punto crucial y, quizá, de inflexión sobre la estabilidad del funcionamiento de los diferentes sistemas climáticos. Hemos generado perturbaciones en la biogeoquímica de los océanos y en la estabilidad de las grandes masas de hielo, son alteraciones que no son transitorias y que, sin lugar a dudas, se deben al grado de influencia humana”, explica el doctor Miguel Cifuentes, del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Costa Rica), quien participó en el Informe.
Aunque el reporte del IPCC destaca que el aumento del nivel del mar afectará, principalmente, a países asiáticos como Tailandia, Indonesia, Bangladesh y China, México también deberá librar una batalla contra los estragos del cambio climático, debido a que más de 55 millones de mexicanos habitan en zonas costeras, según la última Encuesta Intercensal del Inegi.
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“Existen dos escenarios. El menos drástico es que para 2100, incluso logrando reducir las emisiones de efecto invernadero, la elevación del nivel del mar sea de 50 centímetros. Mientras el peor escenario es que la elevación pueda superar los 100 centímetros”, puntualiza el doctor Federico Isla, del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Argentina), quien también colaboró en el Informe.
Para la doctora Evelia Rivera, la única mexicana que participó en el Informe del IPCC, los efectos del cambio climático ya son tangibles en nuestro país: la granizada que el pasado julio azotó Guadalajara, y la invasión de sargazo en el Caribe. “Se han registrado eventos extremos como lluvias atípicas o sequías; cambios abruptos que producen interrupciones significativas en sistemas naturales, en la sociedad y economía”, dice la investigadora de la Universidad Autónoma de Campeche.
De acuerdo con Rivera, es importante que el gobierno federal comience a invertir en estrategias de resiliencia, que pueden ir desde infraestructura para evitar desastres naturales hasta la reubicación de poblaciones. “Las predicciones de modelos que se han hecho para el Golfo de México muestran una situación adversa para Tabasco y Campeche; por ejemplo, la Isla del Carmen queda completamente bajo el agua, al igual que los humedales costeros de Del Carmen y Champotón. Esta pérdida de territorio no es algo menor, el gobierno debe proyectar si tenemos espacio, la capacidad institucional y los recursos económicos para poder trasladar poblaciones a tierra adentro”.
“Necesitamos forzosamente, parafraseando a Greta Thunberg, actuar como si tuviéramos la casa en llamas, considerando que aún tenemos tiempo para revertir este rumbo; es importante tomar medidas drásticas. México tiene al Instituto Nacional de Cambio Climático que, a nivel federal, ya ha aportado en la legislación y en la política misma, sin embargo los avances que se tienen a nivel estatal y municipal son muy pobres respecto a capacidad local instalada”, apunta la científica.
Para 2020, el gobierno federal destinó 41 mil millones de pesos para la construcción de la refinería, que constará de 17 plantas y sólo tendrá un tiempo de vida de 20 años. “El riesgo de que esta zona se inunde es alto y se debería tomar en cuenta para la construcción, en un futuro esta infraestructura puede ocasionar problemas para la población por las condiciones ambientales”, explica Rivera.
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“Muchas veces los políticos caen en la trampa de tener que aprobar rápidamente algo en zonas donde se sabe que va a haber problemas. Aquí, en Argentina, también se han autorizado obras de barrios en zonas costeras, que son bastante contraproducentes. El más grande error de los tomadores de decisiones es no hacer los estudios de impacto ambiental”, afirma Federico Isla.
“El camino al infierno está plagado de buenas intenciones. La toma de decisiones antojadizas, que pueden tener algunos políticos, en papel parecen positivas, pero en realidad tienen un impacto no previsto sobre los ecosistemas o en la estabilidad de la sociedad. En la medida que nos eduquemos en apreciar la información científica, se podrán dar pasos agigantados hacía una mejor gestión de recursos y un fortalecimientos de la sociedad ante los impactos del cambio climático”, recalca Miguel Cifuentes.