La comunidad académica ha externado en la última semana su inconformidad por el orden de prelación que impuso el a los integrantes de las comisiones evaluadoras del ( SNI ), pues implica que cerca del 30% de los postulantes quedarán fuera, aun cuando cumplan con los requisitos, explica la doctora Brenda Valderrama, doctora en biomédica, investigadora del Instituto de Biotecnología e integrante del SNI, a .

Con la reforma del reglamento del SNI, el Conacyt implementó este criterio de prelación en tercios para los evaluadores, es decir, acomodarlos por orden de prioridad en tres categorías:

“Se le instruye a los evaluadores que los dividan por tercios: de 30 expedientes, 10 van a ser categoría A, 10 van a ser categoría B y 10 van a ser categoría C. La cuestión es que aunque los 30 expedientes tengan buena calificación, sólo 10 serán aceptados al SNI con el estímulo económico, otros 10 van a ser aceptados en el Sistema, pero sin estímulo económico y los otros 10 serán descartados”, explica la investigadora.

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“La directiva es muy clara: quieren reducir entre el 30% y 50% esta generación del SNI. Van a dejar fuera de un plumazo al 30% de los postulantes, hayan aprobado o no, y al otro 30% lo van a dejar sin estímulos”, agrega.

Esta medida, señala, es la forma con la que Conacyt busca solucionar el sobregiro de aspirantes al SNI que se ha incrementado en los últimos años. “Para 2021, el SNI tuvo un sobregiro de mil 500 mdp, que es el 30% del costo total, es un sobregiro importante no sólo en cantidad, sino también en proporción”, dice Valderrama.

En una sesión de capacitación de las comisiones del 13 de septiembre se explicó que el orden de prelación es para “en caso de tener limitaciones en el términos monetarios” y aunque se dijo que cumple con los apoyos asignados, este nuevo reglamento del SNI “tiene un elemento de prelar, en caso de ser necesario, a partir de criterios que provienen de las propias comisiones, que son estrictamente académicos y que son decididos por ustedes”, explicó en aquella ocasión Liza Aceves López, directora de Vocaciones Científicas y el SNI.

Aunque Conacyt está tratando de solucionar el sobregiro de candidatos con la prelación, un par de cambios en el reglamento del SNI propicia el gasto del recurso. Valderrama considera que se relajaron los requisitos para los candidatos, lo que hizo que se postularan más personas de lo normal. Además considera extraño que se creara la categoría de investigadores de mayores 65 años que les garantiza un estímulo durante 15 años. “No tiene sentido porque es comprometer el recurso del SNI por adelantado durante 15 años. Todo esto había dado la impresión de que el programa tenía la posibilidad de ampliar su cobertura”.

Comisiones como verdugos y criterios sin homologar, el caos del SNI

Más allá de implementar la prelación, Brenda Valderrama considera que fue grave que el Conacyt tratara de hacer que los mil 19 evaluadores del SNI fueran los “verdugos” de sus colegas investigadores, pues considera que Conacyt debería hacerse responsable de su “arbitrariedad”.

Para este año, los evaluadores del SNI fueron seleccionados por insaculación, o sea al azar. Esto con el fin de construir un “sistema de evaluación riguroso, colegiado, transparente, incluyente y plural”, dijo María Elena Álvarez-Buylla Roces, directora de Conacyt, en la primera reunión con los integrantes de las Comisiones.

Pese al ánimo de la transparencia, los evaluadores tuvieron que firmar una carta de confidencialidad “muy estricta, en la que cualquier brecha de salida de información será castigada con la salida del SNI”, cuenta Valderrama y dice que por esa razón había poca información sobre el proceso de prelación.

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La semana pasada, de forma dispersa, los integrantes de las comisiones evaluadoras empezaron a externar su inconformidad con el proceso de prelación, lo que encendió “focos rojos” en Conacyt y se organizó por la tarde el viernes 30 de septiembre una junta extraordinaria en la que se indicó que ya no era obligatorio realizar la prelación en tercios y que “la calificación de tercio finalmente la hará la Comisión de calificación, que es del Consejo general”, cuenta la doctora en biomédica.

Este acuerdo no representa una solución, pues la investigadora explica que esto implica una evaluación desordenada, sin criterios homologados ni unanimidad entres las comisiones.

“Eso es tremendo, es una estocada al corazón del Sistema. Todo dependerá de con qué comisión y evaluador caíste y a dónde cayó tu calificación, literalmente es una tómbola”, concluye.

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melc