Muchos trabajadores latinoamericanos que emigran a Estados Unidos en busca de un empleo lo consiguen, pero con un salario muy bajo y en circunstancias precarias, debido a lo cual viven en condiciones socioeconómicas extremadamente difíciles.
De acuerdo con un estudio encabezado por Maritza Caicedo, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, el hecho de estar desempleados y no contar con recursos económicos suficientes propicia que estos trabajadores tengan más probabilidades de desarrollar enfermedades mentales como depresión o ansiedad.
“Nuestro estudio tuvo como objetivo analizar la salud mental de inmigrantes desempleados y empleados de 18 a 65 años en Estados Unidos. Para ello aplicamos mil 290 cuestionarios a mexicanos en Chicago, Nueva York y la Ciudad de México, a colombianos en Nueva York y Cali, y a dominicanos en Nueva York”, comenta Caicedo.
Cabe señalar que las mujeres inmigrantes se dedican principalmente a servicios personales como el cuidado de niños y ancianos, la limpieza en hogares y oficinas, y la atención al público en restaurantes y lavanderías, entre otros; y los hombres, por lo general, a ocupaciones relacionadas con la fabricación, el mantenimiento, la construcción, el transporte y la reparación, entre otros.
Mejores niveles de salud mental
Antes, en otro estudio que les permitió comprobar la relación negativa entre el desempleo y la salud mental, los investigadores universitarios habían encontrado que, a pesar de todo, los inmigrantes mexicanos tienen mejores niveles de salud mental que los nativos blancos no hispanos de Estados Unidos.
¿Por qué? En opinión de la investigadora, aún no hay una respuesta definitiva que explique este fenómeno, por lo que se debe seguir investigando para establecer los factores que determinan en sí esa diferencia en los niveles de salud mental. Con todo, se han aventurado varias hipótesis.
Otra hipótesis es que entre ellos se da una especie de selección y emigran solamente los individuos más sanos, en mejores condiciones de salud.
Se ha planteado que los ítems del cuestionario que se utilizó para el malestar psicológico entre los inmigrantes pudieran no ser del todo comprensibles.
“Aunque es un cuestionario validado en la población hispana, a lo mejor los ítems podrían frasearse de otra forma para que los inmigrantes latinoamericanos los comprendieran mejor. Es posible que determinados aspectos culturales estén interviniendo de algún modo en el reporte de los síntomas que se captan mediante el citado cuestionario”, indica Caicedo.
Indicadores
Según datos de la National Health Interview Survey, que es la encuesta de salud de Estados Unidos, los nativos blancos no hispanos, los afroestadounidenses y los puertorriqueños tienen más probabilidades de desarrollar depresión o ansiedad; sin embargo, una vez que estas enfermedades mentales se presentan, quienes tienen más probabilidades de enfermar gravemente de ellas son los afroestadounidenses, los puertorriqueños y los inmigrantes mexicanos.
“La depresión, por ejemplo, es una enfermedad crónica, causada por diversos factores de orden genético, neurológico y/o socioambiental. Lo que hemos hecho en nuestro estudio es ver, desde el punto de vista de la sociología —y en particular de la sociodemografía—, cómo las condiciones de vida, el desempleo y la migración afectan la salud mental de esas personas”, apunta la investigadora.
Hace tres años, en Estados Unidos el ingreso promedio anual de un hombre nativo blanco no hispano fue de 62 mil 571 dólares, mientras que el de un hombre inmigrante mexicano fue de tan sólo 37 mil 353 dólares.
“Y uno puede ver otros indicadores, como la cobertura de salud por medio del empleo: 56% de los inmigrantes mexicanos trabaja sin un seguro. Los inmigrantes mexicanos constituyen una de las poblaciones más desprotegidas en el mercado de trabajo estadounidense, pues muchos de ellos no cotizan ante un plan de pensiones. Entonces, después de verificar sistemáticamente esta realidad y preguntarme cómo afecta la salud mental de una persona, constaté que, en el caso específico de los inmigrantes mexicanos, un empleo estable y una jornada laboral de tiempo completo (de 35 a 48 horas a la semana) reducen significativamente el riesgo de desarrollar depresión o ansiedad.”
Para los inmigrantes indocumentados, el panorama podría ser más complejo, ya que a las preocupaciones laborales se suman la angustia y el temor que les producen su situación irregular en el país y las limitadas posibilidades que tienen para atender su salud, y en particular, su salud mental.
Integración social y económica
La depresión es una enfermedad mental que se diagnostica muy poco; además, únicamente 50% de la población que sabe con certeza que padece depresión sigue un tratamiento basado en medicamentos y/o en una terapia psicológica.
“La salud mental de los inmigrantes depende también de su integración social y económica a la sociedad estadounidense. Integrarlos a esa sociedad implica un proceso de regularización de los que no cuentan con los permisos para vivir y laborar en dicho país. En la medida en que sean regularizados podrán acceder a mejores empleos y condiciones de trabajo, lo cual les permitirá atender su salud mental, que normalmente está relegada en un segundo plano”, advierte Caicedo.
Crisis de desempleo por el coronavirus
Con la pandemia ocasionada por el coronavirus, el desempleo se ha disparado en Estados Unidos hasta niveles nunca vistos en las últimas décadas. Hace unas semanas ya se hablaba de 35 millones de desempleados en ese país y de los inmigrantes latinoamericanos y los afroestadounidenses como los más afectados por esta crisis laboral.
Al respecto, la investigadora dice: “Yo no puedo quitar la mirada de lo que el trabajo representa en la vida de un individuo y de su grupo familiar. Se ha demostrado que, cuando alguien pierde el empleo, su salud mental se deteriora porque se esfuma la capacidad de planificar el futuro, la disponibilidad económica y las posibilidades de mantener las habilidades laborales, entre otras. Sin duda, como consecuencia de la terrible crisis de desempleo en Estados Unidos, aumentarán los casos de depresión y ansiedad en los grupos más vulnerables de ese país, esto es, los inmigrantes latinoamericanos y los afroestadounidenses. Por eso se requiere crear, por medio de acciones políticas decididas, las condiciones necesarias para que paulatinamente puedan vincularse al mundo del trabajo”.