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México
es una de las regiones más afectadas por los efectos del Covid-19 al contabilizar un millón 936 mil 13 casos positivos y 166 mil 731 muertes . Sin embargo, gran parte de la población se ha resistido a confinarse o a limitar su interacción con los otros, asistiendo a fiestas ilegales aún con la conciencia que nos enfrentamos a la tercera ola de contagios.
La doctora en psicología, Marisa Páez concibió este fenómeno como parte de la “inflexibilidad psicológica” , otro de los efectos producidos por la pandemia.
La directora del Instituto de Psicología Contextual (ACT), en una publicación del Sistema de Investigación y Noticias Científicas (SINC), expuso que la despreocupación generalizada de la sociedad ante la saturación hospitalaria o por el registro de más de mil muertes por día es el resultado de la “fatiga pandémica” , pues no es fácil mantener la guardia después de un año.
Como resultado, la doctora en psicología explicó que menospreciamos la magnitud de la tercera ola de contagios ante el cansancio de conocer los números de la pandemia, las declaraciones discordantes entre unos y otros especialistas, y la confusión que produce la información e desinformación sobre el desarrollo de tratamientos o impacto de las nuevas mutaciones del SARS-CoV-2.
De acuerdo con Páez, este fenómeno es conocido como “inflexibilidad psicológica”. La especialista explicó que “para los seres humanos es fundamental que las cosas resulten coherentes, nos encajen”. De este modo, las personas experimentan dos procesos centrales, divididos en la fusión cognitiva y la evitación de experiencias dolorosas.
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La experta expresó que la fusión cognitiva sucede cuando nos estancamos en pensamientos, ideas, o sentimientos determinados, dejándonos arrastrar por “la euforia del momento”, los deseos y los miedos. De esta forma, este proceso nos protege tratando de fundamentar una explicación lógica a aquellos sucesos que no entendemos o que no puede ser resueltos con inmediatez, como es el caso del término de la pandemia. Es así que nuestra cognición se encarga de atenuar el estrés y la angustia , así como nos ayuda a afrontar el dolor.
Foto: JEAN-CHRISTOPHE VERHAEGEN / AFP
“La fusión cognitiva nos ha llevado, quizás, a la euforia sobre la vacunación, a creernos que la solución definitiva ha llegado y que funcionará de manera inmediata, aunque sabemos o deberíamos saber que las vacunas actuales nos protegerán de las formas más graves de la enfermedad , pero no acabarán con la pandemia, por ahora”, ejemplificó la especialista en terapias contextuales.
La doctora agregó que existen otras respuestas cognitivas, tales como creen en tratamientos pseudocientíficos o autoengañarnos pensando que no nos infectaremos con el Covid-19 o que su impacto no será de mayor problema, pues sólo afecta a sectores vulnerables de la población , como adultos mayores o personas con comorbilidades, es decir que padecen dos o más enfermedades simultáneamente. “Probablemente este proceso nos haya llevado también a dejarnos llevar por la emoción del momento e ir a una fiesta”, añadió.
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En cuanto a el proceso de evitación para desconectar del dolor, la investigadora mencionó que esta nos ayuda a minimizar el peligro. “El ´a mí no me va a pasar’, a desconectar del dolor de las miñes de pérdidas diarias, a transformarlas en meras cifras sin ninguna emoción asociada, a no querer ver lo que ocurre”. Según Páez esta es la respuesta que tenemos frente a los comportamientos no cívicos en los que participa toda la población.
En conjunto, ambos procesos nos protegen de la incertidumbre colectiva y nos facilitan continuar con las actividades cotidianas. Sin embargo, aseguró que estos sólo son útiles a corto plazo, ya que cuando el tiempo pasa, estas estrategias de afrontamiento pueden ser perjudiciales. La consecuencias radican en la perdida de sensibilidad, enajenación del presente, así como indiferencia de las emociones y nuestra habilidad para aprender y adaptarnos a nuevas condiciones.
Foto: BERTRAND GUAY / AFP
“Lo peor de todo es que puede llevarnos a descuidar aspectos valiosos de nuestra vida, como el autocuidado, la conexión con otros, la empatía, la búsqueda activa de alternativas o del bien común, etc.”, destacó la representante del ACT.
El término de “inflexibilidad psicológica” tomó fuerza dentro del gremio psicoanalítico en los últimos años, el cual ha sido utilizado para comprender diversos fenómenos humanos problemáticos como los bloqueos de produce la ansiedad, la falta de actividad en la depresión, la angustia en el estrés postraumático, hasta los problemas de relación en las parejas y la falta de comunicación familiar.
Por otro lado, la psicóloga manifestó que en contraparte se encuentra la “flexibilidad psicológica” o también conocida como “la resiliencia”, característica por la habilidad de construir una vida satisfactoria y de reponernos ante las adversidades, afrontar el dolor y dirigir nuestras decisiones en otra dirección en cuanto nos enfrentamos a limitaciones.
Marisa Páez aseguró que todas las personas pueden aplicarla, pues es un mecanismo que se desarrolla mediante la conciencia y la atención. Estas habilidades -profundizó- nos ayudarán a equilibrar nuestras emociones en momentos de crisis, a reflexionar sobre los riesgos: “estar más presentes y responder eficazmente a las nuevas demandas en el entorno laboral, académico o social, e implementar de forma exitosa nuevas conductas ajustadas a lo que está ocurriendo”, al igual que empatizar con el dolor ajeno y accionar la solidaridad.
nrv