¿Levantar o no el confinamiento?
Aunque todos los países terminarán por regresar a una relativa normalidad tarde o temprano, existe un debate en torno al cuándo.
Italia, Francia, Alemania y España son algunas de las naciones que ya han comenzado a relajar algunas restricciones, pero otras como Reino Unido creen que es "demasiado pronto".
Y es que existe el temor de un resurgimiento de la propagación del virus, como ya se ha visto en China y en Singapur.
Debido al tremendo costo que representa realizar tests a toda la población, investigadores alrededor el mundo han recurrido a las cloacas para estimar el número de infecciones por coronavirus en una determinada comunidad.
Estos conductos transportan aguas servidas, recolectadas de las piezas sanitarias de nuestros hogares.
Diversos estudios, respaldados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), han demostrado que las heces excretadas por personas con covid-19 contienen trazas de ARN, es decir, el material genético del nuevo coronavirus.
Jean-Marie Mouchel es profesor de la Universidad Sorbona, experto en hidrosistemas y suelos, y también es parte de un grupo de investigadores franceses que ha estado analizando las aguas residuales de París para intentar prevenir una segunda ola de contagios.
El hidrólogo y su equipo examinaron las aguas servidas de la capital francesa durante más de un mes y allí pudieron observar el aumento, seguido por la disminución, del brote en la región que ha estado bajo estrictas medidas de confinamiento desde el 17 de marzo.
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La misma prueba utilizada en personas sirve para las cloacas
Mouchel le explica a BBC Mundo que en este tipo de estudios no se mide la existencia del virus, sino la presencia de ARN en las aguas con la ayuda de pruebas de PCR, que son capaces de detectar una infección activa.
Las pruebas de proteína C reactiva (PCR) son las mismas que se utilizan en las narices de la gente. Pero su equipo las ha utilizado en aguas residuales, lo cual les ha permitido detectar el covid-19 incluso antes de que los infectados presenten síntomas.
"Estimamos que podríamos detectar hasta un paciente con coronavirus en una población de 100.000. Esto significa que deberíamos poder medir la presencia de un número muy pequeño de pacientes y esto nos permitiría ver el progreso del virus en una ciudad entera", asegura el hidrólogo.
Su colega Sébastien Wurtzer, virólogo de Eau de Paris -la empresa responsable del suministro de agua en la ciudad- destaca que, gracias al monitoreo temprano iniciado a principios de marzo, pudieron darse cuenta de que el aumento de la concentración del virus en las aguas residuales coincidió con el incremento de los casos que requirieron hospitalización en la región parisina.
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"También observamos un pico en la carga viral en relación con el pico epidémico e incluso observamos una disminución viral desde mediados de abril, un signo de los primeros efectos positivos del confinamiento en la propagación del virus", le cuenta a BBC Mundo.
Esta información resulta útil a la hora de prevenir una segunda ola de contagios y le permite a las autoridades sanitarias poner a la gente en cuarentena, de ser necesario.
Sin embargo, una de las deficiencias del método es que por el momento no ofrece un cálculo preciso del número de personas infectadas.
Una herramienta para controlar el brote
En Estados Unidos, Irene Xagoraraki, ingeniera ambiental de la Universidad Estatal de Michigan ha estado utilizando este método desde mucho antes de la llegada del nuevo coronavirus.
En entrevista con BBC Mundo, ella explica que en 2017 empezó a analizar las aguas servidas de Detroit y, haciendo pruebas para detectar hepatitis A, se dio cuenta de que era posible predecir brotes: la ingeniera y sus colegas detectaron el virus antes de que se confirmara la primera infección en la ciudad.
Todos los investigadores que han estado trabajando con este método están de acuerdo en que se trata de una herramienta que le permite a las autoridades actuar y prepararse desde los primeros indicios de una epidemia.
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"No acabará con la actual pandemia de coronavirus, pero ciertamente nos puede ayudar a mitigar los efectos del brote y controlarlo", señala Xagoraraki.
También puede contribuir al monitoreo de áreas y comunidades específicas y ofrecer información sobre dónde y cuando es hora de implementar una cuarentena o de levantarla.
"En un futuro, nos puede proporcionar información sobre dónde están los focos y, en vez de cerrar ciudades y regiones enteras, tal vez solamente bastará con aplicar medidas de confinamiento en ciertas localidades", explica la ingeniera.
"El análisis de aguas residuales debe convertirse en un problema de salud pública"
Sin embargo, Xagoraraki advierte que este método no es autosuficiente y que solo funciona si se ejecuta conjuntamente con otros más tradicionales como el aumento de tests en personas.
"Si pudiéramos hacerle pruebas a todo el mundo, sería ideal, pero eso no es factible en algunos países: por eso recurrimos a las aguas servidas" detalla Xagoraraki.
En efecto, este test colectivo es visto por los expertos como un complemento para la vigilancia epidemiológica comunitaria no solamente en el contexto actual, sino también en términos más amplios respecto a epidemias estacionales recurrentes como la de la gastroenteritis.
Por eso, Sébastien Wurtzer y sus colegas planean elaborar un sistema de alerta temprana para prevenir brotes y epidemias en el futuro.
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Recientemente crearon un consorcio denominado Observatorio Epidemiológico de Aguas Residuales (OBEPINE, por sus siglas en francés) que busca extender el análisis de cloacas por todo el territorio de Francia con la ayuda de un "mapa estratégico".
"La efectividad de este sistema de alerta temprana dependerá de la plena participación de los responsables del monitoreo epidemiológico", explica Wurtzer.
El virólogo igualmente estima que el análisis de los agentes patógenos a través de las aguas residuales debe convertirse en un tema de salud pública "como lo es el monitoreo epidemiológico llevado a cabo por hospitales".
Además de Francia y Estados Unidos, este método está siendo utilizado en mayor o menor escala en otros países como Australia, Brasil, España, Países Bajos y Reino Unido.
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