Ciencia y Salud

Convivencia entre humanos y animales en China ha provocado estas epidemias

La mayoría son procedentes de cerdos o patos, pero hoy el mundo enfrenta un coronavirus que vuelve a tener a China como epicentro. Antes, ahí surgieron dos de las grandes epidemias de los últimos 20 años

Foto: AP
30/01/2020 |01:27Berenice González Durand |
Redacción El Universal
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Noctámbulo, de nariz puntiaguda y cabeza pequeña, tal como un pequeño gato con antifaz, la civeta de las palmeras enmascarada (Paguma larvata) es un pequeño mamífero muy cotizado en la gastronomía china. Su carne es considerada un manjar, pero el precio por la cercanía con este animal nunca fue más alto que en 2002 cuando se declaró la epidemia por SARS-CoV y esta especie arbórea de hábitos discretos y garras afiladas resultó ser un reservorio animal del virus que contagió a más de 8 mil personas y mató a 10% de esta cifra.

El doctor Miguel Ángel Cevallos, investigador titular del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM en el Programa de Genómica Evolutiva, señala que la mayor parte de los virus que afectan a los humanos tienen un origen animal, excepto contadas excepciones que sólo se replican en los humanos, como la viruela, el sarampión y la poliomelitis. Finalmente, los contactos cercanos con los animales van a determinar si surgen o no las enfermedades que desencadenan.

Otro factor para determinar una epidemia es el poder de contagio del virus. Los epidemiólogos asignan un número promedio de personas que puede infectar un enfermo. Si prevalecen cifras menores a uno, las infecciones no se sostienen; pero si hay números mayores, significa que el virus es contagioso y que hay un problema. Nuevamente una epidemia, la que deviene del llamado virus de Wuhan impone nuevos retos a los científicos y los sistemas de salud del mundo entero. Otra vez, el epicentro del contagio está en China.

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El factor de las ciudades

A veces cuando esos virus animales tienen contacto con el hombre, sufren un cambio genético, una mutación que logra infectar al humano. La infección en un inicio no es muy eficiente pues el virus apenas está aprendiendo a infectar correctamente a este nuevo organismo, pero después, en un segundo paso, se generan una serie de mutaciones secundarias que le permiten al virus transmitirse dentro de la población.

Otra de las grandes condicionantes para desatar una epidemia es que exista una población de gran tamaño y que esté viviendo junta. Cevallos explica que “antes con los grupos poblacionales pequeños llegaba un virus y generalmente sucedían dos cosas: fallecía ese pequeño grupo y el virus también, pues ya no tenía hacia donde propagarse”. Un mayor tamaño de población implica que haya siempre gente susceptible y que el virus se pueda propagar entre grupos sensibles y otros resistentes.

Se considera como la primera gran epidemia global a la peste negra, desatada en Europa en 1347. El nivel de esta plaga se elevó a pandemia, pues desapareció de Europa hasta después del siglo XIX matando a millones de personas. Siempre se pensó que las ratas fueron las responsables de que la plaga se estableciese en este continente, pues cada brote ocurría cuando las pulgas saltaban de un roedor infectado a un humano.

Hace cinco años, un grupo de científicos de la Universidad de Oslo lanzó una nueva teoría: que la plaga en realidad fue originada por otro roedor, el gerbilino o gerbillo (Gerbillinae), proveniente de Asia. Los argumentos utilizados para esta nueva versión tienen que ver con el estudio de las condiciones climáticas de la época, propicias para los gerbillos y las pulgas (que transmitían el virus a los animales domésticos y a los humanos) en Asia central y que esparcieron la peste en varias ciudades portuarias europeas y luego a todo el continente.

Los tenaces coronavirus

En esta ocasión, los que vuelven a hacer acto de aparición son los coronavirus, que forman parte de una familia de virus que afectan tanto al ser humano como a varias especies de animales.

La familia de coronavirus también es la causante del resfriado común, pero los más peligrosos son los llamados betacoronavirus, que son uno de los cuatro géneros de la familia Coronaviridae.

“Dos betacoronavirus nos han dado mucha lata en las dos últimas décadas”, subraya Cevallos. Uno de ellos es el SARS, la epidemia que abarcó 29 países y cuyo primer brote empezó en la provincia meridional china de Guangdong a mediados de noviembre de 2002. El SARS fue el culpable de 908 muertes tan solo en China, Canadá, Vietnam y Singapur.

“En esa época, las autoridades chinas no dijeron nada. La persona que descubrió que había algo de qué preocuparse fue un investigador del Instituto Pasteur de Vietnam, de hecho, el director, quien dio la alarma, falleció de SARS; pero afortunadamente hubo un esfuerzo muy grande a nivel internacional para al final de cuentas lograr frenar todas las líneas de transmisión. Además de las muertes, un recuento de la OMS de finales de enero de 2004 reportó pérdidas hasta ese momento de entre 30 mil y 140 mil millones de dólares, principalmente por caídas de inversiones en Asia y vuelos cancelados.

En 2012, otro coronavirus irrumpió con fuerza en los escenarios internacionales: el llamado Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV). Los dromedarios y camellos actuaron como huéspedes intermedios primarios, pues se reconocieron como una fuente de infección a partir de contacto directo o a partir del consumo de productos derivados. Los murciélagos fueron el reservorio primario de estos virus, pero no se confirmó ninguna transmisión directa a los humanos. Conocer este tipo de “alojamientos” del virus abre oportunidades para un mejor conocimiento de la enfermedad y sus cadenas infecciosas.

El coronavirus que se detectó en diciembre del 2019 en la ciudad china de Wuhan impone nuevos retos.

El doctor Miguel Ángel Cevallos señala que lo que han hecho los chinos es cambiar completamente de actitud, pues a diferencia de lo ocurrido con el SARS, ahora rápidamente aislaron el virus para poderlo identificar, secuenciar y después entregar la información a la OMS. “Ahora sí le apostaron a la ciencia y a pesar de que el virus es bastante contagioso, se están tomando los pasos adecuados para contener la epidemia”.

No es azaroso que una epidemia de este tipo, tal como algunos de los principales brotes de gripe, surjan precisamente en China. “Los chinos tienen una convivencia estrecha con los animales de campo. Los campesinos viven con sus animales en la misma casa, lo que hace que haya más oportunidades de ese primer salto al humano. En el caso de la influenza es particularmente relevante porque las combinaciones que son pandémicas suelen ser mezclas de virus humanos con virus de cerdo o virus humanos con virus de pato”.

El reservorio animal sospechoso para el virus de Wuhan es un género de serpientes venenosas de la familia Elapidae, según un reciente artículo publicado por investigadores de la Universidad de Pekin. El virus se replica mejor cuando su lenguaje genético, su código genético, se parece más al de su huésped. Es así que los científicos empezaron a analizar los animales secuenciados que se venden en el mercado de donde se piensa surgió el virus y encontraron al animal que se ajusta más a su código genético, pero fuera de eso no hay otras evidencias. Cevallos comenta que esta versión aún es muy endeble.

Aún hay mucho trabajo científico por delante y en diferentes frentes para evitar que la epidemia se transforme en algo más poderoso. Para que el virus de Wuhan se considere una pandemia tendría que atacar tres regiones geográficas. Cevallos explica que hasta que no sea así, las autoridades internacionales de salud mantendrán la emergencia como un problema básicamente de China, aunque con el seguimiento de los contagios más allá de sus fronteras y las previsiones internacionales en aeropuertos. “Al declarar una pandemia se tienen que tomar medidas restrictivas que transforman la vida cotidiana de muchas personas y para una decisión así se debe contar con todas las evidencias”.

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