“Lo importante es que el sexo no haya sido únicamente una cuestión de sensación y placer, sino que haya llegado a ser algo esencial; que en suma, se haya constituido como una apuesta en el juego de la verdad”, escribía el filósofo, historiador y sociólogo francés Michael Foucault en su libro La voluntad del saber. El sexo, y los múltiples conceptos en torno a él, forman parte del glosario que integra la palabra sexualidad y que abarca aspectos como: identidad de género, erotismo, placer, reproducción, intimidad, pensamientos, valores, creencias, deseos, actitudes, roles y prácticas. La integración de tantos conceptos en torno al ser humano, también es una forma de evaluar su bienestar integral.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud sexual como “un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad”. El 4 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Salud Sexual con la finalidad de crear conciencia sobre la promoción de los derechos sexuales, la diversidad sexual, la salud sexual y reproductiva de una manera placentera, sin discriminación o riesgos.
Para Virginia Barragán Pérez, académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, los retos en nuestro país se dividen en dos esferas: educación sexual y salud sexual reproductiva. La educación desde las etapas más básicas, señala la experta, debe no solo hablar de conceptos básicos o focalizarse en la anatomía del cuerpo, sino hablar de manera integral de temas como placer sexual, consentimiento, respeto y diversidad como algo inherente al ser humano, así como el subrayar su importancia e influencia para vivir una vida sana y segura.
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El gran reto: embarazo adolescente
“En el caso de la salud reproductiva uno de los grandes retos tiene que ver con el embarazo adolescente, pues nuestro país mantiene una tasa muy alta que indica que se requiere poner más atención al tema de sexualidad y adolescencia, y brindar las herramientas adecuadas que no se reduzcan a “no lo hagas”, sino cómo se puede ejercer la sexualidad con placer y seguridad”. Según datos del INEGI, México ocupa el primer lugar en embarazos de 15 a 19 años dentro de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
La tasa se ha mantenido prácticamente igual durante los últimos 20 años: alrededor de 70 embarazos por cada mil mujeres en este rango de edad. El embarazo adolescente tiene un impacto muy fuerte en la trayectoria de vida de las jóvenes madres, que implica consecuencias negativas en lo social y económico, como el abandono de los ciclos educativos. Sus causas son multifactoriales: desintegración familiar, violencia, abuso sexual, adicciones, abandono y pobreza son parte del menú de riesgo de las adolescentes.
Según datos de la última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), en nuestro país 70% de las mujeres de 15 años o más ha experimentado, al menos, una situación de violencia a lo largo de su vida. Los episodios de violencia psicológica y sexual ocupan los primeros lugares en este rubro. Otro dato alarmante es que 40% de los episodios de violencia que viven las mujeres se dan en contexto de las relaciones de pareja.
“Hay rezago de información en los sectores más desfavorecidos, donde no hay acceso a información y métodos; pero también entre otros grupos de adolescentes con más acceso a la información, se priorizan fuentes como redes sociales e internet donde la pornografía ofrece pautas erróneas de lo que es el sexo, como tipos de cuerpos y relaciones que no tienen que ver con la realidad, un mundo donde no es necesario usar condón y el hombre es el único con derecho al placer”, señala Barragán.
Acceder a la información puede ser algo sencillo, pero lograr discriminar entre lo certero y confiable de aquello que no lo es, no es tan fácil. Justo en el documento Salud sexual en el mundo digital, generado por la Asociación Mundial para la Salud Sexual (AMSS), como parte de las directrices del Día Mundial de la Salud Sexual se señala que en los últimos años han aparecido retos adicionales cuando se discute el uso de tecnología digital y del internet para propósitos sexuales, como la privacidad, el consenso, el consentimiento informado y la confidencialidad.
El internet y el uso de aplicaciones multiplican las posibilidades para conocer personas, pero también provoca cuestionamientos y posibles amenazas, como el acoso sexual y otras violencias sexuales. Las poblaciones más vulnerables son las de menor edad. “El uso de la tecnología requiere pensar en un nuevo marco de referencia y de conceptualización de lo que son la salud y los derechos sexuales en un mundo digital. Necesitamos aprender a integrar las tecnologías en la vida de las personas, en un entorno ético de derechos humanos”, consigna el documento.
Diversidad y educación sexo-emocional
Otras temáticas importantes para reflexionar este día se desarrollan en torno a la diversidad sexual. “En la Ciudad de México parecería que tenemos un ambiente más favorable con respecto a la diversidad, donde hay un artículo que protege sus derechos, pero lo cierto es que prevalece la discriminación y la violencia”, señala la especialista y apunta que la educación sexual tiene lagunas importantes, como el abordaje heterocentrista, en el que la única forma de relacionarse es hombre-mujer.
Para Virginia Barragán Pérez esto ocasiona que no haya información suficiente sobre los diferentes grupos. Se sabe más de la diversidad de los hombres que tienen sexo con otros hombres, como prácticas necesarias para la salud sexual, como el uso del condón, así como otros métodos de profilaxis que empiezan a implementarse, como el PrEP; sin embargo, hay dudas básicas en la población sobre las prácticas de otros grupos, como el mito de que las mujeres que practican sexo con mujeres no se pueden infectar de VIH.
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Los desafíos para conocer mejor y divulgar información más puntual sobre las diferentes poblaciones son claros. Alrededor de cinco millones de personas (más del 5% de la población) se autoidentifican en nuestro país con una orientación sexual y de género LGBTI+.
Barragán Pérez señala que la columna vertebral de la salud sexual para toda la población no sólo es la información, sino la educación sexo-emocional.
“La sexualidad no es una cuestión sólo de no embarazarse cuando no se desea o no enfermarse, sino es algo que involucra nuestras emociones y que tiene repercusiones en nuestra psique”.La sexualidad debe ser vista como una parte integral de la personalidad del ser humano. Su desarrollo pleno depende de la satisfacción de necesidades humanas básicas como la expresión emocional, el placer y el respeto. La sexualidad también se construye a través de la interacción entre el individuo y la sociedad, por lo que su desarrollo es un reflejo claro de cómo esa sociedad ha (o no) evolucionado.