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Pese a que la época en que las potencias mundiales hacían frente a su status de poder por medio de un dialogo armamentista y bélico, la producción de armas nucleares , en la actualidad, es incesante, por lo que Organización Mundial de la Salud ( OMS ) se ha encargado de estudiar los riesgos que el impacto de este tipo de instrumentación es capaz de provocar en la salud de las personas y es un millón de veces más destructora que una convencional.
Uno de los efectos más catastróficos, relacionado con este tipo de armamentos, sucedió el 6 de agosto de 1945, cuando la bomba atómica “Little Boy” fue lanzada en el territorio japonés de Hiroshima , causando la destrucción total de la región y la muerte de 100 mil personas, lo que equivalía al 30% de la población. Días más tarde, el gobierno de Estados Unidos tenía planeado un nuevo ataque sobre Nagasaki .
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Foto: George R. Caron/US Air Force via AP, archivo
El panorama actual registra que son cada vez más el número de países que integran el “Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares”, en el que se restringe la posesión de armas nucleares. Sin embargo, su fabricación clandestina no está regulada, situación que preocupa a los expertos, pues su denotación produciría efectos irreparables tanto en la salud, como en la seguridad poblacional y el medio ambiente.
De acuerdo con el documento “Efectos de la guerra nuclear sobre la salud” de la OMS, el impacto de una arma nuclear es capaz de produce tres tipos de catástrofe: explosión, onda térmica y radiación instantánea.
Estas fuentes de destrucción inmediata impactarían en dispositivos electrónicos al pulverizarlos de manera absoluta, entre ellos se incluyen los instrumentos empleados en los servicios de salud, que serían fundamentales para el tratamiento de los afectados.
Otras de las consecuencias sería el desplome de edificios, así como la exposición directa; además los rayos gamma provocarían trastornos y afectaciones en la médula ósea, el aparato gastrointestinal y el cerebro, incluso provocaría la muerte a algunas personas.
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Entre los efectos intermedios y a largo plazo se encontraría la recuperación progresiva de quemaduras: “Las radiaciones ionizantes reducen el número de linfocitos T auxiliares y aumentan los linfocitos T supresores, con lo cual es mayor la vulnerabilidad de las víctimas a las infecciones y cánceres ”, aseguró el organismo de las Naciones Unidas. Otro de los efectos serían graves infecciones en la piel y traumatismo psicológico.
Aunque estudios previos en Japón no determinan ningún indicio de lesiones genéticas en la descendencia de los supervivientes, las observaciones científicas aseguran que este riesgo es posible y en cambio, estas secuelas no se limitarían a la generaciones inmediatas, sino que se extenderían por muchas familias.
Foto: U.S. Air Force via AP, archivo
“Los estudios recientes han mostrado que la exposición a las partículas alfa de plutonio produce inestabilidad cromosómica que puede transmitirse a la progenie, provocando así el cáncer en generaciones futuras”, aseguraron.
Ante este panorama, la OMS consideró que esos riesgos serán latentes mientras la producción de armas nucleares continúe, por ello mantiene en constante renovación la información e investigación del tema, así como su difusión pues sólo la concientización y eliminación de estas eliminará todo tipo de peligro.
nrv