Las zonas volcánicas son áreas que sufren distintos procesos geomorfológicos que provocan cambios en el relieve del lugar. Una manera de registrarlos es a través de los anillos de los árboles que forman parte de la región; así es posible conocer qué tanto ha cambiado el lugar , qué eventos han permitido estas modificaciones y cómo se ha recuperado el sitio.

Mediante el método de fechamiento a partir de los anillos de crecimiento de los árboles, investigadores del Instituto de Geografía de la UNAM analizan los distintos efectos geomorfológicos y disturbios que presentan los árboles ubicados en distintas zonas volcánicas del centro de México y que han sido impactados por flujos piroclásticos, lahares, caída de rocas y ceniza, entre otros.

El doctor Osvaldo Franco Ramos destacó que los flujos piroclásticos, la caída de ceniza, los flujos de lava, los lahares, los desprendimientos de rocas, etcétera, pueden generar cambios en el relieve y la vegetación del lugar.

Su trabajo consiste en tomar muestras de árboles que se ubican en las barrancas aledañas a los volcanes y que tengan señales de impacto, por ejemplo, de rocas, de sedimento, etcétera.

Una vez detectado el árbol que van a muestrear, los investigadores introducen un barreno especializado hasta el centro de éste, extraen una muestra y hacen la lectura de qué edad tiene ese árbol, en función del número de anillos que observan.

“Gracias a eso podemos reconstruir los procesos geomorfológicos y hacer una cronología de cuántos eventos hubo en el pasado, lo cual dependerá de la edad de los árboles”, destacó el investigador.

Proceso de fechamiento

Su área de estudio abarca zonas de volcanes del centro de México, algunos de ellos activos como el Popocatépetl y el Colima, y otros que no están activos, pero que presentan una dinámica geomorfológica importante, como el Pico de Orizaba, el Iztaccíhuatl y el Volcán Paricutín .

Una vez que la muestra es tomada es analizada en el laboratorio en donde fechan disturbios en los anillos que se pudieron haber originado por lahares, es decir, una mezcla de agua, sedimento y bloques que bajan por las barrancas.

Analizan cicatrices de impacto, supresiones abruptas, madera de reacción, excentricidad en los anillos o, en algunas especies, incluso pueden encontrar filas tangenciales de ductos de resina traumáticos. El investigador destacó que este tipo de disturbios se relacionan con el paso de algún proceso geomorfológico.

Ciencia UNAM, Dirección General de Divulgación de la Ciencia

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