Por primera vez, México analiza la huella sismológica en el suelo de Guerrero con un equipo donado por Japón, tecnología que permite conocer cuántos, de qué magnitud y con qué frecuencia han ocurrido movimientos telúricos superiores a magnitud 6.5, los cuales pueden estar asociados a tsunamis. En conferencia de prensa, María Teresa Ramírez Herrera, investigadora del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), presentó el equipo Geoslicer, que solamente se ha utilizado en Japón, país que tiene la patente. Se ha utilizado en Estados Unidos y ahora en México.
La especialista subrayó que el análisis del registro geológico no predice cuándo va a ocurrir un nuevo sismo, pero sí arroja datos de grandes sismos anteriores y antiguos tsunamis para conocer hasta dónde llegó la inundación tierra adentro y sea posible instalar refugios ante un nuevo evento.
Consideró que la nueva tecnología aportará datos de hasta tres mil años atrás, mientras que con los archivos históricos escritos se tiene reportado que el sismo más grande ocurrió en 1787, “que pudo haber inundado hasta 5 kilómetros tierra adentro y alcanzar una altura máxima de hasta 20 metros”.
El uso de este instrumento se ha tropicalizado a las condiciones de nuestro país, y se espera que a finales de este año se tengan los primeros resultados del análisis geológico de la zona del Pacífico.
“Lo que hace el aparto es penetrar, y es como si sacara una rebanada de tierra que se preserva prácticamente intacta y nos ayuda a reconocer si hubo un evento en el pasado; es como si se sacara una radiografía, una tomografía de la parte profunda de la tierra”, explicó Ramírez Herrera.
La especialista en paleosismología y tectónica detalló que desde 1911 no se ha registrado un sismo importante en la brecha de Guerrero, lo que acumula energía y hace suponer, que en algún momento, se liberará en un sismo de magnitud aproximada de 8.4.
No obstante, agregó la experta, esto no quiere decir que necesariamente vaya a suceder, pues también se desconoce si los movimientos telúricos pequeños de los últimos meses están liberando esa energía.
“No se pueden predecir los sismos, lo que sí sabemos es que la energía se ha acumulado donde no ha ocurrido un sismo importante desde 1911; cuando se acumula energía es como una liga que se estuviera estirando y en algún momento se tiene que liberar”, comentó.
El Geoslicer forma parte del programa de monitoreo que se lleva a cabo en la costa del Pacífico, pero no tiene tecnología GPS por lo que no es un instrumento de alerta. Este instrumento fue donado de manera permanente a México, su mantenimiento no es costoso y es más eficiente que otras técnicas para obtención de capas de suelo.
En una semana se pueden sacar hasta siete muestras a una profundidad de tres metros, mientras que con otras excavadoras era más tardado y la calidad de las muestras no era tan eficiente porque la tierra se comprimía o desmoronaba.
La especialista aclaró que parte de las pruebas que están obteniendo, se envían a analisis a dos laboratorios de Estados Unidos que cuentan con la tecnología necesaria para obtener resultados.
La investigadora universitaria llamó a la Cámara de Diputados a agilizar el ingreso de equipo y pruebas donadas a nuestro país, ya que por ejemplo esta tecnología japonesa tuvo que esperar meses en la aduana antes de que se le pudiera entregar a la UNAM.
jpe