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Los científicos estadounidenses Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young ganaron el premio Nobel de Medicina por sus trabajos sobre el reloj biológico, que ilustra la adaptación del cuerpo a los ciclos del día y la noche y los trastornos del sueño.

De acuerdo con el Instituto Karolinska de Estocolmo, institución encargada de otorgar el premio, la decisión se tomó por “sus descubrimientos de los mecanismos moleculares que regulan el ritmo circadiano”.

A partir de la observación de moscas, los investigadores estadounidenses aislaron en 1984 un gen que controla este ritmo biológico. Después, Hall y Rosbah demostraron que ese gen si funciona correctamente, codifica una proteína que se acumula en las células durante la noche y se degrada durante el día.

En 1994, Michael Young identificó un segundo gen del reloj biológico esencial para la regulación del ritmo circadiano.

La investigación moderna ha revelado el rol fundamental de estos mecanismos en la salud y la esperanza de vida, así como las consecuencias nefastas del trabajo nocturno a largo plazo.

Además, la investigación de los tres laureados ha servido para saber que los desajustes crónicos en el reloj biológico están asociados con enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2 y hasta algunos tipos de cánceres.

Una amistad premiada. Los galardonados están unidos por algo más que tres vidas dedicadas al estudio del reloj biológico, son amigos que han recibido media docena de premios y cuyo objeto de estudio ha sido la humilde mosca de la fruta. Fue esa “amistad personal” la “fuerza motora detrás del inicio de este trabajo”.

Los tres compartieron el premio de Neurociencia de la Fundación Peter y Patricia Gruber (2009), el Louisa Gross Horwitz (2011), el Canada Gairdner (2012), el Massry (2012), el Shaw en Ciencias de la Vida y Medicina (2013) y el Wiley en Ciencias Biomédicas (2013).

Jeffrey C. Hall, de 72 años, nació en Nueva York, empezó sus estudios universitarios en el Amherst College y luego los prosiguió en la Universidad de Washington, en la que se doctoró en genética.

Como profesor trabajó en la Universidad Brandeis de Waltham a partir 1974, y en los dos últimos años, antes de su jubilación, en la Universidad de Maine.

El nuevo Nobel de Medicina también ha destacado como historiador aficionado, con trabajos sobre la Guerra de Secesión de Estados Unidos, tema sobre el que incluso dictó diversos cursos.

Por su parte, Rosbash, nacido en Kansas City en 1944, trabaja en la Universidad Brandeis de Waltham, donde está al frente del laboratorio que lleva su nombre y el cual se centra en el estudio de los procesos, los genes y los mecanismos tras los ritmos circadianos. Ayer bromeó tras conocer la noticia del galardón y afirmó que la llamada con la que le fue notificada su premiación le “destruyó los ritmos cicardianos”.

Rosbash también comentó que “la ciencia es una serie de experimentos y observaciones para luego escribir la narrativa”, dijo para hacer referencia a que en muchas ocasiones primero se hace el hallazgo y luego se descubre cuál será su utilidad.

Por último, Young se licenció en ciencias biológicas en 1971, cuatro años más tarde obtuvo su doctorado en genética por la Universidad de Texas. Luego, y por dos años, realizó un postdoctorado en la escuela de Medicina de la Universidad de Stanford. Desde entonces este miembro de la Academia Nacional de las Ciencias de EU ha sido profesor e investigador en la Universidad Rockefeller.

Cada uno de los ganadores del Premio Nobel de Medicina 2017 recibirá una medalla de oro, un diploma y se dividirán en partes iguales los 9 millones de coronas suecas (1.1 millón de dólares) que otorga la Fundación Nobel .

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