El dinero mueve al mundo, pero la ciencia también. Una de las preocupaciones de la comunidad científica en nuestro país es que no haya un aumento en el presupuesto para el desarrollo de la ciencia que según los estándares internacionales debería ser mínimo del 1% del PIB y actualmente es menor al 0.5%, según señala la doctora Eva Ramón Gallegos, especialista en biomedicina y biotecnología molecular del IPN, quien compara lo destinado en otros países como Israel, Austria, Alemania y Estados Unidos, cuyos presupuestos van del 4.2 al 2.7% del PIB.
La comunidad científica también constató en los primeros años, la creación de nuevas convocatorias como los Repositorios Nacionales, Problemas Nacionales y Fronteras de la Ciencia. “Desafortunadamente, desde hace dos años, se empezaron a producir recortes muy importantes en el presupuesto de CONACYT y un grave retroceso ante lo que ya se había logrado. Se recortaron los fondos disponibles para las convocatorias y se frenó el impulso que se había alcanzado en los primeros años. Ha sido muy desalentador el retroceso que hemos vivido al final del sexenio”.
El doctor Omar Amador Muñoz, investigador del Centro de Ciencias Ambientales de la UNAM, comenta que durante 2018 la asignación de recursos por parte del presupuesto de egresos de la Federación para el CONACyT (rubro 38) fue alrededor de 31 mil millones de pesos, pero en términos reales: 3.7 % menos que el asignado en 2017. “Los diversos programas que mantiene el CONACyT, son fundamentales para el desarrollo del país. El problema es que el presupuesto no está directamente correlacionado con todos los programas. Para algunos aumentó (Becas, SNI, Cátedras), pero para otros, disminuyó (Infraestructura, Fondos Sectoriales, PEI). En la actualidad, afortunadamente hay más estudiantes con mayor nivel académico, así como mayor número de investigadores y tecnólogos mexicanos. Lo lógico sería que el presupuesto asignado a los diferentes programas por parte de la Federación creciera paralelamente para fortalecer el trabajo científico, pero esto no sucede”, apunta el especialista en el desarrollo de tecnologías verdes.
Cambio climático y contaminación
“En los próximos años el área de Ciencias de la Tierra y del Espacio van a jugar un papel fundamental en el estudio de cambio climático y la contaminación ambiental”, asegura la doctora Vanesa Magar Brunner, del Departamento de Oceanografía Física del CICESE, y agrega que el área de energías renovables también está muy relacionada con estos aspectos. Apunta que también se requerirá más apoyo de expertos en la prevención de desastres naturales, como sismos y actividad volcánica, a los que nos vamos a estar enfrentando por las características de nuestro territorio. “También otros fenómenos, como heladas, deslaves e inundaciones, son cuestiones que hay que entender cada vez mejor, pero estas también son áreas de oportunidad, retos en el área de investigación”. La investigadora también comenta que un gran problema es la generación de más empleos para especialistas en el país, pues faltan plazas para investigadores jóvenes que no tengan que buscar oportunidades laborales en el extranjero.
El doctor Gerardo Bernache Pérez, experto en procesos socioeconómicos y medio ambiente del CIESAS-Occidente, señala que será necesario fortalecer el registro de datos e información en las áreas de medio ambiente, recursos naturales y cambio climático, para lograr una eficiente sistematización de la información de las dependencias gubernamentales en el nivel estatal y, sobre todo, municipal. “Se requiere de transparencia y acceso a la información. A pesar de la legislación y un instituto correspondiente, en el ámbito de los estudios de medio ambiente se cuenta con poca información y de dudosa calidad, además no siempre está disponible por capricho o por ineptitud de funcionarios”.
Bernache agrega que también es necesario el desarrollo de políticas ambientales que verdaderamente obliguen al cumplimiento de leyes, reglamentos y normas ambientales en todo el país, desde el nivel federal hasta el estatal y municipal. Considera que también es necesario incentivar políticas para la gestión integral de nuestro legado hídrico, como el derecho al agua y el tratamiento de aguas residuales. Otro acento: la investigación y el manejo de enfermedades y problemas graves de salud pública ocasionados por diversos tipos de contaminación.
En este último punto, Omar Amador Muñoz considera que si bien todas las áreas de la ciencia y la tecnología son importantes para el desarrollo del país, las ciencias ambientales necesitan fortalecerse, pues así como el cambio climático debe seguir siendo prioridad dentro de la agenda científica, también debe serlo el papel que juega cada uno de los contaminantes generados por las actividades humanas presentes en las distintas esferas ambientales, pues sus efectos sobre los ecosistemas, la salud humana, los organismos y los materiales es cada vez más grave. “Por ejemplo, un reciente estudio llevado a cabo por el Global Burden Disease mostró que el número de muertes estimadas a nivel global oca
sionadas por la contaminación total fue alrededor de 9 millones de personas en 2015. De esta cifra, 6.5 millones fueron atribuidas únicamente a la contaminación atmosférica (GBD 2016, Lancet, 388, 1659). Para incidir en beneficio de la sociedad y dar soluciones, debemos profundizar en el estudio de las ciencias ambientales. Esto se logrará también con la voluntad y consistencia política”, subraya.
Enseñanza y ciencia aplicada
El fortalecimiento de la enseñanza de la ciencia también debe ser una prioridad. El doctor Gerardo Bernache Pérez afirma que se debe fortalecer la divulgación de la ciencia y abrir las convocatorias para jóvenes de educación media y superior para que se involucren más en el conocimiento científico. Es decir, la mayor inversión a futuro debe involucrar a los más jóvenes en la lógica de la curiosidad científica y el método científico básico.
Otra cosa que pone a consideración la doctora Eva Ramón Gallegos como retos para fortalecer la ciencia en vísperas de un nuevo sexenio, es que aceleren sus procesos burocráticos los organismos que pueden lograr que la ciencia básica que se genera en las universidades pase a ser ciencia aplicada en beneficio a la sociedad, como por ejemplo el otorgamiento de las patentes que realiza el IMPI y los permisos que otorga la COFEPRIS. “También es necesario que se incentive a la empresas mexicanas para consumir la tecnología mexicana, ya que muchas justifican que es más barato traer tecnología de China e India que transferir la tecnologíamexicana,en parte porque muchos proyectos aún requieren inversión, en otras palabras, se necesita acercar más la industria a las universidades”.
Sobre el mismo punto, Vanesa Megar señala que se debe desarrollar más la industria a nivel nacional y evidentemente una buena forma es una vinculación más poderosa de academia-industria para poder crear líneas de investigación que tengan que ver con la ciencia aplicada. “Tenemos ciencia básica de nivel internacional, pero son dos áreas diferentes y hay muy poca inversión en áreas de ciencia aplicada. Desafortunadamente la industria no tiene departamentos de investigación y en los centros académicos, en ocasiones, no se tiene la visión de la necesidad tecnológica de desarrollo económico que se requiere para un país”.
El doctor Gerardo Ceballos, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM y miembro de varias sociedades científicas como la Academia de Mexicana de las Ciencias, la Asociación Americana de Ecología y la Asociación Mexicana de Mastozoología, señala que es de igual importancia fortalecer las instituciones tanto a nivel nacional como regional, pues considera que la ciencia que se hace fuera de la CDMX ha tenido un auge en las últimas décadas y es importante mantener este impulso.
“Otra cosa es que se debe hacer es exigir más al investigador. Para los beneficios que tenemos como investigadores, a veces no se rinde lo suficiente. Tenemos que incrementar el impacto para resolver problemas nacionales. Hay que hacer ciencia básica, pero debe trascender, resolver. En el caso de la protección de reservas de áreas naturales protegidas y en el cuidado y manejo de especies se han logrado avances porque ha habido un compromiso fuerte de investigadores con vincular ciencia de calidad con el uso de recursos”, subraya Ceballos.
Para González Esparza, el desarrollo de la ciencia en México requiere de una visión de estado y una estrategia más allá del mediano plazo sin cortes sexenales. “México no puede aspirar a convertirse en un país desarrollado sin un proyecto de inversión a largo plazo en educación superior, ciencia y tecnología. Se requiere continuidad y visión para definir prioridades para el país. Se debe apoyar la investigación en ciencia básica, el fortalecimiento de su infraestructura y la incorporación y formación de nuevos investigadores. Se debe apoyar la investigación aplicada para atender los problemas nacionales. Se debe apoyar el desarrollo de tecnologías para poder competir en un mundo globalizado”.