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luis.dominguez@clabsa.com.mx
Al año, cada mexicano consume, en promedio, 196 kilogramos de maíz blanco, especialmente en tortillas. Se estima que en el país aún se conservan más de 58 razas de maíz nativo como el olotón, comiteco, tepecintle, zapalote y apachito, entre otras, pero su consumo sólo se da en regiones focalizadas y su incidencia en la producción nacional es muy menor.
El pasado 26 de septiembre, se aprobó en el Senado –falta discutirse en Diputados— la Ley Federal para el Fomento y Protección del Maíz Nativo, una iniciativa de las senadoras morenistas Jesusa Rodríguez y Ana Lilia Rivera.
El proyecto busca declarar al maíz nativo como patrimonio intangible de México pero también garantizar a la población una alimentación de este grano libre de organismos genéticamente modificados.
Sin embargo, esta última medida representa un riesgo para la industria y para la autosuficiencia alimentaria, el año pasado México produjo 27.8 millones de toneladas de maíz, de las cuales 23.6 fueron de maíz blanco (destinado para consumo humano). Aunque el 72% de la producción total utiliza alguna mejora genética, según registra el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas.
Hace una semana, EL UNIVERSAL recopiló el testimonio de distintos científicos mexicanos y estudiosos del Consejo Nacional Agropecuario que califican a la iniciativa como un freno al uso de la biotecnología moderna en el campo y que, al negar estas prácticas, traería consecuencias negativas para hacer frente a los estragos del cambio climático.
“Esta iniciativa llega porque es una deuda pendiente que tenemos desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio, debemos proteger a este ancestral grano de las grandes compañías transnacionales. Nos han acusado de impulsar una ley retrograda, para nada. El maíz no es una mercancía, es el alma de México”, señala la senadora Ana Lilia Rivera.
Más allá de la importancia cultural que tiene el maíz para la sociedad mexicana, la senadora asegura que uno de los pilares de su iniciativa es promover el derecho a una alimentación sana y que excluir el uso de organismos genéticamente modificados es para que los pequeños agricultores obtengan apoyos del gobierno y así, afirma la legisladora, incrementar la producción del maíz nativo.
“Las transnacionales no pueden venir a imponer, como en la Conquista nos hicieron con otras cosas, variedades de maíz; esas semillas que ya tienen registro de propiedad intelectual nacen de nuestro maíz, ellos no crearon los genes pero sí lo piratearon. No podemos seguir alimentando a los mexicanos con maíz híbrido o de transnacionales, si la industria lo quiere seguir fomentando pues que sea para el sector pecuario”, responde.
Ana Lilia Rivera es originaria de Tlaxcala y licenciada en derecho. Comenzó su participación política en 1994 como delegada de una convención del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a lo largo de su trayectoria ha sido coordinadora de campaña de diputados tlaxcaltecas.
Estuvo afiliada al PRD, partido con el cual compitió por la presidencia municipal de Calpulalpan, fundó la Asociación Rural de Interés Colectivo en Defensa del Maíz nativo de Tlaxcala y ha trabajado como secretaria nacional de Asuntos Indígenas y Campesinos de Morena.
“La producción de alimentos, seguramente lo sabe el gobierno Federal, es un tema de seguridad nacional. Porque lo que más levanta a un pueblo es la falta de alimentos, puede haber conciencia pero en cuanto no les das comida, los pueblos se levantan. Es muy peligroso que México no sea soberano alimentariamente”, recalca la Senadora.
¿Cómo mitigar el impacto del cambio climático en la agricultura si se niega el uso de biotecnología?
Lo que deberíamos estar haciendo es enfocar presupuestos para la reparación de suelos e impulsar programas de acaparamiento de agua. También fomentar el desarrollo tecnológico, pero no precisamente el que el neoliberalismo ha impulsado, sólo emplear la biotecnología buena como el uso de encimas para nutrir la tierra o sistemas agroecológicos sustentables que nos permitan dejar de contaminarla.
¿Cuál es esa biotecnología buena de la que habla?
La biotecnología buena es la que se pone al servicio de la nación, que no tiene propiedad intelectual de una empresa, la que pueden utilizar los científicos para lograr la soberanía de su país; la buena es la que está a disposición del Estado, de los campesinos, esa debemos fomentar.
La mala es la que se pone al servicio de los grandes corporativos transnacionales que controlan al mundo. Qué venga la biotecnología para otras aplicaciones pero para el maíz detengámonos a ver los impactos económicos, sociales y culturales.
Para 2050 habrá más de 148 millones de mexicanos en el país, ¿cómo garantizar la autosuficiencia alimentaria si el maíz nativo tiene un menor rendimiento que los híbridos?
Eso es un mito, es una mentira que las transnacionales han inventado. Hay estudios de la Universidad de Chapingo y de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (sociedad civil antitransgénica que fundó Elena Álvarez Buylla, hoy directora de Conacyt) que señalan que en condiciones de protección y fomento, los nativos son igual o más productivos que los híbridos que se producen de manera intensiva en el norte del país. Con un poco de incentivo económico del Gobierno, podemos lograr que el maíz nativo sea muy competitivo.
¿Qué tan informada está de las técnicas de precisión genética como CRISPR/CAS9?
Tenemos conocimiento de la evolución que están haciendo los transgénicos a otras técnicas; pero hasta ahora ningún transgénico ha podido comprobar una resistencia plena a las plagas o a las sequías.
Pero CRISPR/CAS9 no es un transgénico es una técnica de edición
Es que son la evolución. Me dicen mis asesores que ahora ya no les llaman transgénicos que debemos prepararnos para no sólo hablar de ese término, que se ha vuelto como una palabra maldita. Ahora tienen otros nombres pero que siguen siendo mutaciones genéticas. No hay evidencia de que las plantas modificadas resistan al cambio climático o escasez de agua.
¿Es valida la preocupación de los científicos por las restricciones que implica esta ley?
No. porque la ley no les está prohibiendo, sólo les impone, y con justicia, la precaución. La vida tal y como la conocemos la debemos de cuidar, es algo más allá del dinero.
Habla de apoyar a los pequeños productores, ¿cuánto presupuesto se destinará?
El Gobierno no va a destinar recursos extra, no lo requerimos. Cuando nos sentamos con la Secretaría de Hacienda para determinar el presupuesto encontramos que muchas dependencias a nivel federal tienen presupuestos etiquetados para proyectos relacionados con la protección del maíz, eso lo vamos a ocupar. Por ejemplo, la Secretaría de Agricultura tiene un programa de custodios del maíz, pues vamos a revisarlo y adaptarlo a nuestras políticas.
¿Está segura que está ley nos brindará una seguridad alimentaria para 2050?
Así es y lo digo con toda claridad. No estamos en contra de los maíces híbridos, no estamos en contra del desarrollo biotecnológico solamente imponemos la responsabilidad a quien la está desarrollando de no desaparecer la biodiversidad que ha sobrevivido junto a nosotros durante tantos años y que ha garantizado su capacidad de adaptación ante el cambio climático, cosa que ellos no han podido demostrar.