La construcción de la personalidad
es un proceso dialéctico, es decir, no está determinada sólo por una variable, sino por muchas, tanto contextuales como de la historia individual de cada uno de nosotros, por lo que no podríamos decir que la lectura determine nuestra personalidad, pero si va moldeando algunos rasgos de nosotros mismos, dialécticamente, también estos rasgos de la personalidad son los que nos van orientando en las decisiones que tomamos cotidianamente, como por ejemplo, el libro que elegimos cuando nos encontramos frente a la estantería.
“Hay diversas teorías que explican diferentes tipologías de la personalidad, una de ellas es la que propuso Carl Jung. Él propone ocho tipos de personalidad que básicamente las agrupa en dos grandes categorías: los extrovertidos y en los introvertidos, y de ahí saca subtipos como”, explica Emiliano Villavicencio Trejo, doctor en psicología y académico de la Universidad La Salle, con motivo del Día Internacional del Libro.
De acuerdo con Jung, a partir del tipo de personalidad que desarrollamos, vamos adquiriendo ciertos hábitos de vida, y por lo tanto algunas conductas muy específicas como la selección de la literatura se puede asociar con ciertos tipos.
“Por ejemplo está el I ntrovertido de Pensamiento que describe a las personas que se rigen en su vida por lo que sus creencias, su ideología, su cosmovisión, va determinando, sin embargo son personas que no salen al contacto con el ambiente, con los demás, son reservadas y que se rigen mucho por su idiosincrasia”, dice Villavicencio.
Estas personas, según el experto, generalmente se acercan a literatura de índole más científica que los invite a la reflexión, al análisis. Esta personalidad se contrapone al “extrovertido de sentimientos” que son personas que buscan literatura que los acerque al contacto con los demás, que les permita el desarrollo de recursos sociales y entonces, textos en materia de comunicación, de relaciones personales y de desarrollo personal serán la literatura que sea de su interés.
Una lectura de esta tipología puede irnos aclarando algunas decisiones que vamos tomando.
La literatura mejora la calidad de vida
Villavicencio Trejo define a la empatía como un ejercicio de comprensión que no sólo involucra procesos cognitivos, también afectivos. “Es un ejercicio de comprensión de la vida del otro como si fuera la nuestra, pero sin olvidar ese “como si” porque eso es lo que nos permite regresar a nuestro mapa de vida. La empatía me permite acercarme al otro, pero no sólo para conocerlo, sino para intentar comprenderlo, pero esta empatía implica procesos metacognitivos, procesos como la reflexión de sus propios procesos mentales y los del otro para intentar responder a las preguntas: ¿por qué es así, ¿por qué piensa de esa forma, ¿por qué hace lo que hace?, etc, etc.”
La metacognición
entonces es la plataforma para los procesos empáticos, pero ¿qué relación tiene esto con la lectura? La lectura nos permite la reflexión de la realidad y el cuestionamiento de la misma, es un buena herramienta para el desarrollo de procesos mentales complejos y de procesos metacognitivos que al estar leyendo nos permite hacernos conscientes de la realidad y comenzamos a cuestionarnos sobre la misma.
“El simple hecho de leer es suficiente para empezarnos a cuestionar de la realidad, obviamente estoy hablando de un lector reflexivo, de un lector analítico, más que la cantidad de lectura, es la actitud con la que nos enfrentamos a ella y estaría bien si se lee, incluso, un libro al año o cinco, siempre y cuando se respete, se cumpla, la condición de ser un lector reflexivo, un lector analítico, por su puesto que un lector con esas características poco a poco va ir afinando, cuidando, la literatura que lee”, comenta el doctor en psicología.
Villavicencio Trejo está convencido de que en la medida que la calidad de la lectura mejore en México, se irán viendo impactos positivos en la vida social de nuestro país. “La lectura puede formar a un ser social critico y analítico, personas con conciencia cívica, con el sentido social de comunidad, entonces se reduciría la violencia, los asaltos, la inseguridad, el desempleo, la deserción escolar”.
Por ello, es fundamental que México apueste por planes a mediano plazo que fomenten la lectura de calidad para poder disfrutar de sus beneficios sociales.
jpe