Los recientes terremotos ocurridos en México, el del 7 y 19 de septiembre del año pasado y el del 16 de febrero de este año, han generado muchas preguntas, teorías y rumores entre la población.

En redes sociales, por ejemplo, circuló ayer martes información de un supuesto terremoto de magnitud 8.7 que sucedería “este jueves entre las 4 y 5 de la tarde (sic)”. La información proviene de la página “las noticias universales” y hablan de una alerta roja ante el presunto movimiento telúrico.

Bien, ahí está el dato, a todas luces falso y de una fuente poco confiable. Nos preguntamos en la redacción de EL UNIVERSAL cómo desmentir, eficazmente y con reporteo, esta información falaz.

El Servicio Sismológico Nacional (SSN), a través de sus diferentes plataformas, ha afirmado en diferentes ocasiones que, hasta el momento, los sismos no se pueden predecir. “Ningún método o tecnología permite conocer cuándo ocurrirán”. Claro, y mucho menos el día, ya no digamos la hora.

Víctor Hugo Espíndola Castro, responsable de análisis del SSN, afirmó a EL UNIVERSAL que desconocen el origen de ese tipo de publicaciones y aclaró que esa información no involucra a la UNAM ni al SSN. Espíndola explica que los sismos no son predecibles porque los actores que los originan son múltiples e inesperados.

Por su parte, Arturo Iglesias Mendoza, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, aclara que si los sismos no se pueden predecir “no es por una falta de capacidad técnica, sino es un momento, al menos en la ciencia, en la que no hay los elementos suficientes para hacer predicciones razonablemente precisas, de tal manera que cualquier información que tenga que ver con la creencia de un temblor en una fecha u hora dada, es falso”.

Espíndola Castro comenta que se ha tratado de predecir sismos por muchos método serios, pero ninguno de los estudios ha sido concluyente.

¿Por qué la gente cree en estos rumores?

En diciembre pasado se realizó una entrevista con el maestro en Psicología de la UNAM, David Raunel Reyes Domínguez, quien entonces dijo a EL UNIVERSAL que la gente se ve forzada a buscar otro punto de vista cuando la respuesta de la ciencia no le satisface. En el caso de los sismos, al ser eventos inesperados e incontrolables, generan en la sociedad la necesidad de tratar de darle una explicación.

“A pesar de que hay una explicación científica que nos dice que es una cuestión de las placas tectónicas, etc, pero lo que nosotros tratamos de hacer como personas es elaborar esta interpretación, nosotros siempre estamos buscando darle una estructura al mundo en el que vivimos y para eso elaboramos una serie de teorías que en un momento dado forman el pensamiento mágico, tratamos de ir asociando cuestiones que van pasando, que vamos escuchando y todo eso lo vamos relacionando”, dice Reyes Domínguez.

Esas explicaciones que generamos van a estar sustentadas de acuerdo con la marca referencial que tengamos, por ejemplo, puede ser religioso, mágico o científico. Lo cual para este maestro en Psicología es normal, siempre y cuando esté controlado.

“Cuando en un momento dado perdemos el control de esas ideas, cuando dejamos que nos domine esa interpretación del mundo, entonces muchas veces nuestra conducta, nuestra interpretación del mundo se ciega de tal manera que perdemos el juicio, la capacidad de resolución, y nos dejamos llevar más por aquello que nosotros fabricamos que por la realidad”, dice Reyes Domínguez.

Para Iglesias Mendoza, lo único cierto en este tipo de mensajes es que tenemos que estar alerta porque efectivamente vivimos en un país donde ocurrirán sismos, y eso no lo podemos negar.

“La única certeza que tenemos es clara: los sismos y grandes terremotos seguirán ocurriendo, porque así ha sido a lo largo de la historia. Cuándo, dónde y de qué tamaño, no lo podemos saber, pero seguirán y lo hemos visto”.

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