Tiernan era un muchacho de 20 años que practicaba deporte con regularidad.
Amaba el futbol gaélico, pero sufría de un asma fuerte y no se cuidaba.
En 2016 tuvo que ser hospitalizado y los médicos le dijeron que era imprescindible que tomase su medicación. Pero no lo hizo. O al menos no con la regularidad que debía.
En enero de este año, entró en la habitación de sus padres en medio de la madrugada. Le faltaba el aire. Estaba pálido, con los labios y las orejas azules. Estaba teniendo un ataque de asma y moriría horas más tarde.
Este es el relato que cuenta su madre, Donna Green, por las escuelas de Irlanda del Norte (Reino Unido) para concienciar a niños y adolescentes de que no cometan el mismo error que su hijo.
"Se trata de concienciar a la gente de que cualquiera que sea la medicación que te hayan recetado [...] debes tomarla", le cuenta a BBC 5 Live.
Green intenta convencer describiendo cómo fueron las últimas horas con vida de su hijo. Cuando veía que se ahogaba.
"Todavía me persigue la imagen de mi hijo parado frente a mí, mirándose al espejo y oyéndole decir: 'Me voy a morir esta noche'".
Los médicos no pudieron hacer nada para salvar la vida del joven y su madre descubrió más tarde que él había cancelado sus citas con el doctor y apenas tomaba la medicación que le había sido prescrita: un inhalador con corticoides.
"Nunca lo sabremos pero estoy convencida de que Tiernan seguiría aquí con nosotros si se hubiera tomado su medicación correctamente".
El asma tiene una baja tasa de mortalidad en comparación con otras enfermedades crónicas pero aún así se producen al año 385.000 muertes (según datos de la Organización Mundial de la Salud de 2016) por una enfermedad que, a pesar de no tener cura, es fácilmente tratable.
Esta enfermedad en la que se estrechan y se hinchan las vías respiratorias y eso genera una mayor mucosidad. Esto generalmente dificulta la respiración, provoca tos e incluso un silbido al respirar.
La Organización Mundial de la Salud estima que en el mundo hay 235 millones de personas con asma, la gran mayoría niños, ya que esta es la enfermedad crónica no transmisible más común durante la infancia. Pero también hay personas que la desarrollan por primera vez en la edad adulta.
El asma afecta tanto a la población de países desarrollados como en desarrollo, pero las muertes como consecuencia de un ataque de asma son más frecuentes en países de bajos ingresos o de ingresos medio bajos, según la OMS, debido a la dificultad de prevenir y tratar la enfermedad.
Las causas exactas del asma todavía se desconocen, pero los principales factores de riesgo son la combinación de una predisposición genética y la exposición a sustancias y partículas inhaladas que pueden provocar reacciones alérgicas o irritar las vías respiratorias.
También hay otros desencadenantes, como el aire frío, emociones fuertes como el miedo o la ira, o el ejercicio físico.
Existen algunos medicamentos que pueden provocar ataques de asma, como la aspirina y otros antiinflamatorios no esteroides o los fármacos que se usan en el tratamiento de la hipertensión arterial, algunas enfermedades cardiacas o la migraña.
Para evitar ataques de asma que puedan desencadenar consecuencias fatales hay que ser consciente de los síntomas y los tratamientos que existen.
De acuerdo con la clínica estadounidense Mayo los signos más comunes del asma son:
Además hay otras señales que nos indican que el asma está empeorando. Los síntomas se vuelven más frecuentes y molestos, la dificultad para respirar es todavía mayor y se necesita con más frecuencia del inhalador de alivio rápido.
El asma es una enfermedad incurable pero tal y como destaca la OMS, se puede controlar con medicación, evitando sus desencadenantes, reduciendo su gravedad y minimizando su mortalidad.
Para ello es necesario tomar el medicamento adecuado. El servicio de salud público británico, el NHS, asegura que los más frecuentes son los inhaladores para aliviar los síntomas en el momento de un ataque, y los de prevención que contienen corticoides.
En algunos casos también se administran pastillas con esteroides o unas que impiden la recepción de leucotrienos. También se puede administrar teofilina según el caso.
La OMS recuerda que aunque el asma no mata a la misma escala que otras enfermedades crónicas como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) puede ser mortal si no se utilizan los medicamentos adecuados o no se cumple el tratamiento prescrito.
Donna Green supo tras la muerte de su hijo que Tiernan había estado haciendo uso solo de un inhalador, el de alivio de los síntomas, pero no de aquel que le ayudaba a prevenirlos.
La noche fatal, los síntomas se habían agudizado tanto que ni siquiera este le ayudó.
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