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China quiere conquistar Marte después de hacer historia al ser los primeros en alunizar en la cara oculta de la Luna. Y quién sabe si el primer chino en pisar el planeta rojo pasó por una base simulada como la inaugurada hoy en pleno desierto de Gobi, en el norte del país.
Situada a unos cuarenta kilómetros de la ciudad minera de Jinchang, la “Mars Base 1” es un proyecto de la compañía C-Space que cuenta con el apoyo de las autoridades locales y del Centro de Astronautas de China, y sus más de 1.000 metros cuadrados se reparten en nueve compartimentos.
Aparte de cápsulas-dormitorio, una pequeña consulta médica, baños y multitud de pantallas llenas de datos, también hay un vivero con luz artificial en el que se plantan trigo, puerros o lechuga -y se crían gusanos para quien guste de un bocado más exótico y proteínico- y, obviamente, trajes de astronauta.
Quienes apuestan por un paseo por esta particular superficie -que, aunque no sea marciana, sí que presenta un tono rojizo- pueden encontrar otros elementos de la simulada conquista de Marte como el módulo espacial , astromóviles de exploración, una cueva-refugio e incluso un monolito negro sospechosamente parecido al de la película ‘2001: una odisea del espacio’.
Pero más allá de pantallas futuristas y luces de neón que lo hacen parecer un decorado de "Star Trek", los encargados de la base también buscan que los visitantes vuelvan “a sus orígenes” y aprendan a valorar la importancia de elementos básicos tras verse obligados a cuidar al máximo de los recursos disponibles.
Lu Yueyao, una estudiante de 13 años que coincidió con Efe durante la visita a las instalaciones, sale encantada: “Ya tenía curiosidad sobre Marte y otros fenómenos del espacio como los agujeros negros. Ahora tengo más ganas de ir a Marte”.
Y quizá sea alguien de su edad y nacionalidad quien se convierta en el futuro en la primera persona en pisar el planeta rojo, o al menos Lu está convencida de ello: “China tiene mucha ventaja porque hemos tenido muchos astronautas excelentes . Creo que tendremos grandes logros en la carrera espacial en el futuro”, asegura.
Su compañera Li Yaqin también muestra el mismo entusiasmo: “He aprendido mucho hoy pero todavía hay muchos misterios que no podemos explicar. Quiero resolver estos problemas en el futuro”.
“No es solo futurista, también es sobre lo que supone ser humano, y volver a nuestros orígenes”, explica a Zhao Tianshu, la directora del programa educativo de C-Space.
Y es que el “turismo espacial” tiene tirón en China, un país volcado con su programa de exploración cósmica, especialmente desde el éxito de la Chang’e 4, la sonda china que el pasado 3 de enero llegó a la cara oculta de la Luna.
El creador de C-Space, Bai Fan, no quiere quedarse atrás y asegura que su plan es crear una especie de ciudad marciana de vacaciones, con hoteles y bares, y confía en empezar con la construcción el próximo año.
Su objetivo es que la base sea rentable “cuanto antes”, aunque reconoce que “no serán 8 o 10 años, pero tampoco uno o dos. Ojalá fuera así”.
Por ahora, Bai tendrá que mantener los pies en la Tierra y conformarse con los campamentos educativos -cuyo rango de edad va desde estudiantes de primaria a universitarios-, las visitas de un día o las estancias de entre tres y siete días en las seis “cápsulas” con vistas al exterior que ofrece la base, el tipo de clientes en el que más quiere enfocarse.
El directivo opina que son estas visitas más largas las que permiten “sentir la experiencia completa” de vivir rodeados de un entorno hostil con un clima extremo, con agua y comida limitadas “para hacer que la gente piense que, si la Tierra un día ya no está y tienen que construir una base en Marte, no solo dependeremos de la tecnología, sino de saber sobrevivir”.
La base también está pensada para que cineastas puedan rodar filmes de ciencia ficción y ya se ha bautizado ante las cámaras: tras su construcción, un grupo de famosos chinos se encerró en ella para grabar un programa de telerrealidad al estilo de Gran Hermano pero todavía más “marciano”, titulado ‘Space Challenge’.
El objetivo de C-Space, entre otros, es atraer a estudiantes para “inspirarles” y que persigan sus sueños. Pero, pese a que sus caras son de felicidad e interés tras la visita, no todos salen queriendo ser astronautas.
Dou Zihang, de catorce años, parece querer recordar al entrevistador que, al fin y al cabo, todavía siguen siendo niños: “Creo que sería difícil ser astronauta. Tienen que hacer ejercicio todos los días y eso es difícil. A mí lo que me gustaría es llevar criaturas al espacio y crear extraterrestres como E.T.”.