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La madrugada de ayer, desde varias partes del mundo se pudo observar a la Luna “sangrar”. En Hidalgo, los Atlantes de Tula fueron testigos del fenómeno astronómico.
Astrónomos y arqueólogos se dieron cita en la Pirámide B de la zona arqueológica de Tula, también conocida como Templo de Tlahuizcalpantecuhtli, para poder registrar la “Superluna azul de sangre”, fenómeno astronómico que, de acuerdo con los registros, no ocurría desde hace más de 150 años.
Para los arqueólogos presentes, el hecho de poder contemplar el acontecimiento desde un asentamiento tan antiguo que durante la época prehispánica se utilizó para realizar observaciones astronómicas múltiples, fue un privilegio que aprovecharon al máximo.
Arturo Montero, arqueoastrónomo, aseguró que no existe en la Tierra ninguna persona viva que hubiera podido apreciar este evento antes, por lo que, afirmó, estábamos “viviendo un momento extraordinario hablando astronómicamente”.
La conjunción de la segunda Luna llena dentro de un mes, llamada Luna azul; una superluna y un eclipse total lunar ofrecieron a los testigos una imagen que no se veía desde el 31 de marzo de 1866.
A las 3:00 de la mañana se pudo observar una Luna luminosa, 14% más brillante y más grande por estar en perigeo, su punto más cercano con la Tierra. Nuestro satélite natural además se coronó por un halo lunar de 22° que, de acuerdo con Montero, “se produce por la refracción de la luz con los cristales de hielo muy pequeños en forma de columnas”.
En el firmamento también fue posible observa a Júpiter y Marte, que se veían a la distancia, pequeños, pero muy brillantes.
A las 4:50 de la mañana comenzó el eclipse, la sombra de la Tierra poco a poco se fue apoderando de la Luna, su brillo se fue esfumando para dar paso a las tonalidades grisaceas. El astro perdía su blancura, la oscuridad se la estaba devorando.
Luego, los tonos rojizos y naranjas llegaron para dar la sensación de que nuestro satélite natural se estaba incendiando.
El horizonte apareció a las 6:44 horas y ocultó la Luna por completo. El astro se fue desvaneciendo tras el cerro Magoni, lugar que aún guarda en sus entrañas restos de cultos prehispánicos, en particular un asentamiento casi en la punta que, se cree, podría haber sido una especie de observatorio astronómico.
Además, en Tula de Allende quedan también las tradiciones, las creencias. De acuerdo con Luis Manuel Gamboa, arqueólogo del INAH, diferentes etnias de la región sigue creyendo que los eclipses pueden provocar daños en las mujeres embarazadas.
“Ahorita las mujeres que están embarazadas tienen puesto un hilo rojo porque creen que el efecto del eclipse puede causar que el producto al nacer tenga labio leporino o nazca con el pie chueco. También existe una pirámide en la zona donde llevan a las mujeres embarazadas a dar vueltas alrededor de ella para evitar cualquier efecto negativo en el producto”.
La Superluna azul de sangre nos hizo voltear al cielo y apreciar un fenómeno único que no se repetirá hasta el 31 de diciembre de 2028, pero que sólo se verá en Europa, por la posición de la Tierra.