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París. —La noche es cálida. El edificio de la UNESCO en París es testigo de un desfile de mujeres que hacen más visible el poder que tiene la ciencia en el mundo. Hay sonrisas, miradas de complicidad e ideas que hacen eco a través de las palabras. No están muy acostumbradas a los vestidos de gala, pero algunas se divierten con los brillos de los atuendos que por esta ocasión han sustituido a las batas de sus laboratorios, los espacios creativos donde se dedican a buscar soluciones a través de la ciencia para un mundo cada vez más complejo.
Poco a poco entran a la sala principal del edificio modernista de los años 50. Hay encajes, sacos, saris, kimonos, corbatas, abrazos de amigos, guiños de la familia, acentos diversos, idiomas diferentes, pero similares objetivos.
Anoche se premió a científicas de gran trayectoria, científicas laureadas que han sido reconocidas por la Fundación L'Oreal-UNESCO por sus aportaciones en diferentes campos de la ciencia. El compromiso de esta organización se ha extendido por 24 años, en los que se ha encargado de visibilizar el talento de mujeres, luchando por una mayor igualdad e inspirando a nuevas generaciones.
La mexicana Esperanza Martínez muestra su galardón, que le servirá “para trabajar más duro”.
La fiesta de esta edición no sólo integra a las cinco ganadoras de este año, sino a 15 talentos internacionales que recibieron el premio en las dos ediciones anteriores, pero que no pudieron recibirlo por la pandemia.
Las luces se apagan y una enorme pantalla se enciende con un mapa donde brillan cientos de luces en representación de la gran cantidad de mujeres que se abren camino en el mundo a través de la ciencia. La maestra de ceremonias es la periodista francesa Marie Drucker, quien sin grandes preámbulos da la palabra a los discursos de apertura a cargo de Audrey Azoulay, directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y de Jean-Paul Agon, Presidente de la Fundación L'Oreal. La coyuntura de estas organizaciones ha logrado a lo largo de 24 años hacer más visible el talento femenino con el apoyo a 122 laureadas y más de 3 mil 800 jóvenes científicas.
Las palabras de los jurados para estas ediciones, Artur Avila y Brigitte Kieffer, empata en muchos puntos, como la celebración de la diversidad de formaciones y proyectos, pero tras un mismo objetivo: el compromiso de brindar soluciones para un mundo mejor, acelerar la igualdad de genero e inspirar a nuevas generaciones para generar respuestas haciendo equipo. Los presentadores dejan claro que la desigualdad decrece muy lentamente, pero las colaboraciones son parte de los cambios fundamentales para transformar la vida en términos de igualdad.
Contra corriente
Ellas no son números o estadísticas y ahora se preparan para tomar el escenario. En el primer bloque están las lauredas que han trabajado en decodificar el comportamiento de las células.
La primera en recibir el premio es la doctora Edith Heard, premiada por sus descubrimientos en los procesos epigenéticos que permiten a los mamíferos regular la expresión génica, la cual es esencial para la vida. Le siguen Hailan Hu, reconocida por sus estudios en neurociencia; y Ángela Nieto, premiada por sus avances para entender de mejor forma cómo el cáncer se extiende a los órganos y forma metástasis. También están en este bloque la especialista en ingeniería biomédica Kristi Anseth y la matemática Alicia Dickenstein.
El segundo bloque concentra los trabajos de avances tecnológicos para un mejor futuro, donde está el trabajo de la química Kyoko Nozaki, la astrofísica Francoise Combes, la especialista en ciencias de la computación Shafi Goldwasser y la química Catherine Ngila. El bloque cierra con a la mexicana Esperanza Martínez Romero, quien destaca por sus trabajos en fisiología vegetal, al usar bacterias de manera benéfica en procesos sustentables. Luce feliz por recibir el galardón y dice con modestia que los premios “sólo sirven para trabajar más duro”. Y agrega: “La ciencia es un tipo de patrimonio o herencia a los otros, algo así como las pirámides de Egipto, es el resultado de miles de científicos que nos han precedido. Reconozco su herencia“.
Katalin Karikó fue galardonada por su trabajo que hizo posible las vacunas contra el Covid-19.
El trabajo arduo también es una constante de cuatro décadas de Katalin Karikó, la científica cuyos trabajos sobre el ADN mensajero sentaron la base para una nueva generación de vacunas contra el Covid-19 y que después de años de luchar contra corriente se ha convertido en una de las científicas más destacadas de todos los tiempos.
Karikó, premiada por temas de salud pública, dice que “por 40 años no recibí ningún premio. Ahora me los tiene que agendar un asistente porque a mi se me olvida cuál sigue”. Bromea y dice que le da gusto que al fin le robó el foco de atención a su hija Susan, atleta biolímpica.
Y ya con palabras serias dice: “Este premio que recibo también reconoce la labor de mujeres científicas trabajando diligentemente en todo el mundo“.
En esta categoría también está la cubana María Guzmán con su estudio sobre enfermedades infecciosas y virología, así como Agnes Binagwaho, especialista de Rwanda enfocada en crear nuevos modelos de salud pública que realmente respondan a las necesidades de las comunidades afectadas por enfermedades como malaria, VIH y tuberculosis. Complementan el grupo la epidemióloga Abla Mehio Sibai y la inmunóloga Firdausi Qadri.
La ceremonia de premiación termina, mientras se unen para la foto las 30 jóvenes científicas premiadas el miércoles, cuando el aplauso más nutrido se lo llevo la doctora Olena Vaneeva, proveniente de Ucrania. Sus investigaciones giran sobre el desarrollo de nuevos modelos no lineales que puedan proporcionar información en campos útiles en nuestra vida cotidiana, como la nanotecnología, la genética y el estudio de la vida silvestre.
La física, que profundiza sobre la identidad de la materia oscura y cuyos procesos deductivos parecen ir a una velocidad superior a la de los demás seres humanos, se declara absolutamente confundida sobre lo que pasa en su país. Asegura que no puede comprender por qué sus vecinos los atacaron y cómo alguien en este siglo puede generar tanto caos por obtener territorio.
Vaneeva tuvo que refugiarse en Jerusalén con sus hijos, a quienes lleva a diario al laboratorio, pues no tienen escuela. Su esposo está en la ciudad de Kiev, imposibilitado de salir. Dice que intenta seguir con sus investigaciones, pero no puede planear nada. Tiene invitación de prestigiadas instituciones de todo el mundo, pero su familia está fragmentada. Nada es claro.
Pero por ahora ha decidido unirse a sus colegas para tomar el escenario de la UNESCO con optimismo y camaradería y subrayar que se necesita más y mejor ciencia para crear un mundo mejor y que las mujeres nunca podrán estar de lado en esa ecuación.
Al final, Heard habló a nombre de todas. “La ciencia es nuestra guía, pero lo más importante es que amemos lo que hacemos. Lo que nos hace más fuertes es nuestra determinación“.
Edith Heard
Científica genetista premiada
"La ciencia es nuestra guía, pero lo más importante es que amemos lo que hacemos. Lo que nos hace más fuertes es nuestra determinación“
122 CIENTÍFICAS
han sido laureadas, mientras que más de 3 mil 800 jóvenes científicas han recibido apoyo.
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