El gobierno y los habitantes de la isla de Mauricio están en una carrera contra el tiempo para salvar a su isla del desastre ecológico que amenaza provocar un petrolero que encalló a finales de julio frente a sus costas.
El MV Wakashio, de bandera japonesa, encalló frente a Pointe d'Esny, un conocido santuario de rara vida silvestre y de humedales de importancia internacional, no lejos de una isla famosa por sus arrecifes coralinos y para la que el turismo es parte crucial de la economía.
Se estima que el barco contiene 4 mil toneladas de crudo,mil de las cuales se han derramado en las prístinas aguas del océano Índico. El primer ministro, Pravind Jugnauth, declaró el estado de emergencia y solicitó la ayuda de Francia, antiguo ocupador colonial, para asistir en la limpieza. Los lugareños, sin embargo, han puesto manos a la obra para contener de cualquier manera los daños.
Y su principal estrategia es armar barreras absorbentes hechas de bolsas entretejidas que rellenan con paja, caña y… pelo humano.
Resulta que el pelo humano no absorbe el agua, aunque los aceites, como el petróleo, sí se le adhieren. Por eso, los mauricianos han empezado a recolectar grandes cantidades para luchar contra el derrame.
Romina Tello, fundadora de la agencia ecoturística Mauritius Conscious, le confirmó a Reuters que "hay una gran campaña en toda la isla para conseguir pelo".
Por toda la isla, las peluquerías están ofreciendo descuentos o cortes de pelo gratis a los residentes para que donen su cabello. Se informa que extranjeros también se están trasquilando para ayudar.
Un grupo de voluntarios se dedica a embutir el pelo -además de paja, caña y plumas- en los cilindros flotantes para contener el petróleo en la superficie del agua.
Centros de buceo, pescadores y demás lugareños participan en los operativos de limpieza y otros proveen alimentos o estadía en cabañas a los voluntarios.
El pelo humano es muy efectivo e ideal para la limpieza del petróleo.
Es un producto natural, barato y renovable. Además, tiene otra ventaja sobre los materiales sintéticos y dispersantes químicos que usa la industria petrolera para limpiar desastres: es biodegradable.
La persona que se dio cuenta de este fenómeno fue Phil McCrory, un peluquero en Alabama que observó por televisión cómo el pelo de una nutria marina estaba saturado del petróleo derramado en el famoso accidente del Exxon Valdez en Alaska, en 1989.
Se le ocurrió que si todo ese petróleo podía adherirse al pelo de una nutria, por qué no al pelo humano.
Hizo un experimento en casa, embutiendo una media de su esposa con el pelo que había recogido de sus clientes en el salón. Luego metió ese tubo en una bañera con una mezcla de agua y petróleo y comprobó lo eficiente que era para limpiar el agua.
Varias instituciones, incluyendo la NASA y la Universidad de Tecnología de Sídney, Australia, pusieron a prueba la técnica de McCrory.
La NASA comprobó que, tras utilizar el filtro de pelo humano en agua con petróleo, tras una sola filtración "sólo quedaron 17 partes por millón de crudo en el agua".
Por su parte, el estudio de la Universidad de Sídney concluyó que el alto contenido de cutícula del pelo humano lo hace un "biosorbente altamente hidrofóbico", con una corteza muy porosa que atrapa varios tipos de contaminantes.
Phil McCrory se asoció con la ambientalista Lisa Craig Gautier para crear el programa Clean Wave, que recolecta pelo, plumas, pelambre y otras fibras para hacer esteras y barreras cilíndricas flotables reciclables.
Muchos de sus productos son aplicados por los departamentos de obras públicas para filtrar desagües y alcantarillas. También coordinan con los operativos de emergencia en la limpieza de playas con los cilindros flotantes.
La técnica ha sido utilizada en varios derrames en diferentes partes del mundo. Particularmente en el desastre de la isla de Guimarás, en Filipinas, cuando la población local inició la limpieza de un derrame de 130.000 galones de aceite de combustión en 2006.
Sin embargo, los cilindros con pelo humano, plumas y pelambre tienen un defecto. No son muy flotantes.
La Guarda Costera de Estados Unidos los puso a prueba como una posibilidad para la limpieza del golfo de México por el desastre del Deepwater Horizon en 2010, pero se hundieron en las picadas aguas en altamar.
Esas esteras y cilindros son más efectivos en las limpiezas de playas usándolos como fregadores o trapeadores, pero eso implica intensa mano de obra, que es lo que está ocurriendo en Mauricio.
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