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“¿Qué tipo de Conacyt está dejando a las nuevas administraciones la doctora Elena Álvarez-Buylla?”, se pregunta el científico Juan Enrique Morett Sánchez, quien presentó su renuncia irrevocable a la presidencia de la junta de honor del programa Cátedras del Conacyt.
“Alvarez-Buylla —dice en entrevista el investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM— está dejando un Conacyt autoritario, que toma todas las decisiones y que tiene injerencia en asuntos que hasta ahora habían sido mucho más abiertos y democráticos, que están además sustentados en la legislación vigente (como el Foro Consultivo).”
En una carta enviada el 9 de julio a Álvarez-Buylla, Juan Enrique Morett Sánchez —miembro del Sistema Nacional de Creadores (SNI III)— presentó su renuncia a la presidencia de la junta y expresó que los órganos colegiados a los que la comunidad científica ha dado vida y autoridad son menospreciados desde la dirección general del Conacyt lo que implica “un gran retroceso”.
Uno de esos órganos, citó, es la junta de honor de Cátedras Conacyt que, dijo, ha desaparecido de facto, pues no ha sido convocada a sesionar ni en una sola ocasión desde que Álvarez-Buylla es directora del Conacyt.
Morett explica que las cátedras se crearon después de que en los últimos años hubo disminución en la contratación de científicos jóvenes en las universidades e instituciones dedicadas a la investigación. El programa, a través del cual Conacyt contrata a jóvenes investigadores con doctorado y otros requisitos, hoy tiene alrededor de mil 500 catedráticos, y aunque continúa, la dirección de Conacyt ha desconocido el trabajo de asesoría y apoyo que realizaba la junta.
Esta junta fue creada por el propio Conacyt en 2016 como una instancia asesora para evaluar cuestiones que surgían de la relación de los catedráticos con las instituciones en que están inscritos, cuestiones sobre ética laboral e individual; la junta hacía revisiones y daba opiniones fundamentadas para apoyar a la dirección del programa y a la Dirección del Conacyt en la toma de decisiones.
El investigador recalca que la junta tiene una labor honorífica y que no recibe compensación. Además de él, la integran Jaime Álvarez Gallegos, de Cinvestav; Elena Azaola Garrido, del Ciesas; y Martha Romero Mendoza, del Instituto Nacional de Psiquiatría (todos pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores).
El doctor Morett no duda que el menosprecio a la junta de honor “es un ejemplo más de que las autoridades actuales del Conacyt no desean la participación de instancias ajenas en la toma de decisiones respecto a cómo opera la ciencia en México. Y eso es muy grave; es otro ejemplo de que no quiere escuchar las voces que no sean las propias”.
Considera que él, como la mayor parte de los científicos, intelectuales y académicos del país, desea un cambio en la sociedad, y que gran parte de esa comunidad votó por Andrés Manuel López Obrador porque veía en él una esperanza de cambio, “pero la administración de la doctora Álvarez-Buylla está generando un rompimiento muy fuerte de la comunidad científica con el Conacyt, y pone en peligro la relación con el gobierno federal. La comunidad científica es muy valiosa para generar respuestas a los enormes problemas que nos está planteando la pandemia. Queremos participar de manera clara, abierta, democráticamente, en la toma de decisiones; que se escuche nuestra voz, no únicamente la voz del Conacyt. Una administración de la ciencia en el país con la que estamos confrontados los científicos es lo menos saludable para México, en cualquier momento, pero en éste en particular es todavía más”, concluye el doctor Morett.