La herencia de un abuelo aficionado a la astronomía picó con curiosidad al pequeño Fefo Bouvier , quien, tras sus primeras instantáneas de planetas y eclipses, encontró a cielo abierto su vocación como astrofotógrafo y ve hoy su trabajo reconocido por la NASA .
La picadura del bicho de la curiosidad llegó en la adolescencia del uruguayo en forma de un tesoro que, lejos de los de las películas, no brillaba por sus lingotes de oro, sino por los cristales de su contenido: catalejos, binoculares y telescopios.
Estos instrumentos formaban parte de la colección que el abuelo materno de Bouvier, César Díaz, óptico de profesión y aficionado a la astronomía, dejó guardados en la casa familiar hasta que, años después, avivara el interés por el cielo nocturno de su nieto.
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Así lo relata en entrevista el astrofotógrafo uruguayo de 31 años, quien asegura que, pese a no haber llegado a conocerlo, pues murió tres años antes de su nacimiento, heredó de su abuelo una pasión por la astronomía que precedió a su relación con la fotografía y comenzó al curiosear con aquellas herramientas.
Fefo Bouvier fue reconocido, por ver primera, por la NASA en 2013. Foto: EFE/ Fefo Bouvier
"Ahí empecé todo un estudio autodidacta por saber más del cielo, a escribir un blog para contarle a la gente cuáles eran los fenómenos astronómicos que se podían ver acá en Uruguay, en el hemisferio sur , que empezó a tener mucho interés", sostuvo.
En ese dominó de sucesos, crear el blog llevó a que Bouvier quisiera capturar en imágenes lo que sucedía en el cielo y así, en 2010, con su primera cámara, comenzó a hacer pruebas.
"Los fenómenos que al principio me empezaban a interesar eran los que a la mayoría le interesan: los eclipses de Luna o de Sol y también las lluvias de meteoros", puntualizó, y dijo que aprender a sacar las fotos con los equipos especiales que adquirió le llevó "mucha práctica y mucha paciencia".
Sin otra escuela que la de los cursos de astronomía, astrofísica y cosmología que tomó en el Planetario de Montevideo, el oriundo de Colonia del Sacramento (oeste) empezó a tener en la fotografía más que un pasatiempo.
Esto, dice, vino de la mano con un temprano reconocimiento, ya que en 2013 la imagen de una conjunción entre la Luna y Venus, tomada por él desde su localidad, fue elegida como foto astronómica del día por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA).
"Eso fue un puntapié inicial que me dio la pauta de que acá tengo un público al que puedo acceder, porque tuvo muchas repercusiones en ese tiempo y me impulsó a seguir", valoró.
Mientras remarca que en la astrofotografía la paciencia es clave, ya que, una vez determinado el punto desde el que se va a registrar el evento, "hay que capturar varias tomas y combinarlas en posproducción", Bouvier explicó que no está del todo sólo en el proceso.
Fotografía de la lluvia de estrellas Gemínidas. Foto: EFE / Fefo Bouvier
"Cuando empecé a hacer fotos del cielo acá en Uruguay éramos dos o tres; ahora gracias al avance también de la tecnología, de que hasta con un celular de alta gama uno puede sacar una fotografía de la Vía Láctea, hay un grupo interesante de en torno a 10 fotógrafos uruguayos que están trabajando a la par conmigo", aseguró.
Tras ser nuevamente el autor de la foto que registra la lluvia anual de meteoros Gemínidas , desde el campo uruguayo. elegida por NASA el pasado 16 de diciembre, el astrofotógrafo se explayó al tocar un tema clave: qué locaciones uruguayas son las más despejadas para fotografiar astros.
Cuando comenzó a fotografiar, dice, no había información sobre cuáles eran los mejores puntos del país para hacerlo y, por ende, él se propuso crear "una especie de base de datos" como ayuda a otros.
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Así creó en 2020 su proyecto "Mirá las estrellas", con el que difunde sitios ideales, como el Cerro de la Buena Vista, entre dos bellísimos destinos turísticos de Rocha (sureste), Valizas y Cabo Polonio, en cuya costa apenas hay luz eléctrica.
"Después tenemos el Parque Salto del Penitente, en Lavalleja (sureste), que es público y muy visitado; el Cerro Catedral en Maldonado, que es el punto más alto de Uruguay (514 metros), y tiene cielo totalmente despejado de contaminación lumínica", añadió.
Al tiempo que detalla que se basa en la escala de Bortle, que mide el grado de contaminación lumínica, Bouvier llama a crear conciencia sobre la protección de estos paisajes y ve en el horizonte nuevas oportunidades, como la de ayudar a promocionar el "astroturismo".
melc